José Luis Rubió Martínez

Las fronteras son los padres

Portavoz del Grupo Municipal de VOX en Huesca
27 de Octubre de 2023
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Hace ya una semana nos levantábamos con la noticia, con nocturnidad y alevosía, por la que Huesca iba a ser una de las primeras provincias “afortunadas” a la hora de acoger 195 inmigrantes traídos de Canarias, de entre los miles de subsaharianos que saturan en estos momentos las Islas ya no tan Afortunadas.

De ellos no sabemos ni quiénes son, ni de dónde vienen. La expresión “indocumentados” toma aquí todo el sentido dado que antes de dirigirse en un barco de madera a violentar nuestras fronteras, se deshacen de su pasaporte, si es que lo tienen, para no poder ser deportados a ningún país.

Pero sí que sabemos a dónde van, al país europeo que mejores pagas dé. Porque salvo honrosas excepciones, todas las democracias occidentales subvencionan la inmigración ilegal. Esta es la primera verdad incómoda, no es una dinámica que surge de forma espontánea y se da de forma irremediable, “no se le puede poner muros al hambre”, dicen desde la izquierda; sino un fenómeno perfectamente organizado y con unas finalidades claras al menos a corto plazo: mano de obra barata para las patronales y voto cautivo dispuesto a apuntalar los partidos sistémicos.

A la larga lo podemos debatir, pero lo que tiene claro un servidor es que la introducción de cantidades inasimilables de inmigrantes provenientes de culturas dispares, sólo puede dar lugar a una sociedad fracturada y fácilmente controlable para las élites actuales.

La segunda verdad incómoda es que ya no existen las fronteras como tal. Podemos tener altos vallados patrullados por policías o un mar que nos separa de África, pero sin las herramientas legales para expulsar a cualquiera que los cruce, independientemente de dónde y cuándo sea localizado, sólo son líneas en un mapa dispuestas a obstaculizar, que no impedir, la inmigración ilegal.

¿Por qué motivo quienes promueven la invasión migratoria a la vez mantienen esta ficción? La respuesta está en la conocida fábula de la rana y la olla de agua hirviendo. Las “fronteras” actuales cumplen su función real, que la importación de inmigrantes inasimilables se produzca de manera más o menos gradual como un goteo constante. Porque si de la noche a la mañana el tercer mundo se nos echase encima en masa, como en aquella novela a la vez profética y maldita de Jean Raspail, si el ciudadano medio pasase de la noche a la mañana de vivir en París a vivir en Mogadiscio, sin duda alguna habría un estallido social que depondría a las élites corruptas que han permitido esa invasión repentina.

Desde VOX lo tenemos claro, abogamos por que vuelvan las fronteras de verdad, porque sólo ellas pueden garantizar nuestra persistencia a futuro como nación. Igual que ningún “progre” que se precie desmontaría la cerradura de su casa para que cualquier desconocido entrase, igual que Pedro Sánchez vive en la Moncloa, una mansión rodeada de alambradas y policías que realmente cumplen su cometido de neutralizar a cualquiera que intente entre en el perímetro…, nosotros queremos lo mismo para España, unas fronteras reales. Porque la nación española es Nuestra Casa.

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