Miguel Ángel de Uña Mateos

El globo

Médico psiquiatra
08 de Febrero de 2023
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Es conocida la alusión al “complejo militar-industrial” (military-industrial complex) que hizo en su despedida como presidente, el más importante militar estadounidense, Dwight Eisenhower. No solo denunció su existencia, sino que lo calificó de riesgo mayor para la democracia americana: …existe el riesgo de un desastroso desarrollo de un poder usurpado y (ese riesgo) se mantendrá. No debemos permitir nunca que el peso de esa conjunción ponga en peligro nuestras libertades o los procesos democráticos”. Una dura advertencia que sobrevoló toda la vida estadounidense hasta el fin de la Unión Soviética y la era del “socialismo real”.

No hubo tiempo para la esperanza. Ya lo había advertido el ideólogo del protagonismo duro de Estados Unidos en  la Guerra Fría, George F. Keenan. Lo tomo de Wikipedia: “…Si la Unión Soviética se hundiera mañana bajo las aguas del océano, el complejo industrial-militar estadounidense tendría que seguir existiendo, sin cambios sustanciales, hasta que inventásemos algún otro adversario. Cualquier otra cosa sería un choque inaceptable para la economía estadounidense”. La Unión Soviética cayó, se retrajo en menos de un lustro a ser un poder regional, pero el complejo militar-industrial, no cesó en su papel preponderante en la política exterior estadounidense. El terrorismo islamista primero, el crecimiento exponencial de China, ahora la torpeza de Putin y su camarilla, han dado, y seguirán dando contenido ideológico a los intereses que ligan la pervivencia de la hegemonía estadounidense a un incontestable poder militar, sin importar el precio y la erosión moral que ello representa. La creciente privatización del ejército americano (hay que reírse del Grupo Wagner), es una prueba de la degradación ética del papel de las fuerzas armadas norteamericanas. Y no podemos olvidar el auge del  fraking canadiense y norteamericano aprovechando las sanciones al gas y petróleo ruso, y el precio que tenemos que pagar por los cereales, no por la ausencia de cereal ucraniano (representa alrededor  del 3% de la producción mundial, aunque con gran capacidad exportadora), sino porque así se lo ha exigido a los mercados la hegemonía norteamericana en ese apartado. Triple victoria para Estados Unidos: refuerzo de su industria militar (con su doble vínculo tecnológico-militar); hegemonía en el mercado petrolero, gasista y cerealista. La guerra tiene que durar, para que el negocio sea redondo.

La caída estrepitosa de la URSS no dio lugar a lo que los pueblos podían esperar, la contención de la potencia militar y económica que había ganado de forma apabullante la Guerra Fría. Utilizando a la  inane Europa, incapaz de reaccionar ante la matanza en los Balcanes, por no hablar del Caúcaso, mirando hacia otro lado ante el desprecio de los derechos de  los millones de rusos que quedaron en los nuevos países aparecidos tras el fin de la URSS, esa Europa cómplice dejó que la OTAN fuera extendiendo sus tentáculos por todos los países que habían sido víctimas del socialismo real, un movimiento no integrador, sino claramente agresivo hacia una Rusia herida y considerada  irreversiblemente vencida.

Ante la ausencia de victoria definitiva sobre el terrorismo islámico, los abandonos de Irak y el vergonzante de Afganistán, nuevamente el complejo industrial-militar se activó para tener su papel en lo que puede considerarse frentes tradicionales, Rusia con Ucrania como estado títere y el Pacífico como lugar de confrontación con China, con Formosa como excusa. Putin picó, y el complejo militar-industrial se frota las manos desde hace un año, y Xi Jinping acepta el reto, y el complejo militar-industrial no deja de advertir sobre el peligro chino, hasta el punto de que los juegos de guerra ya hablan por boca de importantes militares estadounidenses de una confrontación directa en el Pacífico para 2025.

Y ha llegado el globo, el globo chino. Durante la Guerra Fría, hubo incidentes como el del U-2 en Mayo de 1960. Un verdadero avión espía, un piloto de carne y hueso, Francis Gary Powers (muy frágil, no quiso suicidarse). Los tanques norteamericanos tomaron posiciones de combate cuando se levantó el muro de Berlín en Agosto de 1961. La crisis de los misiles en Cuba en Octubre de 1962, nos colocó al borde de la catástrofe. Viendo que el juego era demasiado peligroso, ambos contendientes buscaron países intermedios para calentar su conflicto, vietnamitas, angoleños, chilenos, checoeslovacos…. pagaron con su sangre la confrontación ideológica. La tragedia del U-2, se ha transformado en la comedia de los globos  chinos, uno “espiando” a USA y el otro midiendo, imagino, los campos cocaleros que es lo más interesante que tiene en este momento Suramérica.

El globo chino se convirtió en amenaza en Montana, donde no se le derribó. El estado de Montana tiene una extensión de 380.000 km2 y una densidad de 2.73 habitantes/ km2  (Teruel llega a 9.08). Las posibilidades de que el globo derribado cayera sobre la cabeza de alguien eran prácticamente nulas. Pero se prefirió que el globo siguiera el capricho del viento, para que el “globo” durara lo suficiente como para alertar sobre el “peligro amarillo” y hacer de China el próximo enemigo a batir que exigía George F. Keenan, ahora que Rusia está bien ceñida a un guerra a través de un estado interpuesto como es Ucrania y del que se ha  hecho burla desde su fracaso en las primeras semanas tras la invasión.

Todo esto no sería posible sin una prensa, la tercera pata del complejo militar-industrial-media, que ya no ven la posibilidad de que el globo chino tenga una función meteorológica, sino que claramente ya tiene el calificativo de “espía” , sin ningún tipo de duda, redundando el mensaje de militares y políticos como el Secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, que asume el papel de Nikita Krushchov tras el derribo del U-2 cancelando la visita de  Eisenhower  a la URSS. Él no va a ser menos y ha decidido que el incidente del globo es suficiente como para anular su visita programada a Pekín, en un momento en el que el Pacífico se convierte en un patio de armas. Lo repetido, la historia primero como tragedia, después como comedia. Pero no por ello con resultados menos catastróficos para los pueblos y con el riesgo para la democracia que ya previó con clarividencia Eisenhower aquel frío 17 de Enero de 1961

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