Vaya por delante que soy una enamorada de la naturaleza y de lo que significa para nuestro bienestar.
En mi casa tengo una pequeña terraza llena de macetas (mi hijo la llama jungla), y nada me gusta más que sentarme a contemplarlas, al mismo tiempo que veo las moreras de la Universidad y los pinos del parque del Encuentro.
Dicho esto, viene a mi memoria que hace unos cuantos años se talaron unos árboles en la travesía Ballesteros ¿La razón? Las raíces habían levantado las baldosas de la acera y suponía un peligro para los que teníamos que pasar por allí.
La sociedad oscense puso el grito en el cielo, pero hoy se puede pasar sin ningún peligro por esa acera y los árboles que se replantaron dan una sombra magnífica que mitiga los calores del verano.
Lo siguiente no tiene nada que ver con árboles, pero sí con las protestas y manifestaciones que se organizan.
Cuando se empezó a peatonalizar el Coso Bajo, hubo un clamor popular por el desastre que iba a suponer: las tiendas no venderían, nadie pasaría por la calle… Vamos, un desastre total. Incluso se creó una plataforma para protestar por el inminente desaguisado.
Hoy todas las tiendas, o casi todas están abiertas y encantadas de cómo van las ventas, además de la gran afluencia de personas.
Hoy la protesta vuelve por la desaparición de algunos árboles en el entorno del polígono de las Harineras. Que no sabemos si se repondrán. Es de suponer que sí, en cuanto terminen las obras.
Vamos a dejar que los técnicos hagan su trabajo porque a veces es necesario, para mayor seguridad de la población, que algunos ejemplares desaparezcan y se planten otros, quizá otras especies que sean más acordes con el clima de nuestra ciudad.
Vuelvo a proclamar mi amor por la naturaleza, por su belleza, por lo que ayuda a nuestro bienestar y por el misterio que representa su ciclo de muerte y renovación a lo largo de las estaciones del año.
Y para protestar igual es mejor no adelantarnos a los acontecimientos y ver el resultado final. Quizá entonces ya sea tarde, pero no se habrán gastado energías inútilmente.
A todo esto, me gustaría saber cuántos de los que protestan por la tala de árboles están a favor del aborto.