Durante mucho tiempo, los benasqueses, a diferencia del resto de visitantes, hemos adquirido un impulso innato cuando entramos al pueblo por la rotonda del sarrio: miramos solo hacia un lado. Allí, en el escaparate de una de sus tiendas, se apostaba uno de los personajes más importantes que el Valle ha dado en el último siglo.
La gente de Benasque se caracteriza por ser trabajadora, valiente y con una visión de futuro muy reseñable. Entre todos los que conforman este Valle estaba, José Barrabés.
Quienes lean esto les sonará “Barrabés”, sobre todo a los montañeros, pero muchos otros pudimos conocer de cerca a la persona, al emprendedor y al gran conversador que era José.
Él fue un hombre que, con gran trabajo y esfuerzo, consiguió convertir una pequeña tienda de ultramarinos del Pirineo, en la empresa global que es hoy Barrabés. Mucho se ha escrito sobre el fenómeno “Barrabés”, pero algo que no se puede analizar técnica o académicamente es, que ese espíritu de emprendimiento no solo lo plasmó en su negocio, sino que nos lo trasladó a muchos benasqueses y, especialmente, a los más jóvenes.
No olvido las conversaciones en el banco de la rotonda, los consejos que nos daba, los ánimos que nos transmitía para que lográramos todo lo que nos propusiéramos y siempre, pensando a lo grande; tanto a los que estudiábamos, como a los que empezaban a trabajar en sus negocios o en empresas familiares. José, siempre procuró prestarnos toda la ayuda que estaba en su mano para que avanzásemos, para que no olvidásemos de dónde veníamos o hacia dónde íbamos.
El pasado día 25 de diciembre nos dejó y la iglesia se quedó pequeña para albergar su funeral. Su mayor legado, sus hijos y nietos, le despedían con el cariño y la tristeza que se le tiene a un padre y abuelo que se va, para no volver. Los que tuvimos la suerte de conocerle, no olvidaremos nunca el hombre sabio y bueno que era José.
Que sirvan estas líneas como homenaje a un hombre que con mucho cariño y con gran tesón, llevó el nombre de Benasque por todo el mundo.
Nunca dejaré de mirar en la rotonda que, además de ser la del sarrio, será siempre la tuya, José.
Descansa en Paz.