Fernando Alvira Banzo

Las micro satisfacciones

Profesor y pintor
10 de Octubre de 2022
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Afirmaba Einstein que en los momentos de crisis la imaginación es más importante que el conocimiento. No hace falta  ser muy agudo para advertir que los momentos que nos están tocando son bastantes críticos dado que hasta yo lo he notado; por ello si hacemos caso al físico más peculiar del siglo XX es hora de poner en marcha la imaginación con algo de conocimiento por ejemplo a la manera que lo utilizaba mi abuela Petra (Quépococonocimientotienesjomío!!!).

Ante la avalancha de angustias que nos proporcionan los informativos del tipo que sean, que taladran a quien los oye o los lee con las sequías pertinaces –la de este año parce ser la más pertinaz de todas por esta latitud desde que existen registros, claro; el frío que vamos a pasar este invierno nos pongamos como nos pongamos; lo poco que vamos a poder comer, por la carestía y sobre todo por los precios; lo cerca que estamos de un desastre nuclear por la gracia del espía metido a redentor de su patria, manda güevos; las desordenadas migraciones que resultaría gracioso que alguien las pudiera ordenar, los chips que nos inoculan con las cada vez más abundantes vacunas y otras tantas y tantas maravillas que nos envuelven, podríamos dedicar la imaginación a buscar satisfacciones que compensen el tormento informativo diario, que llega incluso a los que no queremos ni ver ni oír informativos.

Ni en los mejores tiempos la mayoría podemos permitirnos las grandes satisfacciones que visualizamos sobre todo en las publicaciones de papel brillante y en algunas de las redes sociales: los grandes yates y las playas paradisíacas exclusivas que disfrutan unos pocos, las entradas bajo palio en casinos no menos exclusivos, las comidas exquisitas en reservados de varias estrellas, el disfrute en el ámbito familiar de obras de arte que encajarían en los mejores museos, los ornamentos de un solo uso y de diseño único que darían de comer a familias enteras durante un año... Eso solo les ocurre a los considerados importantes por una mayoría mucho mayor de lo que puede soportar quien dedica algunos minutos del día a pensar, cuyo ejemplo más ramplón es el de algunos especialistas en pegarle patadas a una bola.

Pero a todos nos queda el recurso de las micro satisfacciones. Que dicho sea de paso producen individualmente un efecto igual o superior al de las grandes dado que para el disfrute es imprescindible que exista una variación en el nivel de sensación de quien lo percibe como define la ley de Weber-Frechner, o de Weber a secas, que formaba parte de uno de los temas de dibujo cuando se implantó el COU en este país; la variación en la intensidad de la percepción es lo que hace que varíe cualquier sensación con independencia del nivel social y económico de quien la percibe. Lograr una enorme satisfacción puede conseguirse analizando cualquiera de las pequeñas oportunidades que nos brinda nuestro entorno más próximo a cada paso; no hacen falta inversiones millonarias.

La belleza de los cardos en el camino de Loreto, por ejemplo, esos cuya geometría trabajó con afán Félix Lafuente, excelente dibujante y pintor, –modelo para todos y maestro para los mejores pintores oscenses de paisaje del siglo XX–, puede provocar ese necesario cambio en la intensidad de la percepción para convertirse en una micro satisfacción equivalente a cualquiera de las grandes satisfacciones que pueden, en muchas ocasiones, pasar totalmente desapercibidas para los supuestos usuarios de las mismas por haber alcanzado la saturación total y ser incapaces de modificar su nivel de sensación.

Sin salir de ese camino, el movimiento ondulante de los trigos en los últimos días de la primavera, el rojo violento de los corros de ababoles cuando se acerca el verano, los brillos del agua y el movimiento y los sonidos de las aves en la alberca en el otoño, los verdes intensos del cereal cuando termina el invierno… o los espectaculares amaneceres y atardeceres no importa cual sea la estación del año.

Solo hace falta volver al mundo real y mandar a escaparrar el virtual en el que pretenden atraparnos. Prestar atención a la belleza que encierran esas realidades que acompañan cualquier paseo puede convertirlas en micro satisfacciones de las que tan necesitados estamos para compensar las angustias circundantes, los momentos de crisis que vivimos en los que ¡no me olvido, no!, algo tiene que ver el hecho de que estemos rodeados de políticos…

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