Luis Iribarren

Me "yaman abandonáo", para un chacarero

Abogado
26 de Febrero de 2024
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Y ahúuuura… Si a mí me gusta que suenen, pa qué los quiero engrasaos.

AragonesXs, Mauricio Aznar.

Un genio sí, de la generación de genios que no sé sabía de dónde se sacaban esas letras con su poca experiencia de vivir. Nos lo están, nos lo van, se merecía que… nos lo metan con calzador, salga hasta en la sopa de los informativos de Henneo.

Vale. Pero no me parece que fuera un “that comes in out of nowhere” man. Tampoco un quinqui de barrio, fue otra cosa de complejo perfume que escribió, sucediendo en sus letras a los haiku de Labordeta porque al este del Moncayo, frases a ritmo de southern confort y que le encajaban perfectamente. Un clásico es aquel que reconocen como tal a los que ni siquiera les guste su estilo.

Aunque todos los grupos de la movida del rockabilly, más en Zaragoza por la radio de la base, rimaran y compusieran oyendo las letras de Johnny Cash, quisieran vivir en los excesos sureños y “ring of fire”, pegarle fuego al chaparral.

Misiones que tuvieron incluso como alemanes de origen y yagan –o yazcan o yazgan, qué verbo tan dúctil y lay on- en pieza separata del romántico Cementerio de Torrero, aquí -y el aquí es hasta donde llega el páramo con capitanas que es hasta la Binéfar de “Proscritos”  y la Fraga de la “Florida 135”- se miraba a América.

Tuve amigos panaderos, en el metal o la construcción, de tupé obligatorio, noche en el Kezka o que aparecían en el restaurante del cruce de Altorricón ataviados como los “Leningrad Cowboys” de la película de Kaurismäki (sí, otra vez él, Santa María de la Virgen de Helsinki, perdónanos señor).

Lo más opuesto en personajes se veía en las cabalgadas nocturnas aragonesas a los skin seguidores de Kratwerk, las óperas punk de la Hagen tan poco elegantes y el Nineteen Red Balloon o las aburrídisimas baladas de los Scorpions, sin salir de Alemania y la poca rasmia y su vino con adición de azúcar.

Será la luz de cierzo que se aniebla al este de Raimat, serán los cielos de diorama, el abandono de los servicios que se respira en Aragón, los espacios abiertos, que toque la lotería más veces que el tres por ciento que somos, los generadores en La Muela desde los 80 y sus puntos rojos viniendo de Madrid por la noche o el ternasco con ajo picau y patatas asadas y los vinos a los que tratarles de don. Sumemos las memorias de los emigrados, la renovación de la tradición oral con adición de las baladas de los que cada pueblo aragonés marchaban a América, la nobleza bruta como mitificación… Que este país ha salido rocker.

No tuvo nuestra música en Dixieland la influencia de las baladas de bardos irlandeses o escoceses vía country confederado o blue grass; no legamos melodías de acordeones caribeños a la francesa al jazz y en el cayoun de Louisina.

La rumba, como la jota, como la polka que es el corrido o el vals del tango se desarrollaron en lugares a los que los aragoneses no fuimos o en cuentagotas. Los rones tienen apellidos catalanes, las compañías de seguros y atletas argentinos o colombianos negros como los farmacéuticos de Cienfuegos, los portan vascos.

Auserón hablará de ello en la Filmoteca, pero las habaneras en la costa se cantaron y los corridos, esos fados con testosterona y metales, ocuparon el lugar del tango argentino en el norte americano para contar tragedias, revoluciones o historias de barbaridades, influyendo en el castellano, para mí,  de los dos mejores escritores en esta lengua del siglo pasado: Rulfo y José Alfredo Jiménez. Pulcros como Cervantes pero incisivos como Quevedo.

Estas músicas que tan bien conocía Mauricio llegaban en partituras de militares a los pueblos con los boleros en los años 40, con los conductores y revisores de las compañías de autobuses de línea con nombres de coche de lujo: la Hispano Tensina, Ansotana y tantos otras…

No optó por ellas, pero tampoco le dio la espalda histórica de Aragón, con una generación de pastores entera emigrada a las pampas. En una parte de su vida y obra, cuando yo más le vi con Almagato, se nos volvió chacarero. Viaje inverso a los Tequila, que tocaban por los Rolling, él como Malevaje se pasó a Yupanqui y la música andina.

Un tipo muy fino se nos hizo de chacra, de pueblo como el presidente Mujica. Tocó con Carabajal, un aragonés se enamoró del bombo legüero que no cesa. El que sostiene monótono la rabia musical de Los Fabulosos Cadillacs, ska y reggae chacarero, cumbia del Estero.

Me quedo con esa etapa lunfarda de Mauricio, yo que asistía estupefacto a las descargas de Malevaje en el Teatro del Mercado. A violonchelo, violín y guitarra puntiaguda, a los que me pasé empanao tras rebozarme del huevo del Urrutia de Gabinete Caligari y sus falsos tangos, porque Edi Clavo era el batería de los dos grupos. De cuando estaba enamorado platónicamente de la de Esclarecidos, en otra o en la misma onda.

Os quería meter alguna palabra en lunfardo, pero pa qué, yira… Además las podéis leer vosotros en publicación de Ciro Bayo de 1910 “Vocabulario Criollo-Español Sud-Americano”. Pasaréis un buen rato porque chaco, y lo sabéis al ser una región, es el desierto del norte de Argentina. Equivaliendo chacra a doce cuadras, siendo los agricultores chacareros y chacarillas sus quintas o haciendas, Mauricio cultivó la Real Academia de todas las lenguas.

Todo ello pasado del guaraní como el jaguar, la mandioca y Paraguay y al Uruguay, no me voy, porque temo naufragar (la ronda de Berdún cantando en esa lengua). Venga, no poema del Estero, recitar sibilando:

Dis que el bombo se ha cansao, antigua casa del pago;  de ver caer tantos quebrachos cuando la tarde se entraba y ahora se golpia pa' adentro la vieja salavinera; pa' que se alumbren los ranchos, en quichua sólo cantaba.

Con repique de bombo de todo se ha perdido, a pulso normal, para rasguear, arriba y abajo. PAMpamPAMpamPAMpamPAMpam, sin parar como en la canción de Drexler que ganó el óscar, rompiendo la costra de la tierra de la chacra.

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