Antonio Morlanes

Invertir es construir

Presidente de ARAGONEX
27 de Enero de 2023
Guardar

Ya me he pronunciado en otras ocasiones que determinados gastos deben interpretarse en su verdadero fin, es decir, el de considerarse como una inversión. Me refiero en concreto a la sanidad y a la educación. Ambas cuestiones van destinadas a mantener una ciudadanía en óptimas condiciones, y no entender esto así es gastar sin criterio y con resultados de alto coste, en definitiva, es como hacerse trampas al solitario.

En estos momentos nos encontramos con movimientos reivindicativos en el sector de la sanidad pública que se presentan conjugados entre los profesionales sanitarios y los ciudadanos. Es necesario aceptar que esto no es un capricho de quienes protestan y que, sin duda, estamos ante un problema al que no se le puede dar la espalda por la necesidad de contar con el mejor de los sistemas sanitarios; primero porque no están dando el servicio que se necesita y después porque están utilizando mal los recursos públicos, es decir, el dinero de todos. Entender que gastar menos es generar ahorro, es andar muy equivocados.

La medicina preventiva es la que da mejor resultado pues genera una población sana y, por derivación, con menor coste en el resultado final de lo invertido en la sanidad pública. No soy un experto en esta materia pero trataré de dar sentido de realidad a lo que estoy afirmando. Una sanidad potente de atención primaria permitiría que todos los ciudadanos pudiésemos recibir, al menos una vez al año, una revisión sobre cómo nos encontramos de salud, de esta forma podrían detectarse con anticipación muchos problemas sanitarios y, por ende, aplicar los medios necesarios para su solución.

Esto significa que los Centros de salud deben estar perfectamente dotados de profesionales (médicos, enfermeras, celadores…) de tal forma que cada ciudadano adscrito a ese centro esté identificado a su médico y personal de enfermería y, a su vez, estos tengan un número adecuado para poder gestionarlos con total garantía y, por supuesto, con un sueldo digno para quien ha realizado una elevada formación y alberga en sus manos la responsabilidad mayor en relación con las personas, su salud.

Pero si vamos al tema económico, me atrevería a afirmar que el modelo actual es más caro que el definido en una sanidad preventiva.  La sanidad actual está basada en que cuando alguien se encuentra enfermo acude a ponerse en manos del médico. Esto significa, en muchas ocasiones, un tratamiento basado en pruebas, visitas y medicamentos, cuando no en ingreso en un hospital; pues bien, si se realizara una prevención basada en revisiones anuales y educación sobre cómo tratar bien las formas de vida, alimentación, ejercicio, etc., descubriríamos que el coste/inversión es menor y más eficaz, eso sin contar con las bajas sanitarias que inciden directamente en la producción económica.

No quiero dejar de mencionar, hablando de los costes destinados a la sanidad, de los que se consignan a la gestión administrativa. Vivimos en un tiempo de grandes avances tecnológicos: inteligencia artificial, megadatos, algoritmos y mil métodos más, pues en la gestión sanitaria administrativa no funciona ni siquiera el teléfono, por tanto, si lo que esperamos es que los recursos sanitarios se gestionen con eficacia: démonos por vencidos. Si se hiciese un estudio sobre cuál es la productividad de la sanidad, por derivación de su gestión a través de la administración, es posible que estuviésemos ante índices tan bajos que si fuese una empresa la auditoría correspondiente concluiría con la indicación de presentar un concurso de acreedores. Creo que no es nada complicado realizar un estudio que, en base a los avances tecnológicos, nos marquen sistemas capaces de gestionar la sanidad con eficacia y una mayor rentabilidad.

En el conjunto definido, no me cabe la menor duda de que dedicando menos dinero conseguiríamos una mejor sanidad pública con incidencia en la salud de las personas; unos recursos sanitarios mejor aprovechados con un incremento importante de profesionales mejor pagados; una gestión administrativa más eficaz y directa con el ciudadano y en definitiva una sanidad que sea actora principal de una sociedad sana y, por tanto, con costes mucho más bajos en relación a la economía del Estado.

Debo trasladar lo mencionado hasta aquí con relación a la sanidad pública con algo tan fundamental como es la educación. Una mejor gestión con profesionales comprometidos. Aquí debo decir que, aunque la gran mayoría lo son, no les proporcionan el camino que necesitan para poder hacer realidad el principal objetivo: conseguir que las futuras generaciones aprendan a ser ciudadanos respetuosos con los derechos de los demás. En definitiva a ser personas en su más elevada cualificación.

El dinero público que se invierte en hacer una sociedad más justa y solidaria, que entienda que su paso por ella no solo consiste en disfrutar de lo que la Naturaleza ha puesto a nuestro alrededor, además tenemos la responsabilidad de su conservación con respecto a todos los elementos que la componen. Es por esto la importancia del concepto invertir por encima del de gastar, pues el primero constituye un beneficio de todos y el segundo, que no es excluyente pues también es necesario como subsidiario del primero, es el combustible que permite que todo circule. No seamos mezquinos en estas cuestiones de inversión y mucho menos cuando además debemos no olvidar el apoyo incondicional de todos aquellos que no disfrutan de las condiciones de vida mínimas que necesitan las personas.

Archivado en

Suscríbete a Diario de Huesca
Suscríbete a Diario de Huesca
Apoya el periodismo independiente de tu provincia, suscríbete al Club del amigo militante