Pilar Lachén

Gracias, San Lorenzo

15 de Agosto de 2022
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Podría haber sido un San Lorenzo cualquiera este que acaba de terminar, pero mi corazón me dijo, desde las doce del mediodía del día 9, que todo iba a ser distinto. Ya, sin apenas quererlo, las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos cuando escuché el estruendo del cohete anunciador de las fiestas; esas “glarimas” oscenses retenidas durante dos años y que, finalmente, optaron por deslizarse por mi cara al son del dance de las espadas y de los vivas al patrono y a la ciudad.

El día 10, “la mañana más bella del año”, tampoco se contuvieron y, siguiendo cinco dances que latían en mi corazón con más fuerza que nunca, volvieron a brotar de mis ojos. No es esto la imagen de un San Lorenzo triste; la esperanza, la alegría, el recuerdo, en resumen, vivir de nuevo mi tierra, su esencia, su aroma, sus colores, sus gentes, me hicieron volver a esos años atrás en que nada pasó, en que llegaba agosto y con él la alegría de una ciudad que vive y reza a su patrón.

He disfrutado estas fiestas. Lo he hecho a pesar de la pena por los que se fueron en estos dos últimos años, a pesar de ese regusto amargo que nos queda a todos por lo pasado, a pesar de que no se ha ido del todo, a pesar de un futuro que nos presentan negro como el más profundo de los pozos. Porque estoy viva y, sobre todo, porque vivo.

Quizá sea cierto lo que me dicen: que soy muy Huesqueta. Y ¿qué voy a hacer? Sentirme orgullosa de mis raíces, de mi ciudad, de haber nacido aquí y sentirme de aquí. No sé qué nos deparará el futuro y, en estos momentos, tampoco me importa mucho. Me he vuelto a encontrar con personas que sólo veo durante las fiestas, he vuelto a disfrutar de la familia y de los amigos, he olvidado que había algo más allá de aquello que olía a albahaca y vestía de blanco y verde, he puesto mis esperanzas en San Lorenzo y he rezado por su protección.

No ha sido un San Lorenzo cualquiera. Ha sido el año de vivir, de sentirse vivo, de llorar y reír simplemente por estar aquí, donde, como dice el himno a nuestro patrono: “Esta tierra bendita de Aragón”. Gracias San Lorenzo por dejar que esta “fata” halla sentido latir su corazón en tu honor con las gentes de la ciudad que te vio nacer y, por suerte, también me vio nacer a mí.

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