José Martín-Retortillo

Hostelería en Huesca

12 de Septiembre de 2022
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En Huesca la gastronomía ha mejorado mucho. El reto y el aliciente es lo mucho que queda por recorrer y por mejorar. Valorar lo que se tiene conseguido es una obligación, pero asumir que falta mucho para alcanzar algo parecido a la excelencia, que nunca está de menos, parece un reto al que dirigirse. En estos tiempos, el aliciente de las terrazas y del aire libre, y de la sombra frente al calor, son evidencias, necesidades del personal, pero no hay duda que los bolsillos se resienten, que no hay la alegría de otros tiempos y que todo anda más caro.

Muchos establecimientos, las escuelas de hostelería, la divulgación de los medios y más diversos factores han conseguido una mejora evidente en toda la hostelería, lo cual redunda de forma principal tanto en el turismo que tan preciso es en la economía y el empleo, como en la propia estima de la ciudad en que se vive.

Aumentan los visitantes y el servicio de la manduca es una pieza fundamental, donde calidad y precio marcan la nota de satisfacción del turista, a quien hay que ofrecerle hospitalidad y atención. Me gusta observar, allá donde viajo, cómo el personal atiende y se enrolla con su trabajo y ver el grado de implicación que muestran en su cometido. No todo el monte es orégano, y no todo el empleo es ajustado a las normas existentes según lo que oigo en ocasiones, pero en general estos servicios están funcionando con satisfacción, aunque hay algunos casos que requieren más aprendizaje y preguntar quien enseña el oficio, si acaso.

El turista quiere recuerdos, emociones, agrado, y eso se lo puede dar un buen servicio, un buen precio, una buena ración de algo propio del lugar que visita. Es la atención la que da la distinción de un lugar. No se trata de servicios industrializados o de autómatas, tipo establecimiento de autopista, si no de personalizar la atención.

Ahora funcionan las redes con mayor precisión. Son guías rápidas y certeras, muy usadas por la gente joven, que en el mejor sentido informan al momento de opiniones, preferencias y querencias del consumidor para saber que escoger. Los móviles han conseguido que se sepa de nuestras vidas y andanzas al detalle, y aunque reconocemos esta invasión de nuestras vidas, no estamos dispuestos a renunciar al elegante aparatito que parece nació y convive con cada uno en todo momento, como algo imprescindible de nuestra compañía.  

Además, hay cada vez más información en la prensa gastronómica, donde cuentan cosas de “comida fácil”, que luego resulta de lo más sofisticado y difícil, pero suele tener mucha relación con el paisaje turístico de cada lugar. Hay que contar con las ganas que tiene el personal de orearse un poco y salir de su lugar cotidiano. La literatura coquinaria, el periodismo gastronómico, influyen indudablemente en el prestigio de las poblaciones, porque el turista inicia su información de cero y está ávido de saber donde ir, que pedir, que conocer, y que hacer.

Como decía que queda mucho por hacer, siempre valorando el importante esfuerzo de muchos hosteleros, intuyo que hay que resaltar y poner más en canción el prestigio de nuestra heroica huerta, la calidad de las carnes, la caza, el mundo de las setas -cuando hay-, y la calidad de la pastelería, y ya, para nota alta, saber combinar ambas cosas. Por entrar en detalles, destaco las borrajas, las acelgas, el cardo, las espinacas, la judía verde, la ensalada o lechuga, el tomate rosa, entre algunas verduras de la tierra. Recuerdo la cantidad de porcino y vacuno que se está criando en las granjas de la provincia, por no mencionar el prestigio del ternasco, del conejo, del pollo de corral o de granja con su variante de chilindrón. O los embutidos. Y tantos otros platos que el lector avispado conoce de sobra. La vecindad -Navarra, el Ebro, Cataluña, Francia- también acompaña. La atención y el servicio dan el punto de distinción y la satisfacción del cliente, del turista.

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