Los seres humanos estamos aprehendiendo causas y efectos cruciales acerca de nuestra cognición: podemos sufrir toda una vida incluso por algo olvidado mucho tiempo atrás. Nuestro cerebro es así; olvidadizo, excepto para unas cuantas cosas que lo marcan de por vida. Y, desgraciadamente, muchos de esos momentos acaecen durante la breve eternidad de nuestra infancia… y por culpa del despiadado, y tan humano, internet.
¿Qué ocurre cuando un peque, un preadolescente o un efebo consume un tipo de contenido que lo remueve emocionalmente? Que su cabeza vuelve una y otra vez a aquellas imágenes perturbadoras para su receptiva realidad. ¿Algún consuelo?, ¿alguna solución…? Por supuesto: hablar. Mamás y papás, hay que observar los bajones emocionales de nuestros peques, o no tan peques, y, con palabras amables y tiernas miradas, hacerles sentir cómodos para que hablen con nosotros.
Enseñémonos entre todos a labrar el consuelo necesario para afrontar nuestras pesadillas con una hermosa valentía. Y a todas aquellas personas que están sufriendo por su infancia, recuerden que la neuroplasticidad nos ofrece las herramientas para hacer de nuestro cerebro un hogar cariñoso y maternal. Que se puede; se puede ser feliz a pesar de nuestra infancia.