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Juan de Sada y Gállego, un Sertoriano  cisterciense, renovador de la Trapa

Studiosi pro Universitate Sertoriana
03 de Marzo de 2024
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Colegio de San Bernardo, donde se formó Juan de Sada y Gállego
Colegio de San Bernardo, donde se formó Juan de Sada y Gállego

Fueron las Cortes de Tudela celebradas en 1583 quienes tomaron la determinación de suplicar al Rey que ordenara a los monjes cistercienses del reino que cada uno de los monasterios enviara dos monjes a alguna Universidad, pagando  en este efecto cada monasterio 200 ducados, porque de esta manera se habilitarán los religiosos de dichos monasterios, en letras, en muy grande beneficio del Reino.

Así fue que transcurridos los periodos de novicios eran enviados a los colegios para cursar Artes y Teología, siguiendo este paso, Juan de Sada y Gállego, nacido en la villa de Mallén de la provincia de Zaragoza, antes de la mitad del siglo XVIII, y había  profeso en el monasterio de Santa María de Piedra, quien con aprovechamiento destacado estudió en el Colegio de San Bernardo, que se  había sido establecido en Huesca para recibir al menos veinte Monjes Colegiales, según rezaba la Concordia establecida en 1613, año en el cual se comenzó el curso el día de San Lucas.

Tras incorporarse  la Congregación a la Corona de Aragón, no se hallaba ningún religioso hábil para el estudio, enviándolos al Colegio establecido por la Congregación en Huesca. Fue en este Colegio pues, donde Juan José de Sada participó en los primeros estudios, pues lograba su Bachiller en Cánones y la Licenciatura en Cánones, llegando a ejercer la Cátedra de Prima de Teología, de la Universidad Sertoriana, lo que  derivó por su sabiduría y ejemplo, el que fuera designado como Maestro por la Orden Cisterciense.

Sada, muy versado en lengua francesa, tradujo al español en 1777 en tres volúmenes la obra del reformador Juan Boutilier de  Rancé “Vidas de los varones ilustres del Monasterio de la Trapa”, un trabajo  sobre la vida monástica, de las que conocemos dos ediciones posteriores de 1782 y 1797, año este último que publicara “Regla Santa del Padre de los Monges  San Benito Abad”. Era Juan de Sada entonces, uno de los religiosos cistercienses más prestigioso de España, además de gran admirador y entusiasta propagandista del Cister reformado, propugnando una vuelta al rigor y observancia de los padres del Cister, esta devoción influyó en que la Congregación de Aragón le nombrara para colaborar activamente en la preparación para establecer en España la primera Trapa y según noticia documental, el 31 de agosto de 1794, es nombrado gestor de este asunto ante los monjes de Escarpe y el Rey.

El Maestro Fray Juan de Sada, Consultor General de la Congregación Cisterciense de los reinos de Aragón y Navarra. En obediencia del mandato de V.S. en que le ordena registrar los Estatutos del Monasterio de la Trapa, confrontarlos con los comunes de la Orden, decir su discrepancia o consonancia con estos; exponer la utilidad o perjuicio que pueda ocasionar al Estado o a la Congregación la introducción de la reforma en algún pequeño monasterio de la misma, proponiendo el modo de ejecutarla en su caso para satisfacer a una Real Orden del Supremo Consejo de Castilla en que le manda informar sobre cada uno de los expresados artículos, después de haberlos examinado todos y cada uno dice: Que el Instituto de estos monjes a quienes la decadencia de los tiempos presentes representa como un retraso de vida singular, inimitable y austerísimo, es el mismo que al fin del siglo undécimo fundaron en el Ducado de Borgoña nuestros Padres San Roberto, San Alberico, San Estevan, San Bernardo y otros ilustres personajes nobilísimos.

Explica como las Leyes que componen el Instituto primitivo del Cister o la Trapa, ocupan a los monjes todos los días, horas y aún instantes, sin permitirles ni un minuto de interrupción en el culto divino, oraciones y lecciones de la Sagrada Escritura y Santos Padres y en cinco horas y media de labores manuales ejecutadas con tal piedad y religión que por mandato de su Regla manejan los inferiores instrumentos de agricultura y artes con igual modestia y reverencia que los sagrados vasos del altar. Por tanto, expone que si gustase el Rey de restituir la primera situación espiritual que see dio en la fundación a un Monasterio, podía vaciarlo de los monjes que no quisieran disfrutar esta mejora y distribuirlos en otros introduciendo en su lugar los de la Trapa.

Se recabaron diferentes informes, entre ellos el dictamen del Monasterio de Leyre;  Consejo Real de Castilla; Universidad de Cervera;  Abad de Poblet;  Arzobispo de Tarragona, estos informes eran enviados a Madrid por el Vicario General y con fecha 25 de agosto eran presentados para su aprobación a Carlos IV, siendo apoyados por la duquesa de Villahermosa y el arzobispo de Toledo, siendo finalmente firmada la Real Cédula en San Lorenzo del Escorial el 2  de noviembre de 1795.

Del trabajo de este Sertoriano salieron dos publicaciones que perdurarán en el tiempo como base y fundamento de la Orden renovada de la Trapa en España: “Definiciones de la Congregación Cisterciense de las Coronas de Aragón y Navarra”, obra traducida del Latin en Romance para uso de las Monjas y Conversos, y “Regla Santa del Padre de los Monjes de San Benito Abad”. Obra esta que se presenta en lecciones diarias según la forma primitiva usada en los Coros del Orden del Cister, igualmente traducida en Romance,  que vieron ambas la luz ambas en Pamplona el año de 1797.

A decir de uno de sus biógrafos toda la mejora de esta Orden se logró gracias al dinamismo y preparación de este fraile, que fue  educado en el Colegio de San Bernardo de la Universidad Sertoriana de Huesca

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