El 21 de noviembre del 2000 era asesinado Ernest Lluch por parte de la banda terrorista ETA. En el vigésimo tercer aniversario de esta atrocidad es preciso recordar al gran hombre que era.
Muchos periódicos recordarán de él su labor en el Ministerio de Sanidad, reformando la Seguridad Social hasta modernizarla y hacerla capaz de enfrentarse a los retos del siglo XXI. También es verdad que posteriormente esta reforma se ejecutó mal. Mucho más después de la descentralización, aunque ese es otro tema.
Otros tantos periódicos no hablarán de él. Si ustedes revisan en la hemeroteca verán cómo trató la noticia el Diario pro-etarra GARA. En sus páginas interiores hablaban de que Lluch “fue muerto por dos disparos en la cabeza”. Como si fuera una enfermedad o un accidente casual ¿Qué harán ahora? De momento hace pocos días, tras el fallecimiento de un mítico dirigente de la banda terrorista, hicieron un elogio de la vida del criminal.
Con respecto a Huesca, Ernest Lluch tuvo una relación intelectual muy interesante, y a él se le debe la recuperación de grandes pensadores oscenses hasta entonces olvidados.
Lluch era economista. Y como tal sabía que en el pasado estaban las claves para entender el futuro. No porque fuéramos a encontrar en las páginas de la historia soluciones mágicas para los problemas actuales, sino porque podíamos aprender de los errores y ver las soluciones que se propusieron y que nunca se llevaron a cabo. Así se construye un futuro. Sabiendo de dónde venimos, qué hicimos mal, qué hicimos bien y cómo podemos usarlo en nuestro favor.
Al estudiar la historia de los grandes economistas españoles se dio cuenta de que todos eran del “Reino de Castilla” o de Barcelona. Como si Aragón hubiese sido un yermo intelectual en los últimos tres siglos. Algo imposible en el momento que se conoce a un aragonés.
De entre los aragoneses rescatados, destacan tres ilustres oscenses. El primero de todos fue el gran Antonio Arteta, oriundo de Loporzano. El segundo, quizás el más importante de los tres, fue Lorenzo Normante, natural de Berdún. Normante fue el primer profesor de economía de la historia de España. Por último, tenemos a José Duaso y Latre, natural de Campol, pueblo deshabitado perteneciente al municipio de Fiscal.
Sin Lluch, la obra de estos pensadores hubiera seguido en el olvido, y hoy nadie los recordaría. Fue él quien mostró al mundo que en Huesca siempre había existido una tradición académica con la Universidad Sertoriana y que de allí salieron grandes intelectuales del campo de la economía.
La historia era parte fundamental en el pensamiento de Ernest Lluch. Por ello quiso entender mejor la violencia de la banda terrorista ETA y estudió sus orígenes. En septiembre del 2000, un mes antes de su atentado, publicó una hipótesis ¿Fue Begoña Urroz, un bebé de 22 meses, la primera víctima de ETA? En ese artículo Lluch planteaba muchos indicios que señalaban a ETA como posible artífice del atentado perpetrado en 1960 y que había costado la vida a un bebé de menos de dos años. Según Lluch, si ETA comenzó en 1960 y no posteriormente como se decía, los orígenes del terrorismo serían otros distintos a los planteados por la banda. En definitiva, el artículo de Lluch sólo buscaba información y respuestas. Desgraciadamente este caso aún está por aclarecer, pues no se sabe si fue ETA u otro grupo llamado DRIL.
Lluch buscaba en la historia las respuestas que nos pudieran hacer mejorar. Por eso buscó a los grandes economistas aragoneses del siglo XVIII y XIX. Por eso buscó el origen de ETA. Para tener respuestas. A algunas personas no les gustaban las preguntas y preferían que ignorásemos las respuestas.