Morante se marcha y deja huérfanos a todos los amantes del toreo. El genio de La Puebla del Río dijo adiós de los ruedos el pasado domingo, 12 de octubre, cuando nadie barruntaba su fin. Quizás por eso es único, inigualable. Por esa verdad. Porque Morante es -muy- diferente al resto. Madrid despidió con honores a un torero que ha sufrido muchísimo en los últimos años con sus problemas de salud mental -trastorno disociativo-, pero que no ha dudado en colocar sobre sus hombros la tauromaquia en el momento más crítico y elevarla hasta lo más alto, dejando un legado que ahora corresponde mimar y mantener.
La historia de Morante con Huesca ha ido, por desgracia, estrechamente ligada a la mala suerte. Quién podía pensar el pasado 10 de agosto, en pleno bullicio de San Lorenzo, que el diestro sevillano no iba a pisar nunca más el coso oscense. Así lo quiso el destino fruto de la inoportuna cogida el día de antes en Pontevedra, en mitad del maratón de un verano que ha sido eterno para él. Las noticias ese mismo 10 de agosto corrieron como la pólvora por los tendidos de la Plaza de Toros de Huesca: "Han cogido a Morante, qué mala suerte". En su lugar, aquel lunes 11 de agosto fue Manuel Escribano el que hizo el paseíllo. La ilusión por los suelos.
Yo tenía 15 años cuando vi por primera vez en directo a Morante de la Puebla. Fue en Huesca, un sábado 10 de agosto de 2013. ¿Recuerdan esa fecha? Aquel día tenía torneo de fútbol sala en Benabarre, pero al mediodía me escapé a Huesca dejando "tirado" a mi equipo, aún vivo en el torneo. Mi gran ilusión era ir a los toros, a la primera de feria en una tarde que se antojaba antológica. ¿Cómo iba a perderme semejante cartel? El genio rompió el paseíllo junto a Enrique Ponce en un mano a mano con toros de Gerardo Ortega y fue herido en el segundo toro -su primero- de la tarde. Mi ilusión -como la de todos los presentes-, igual que el pasado 11 de agosto, por los suelos.
Mi amigo Jorge Orús describió en su crónica a las mil maravillas de qué va eso: "De la vida y la muerte trata el toreo; y no siempre de la suerte final de la res (...) De esto va el toreo; ésta es su verdad y no la prosopopeya de falsaria facundia de aquellos que se ufanan en expedir certificados de humanidad, de quienes pretenden que el toro sea un sujeto indefenso, un juguete en manos de un desalmado".
Sin duda, fue un 10 de agosto de 2013 triste para los amantes del toreo. Oloroso, un manso de 453 kilos, empitonó a Morante cuando éste lo citaba al natural propinándole una importante cornada que terminó con el diestro en la UCI del Hospital San Jorge y con Ponce matando seis toros. Las fotos de aquel día son acreedoras de la tensión que se vivió en ese momento de la cornada, con la cuadrilla izando al torero junto a Pablo Ciprés y Tomás Luna, a los que se unió pocos segundos después Diego Urdiales.
El parte médico fue desgarrador: "Cornada en el tercio medio de la cara interna del muslo izquierdo con tres trayectorias. Una descendente de 30 centímetros, otra ascendente de 15 centímetros y otra ascendente hacia afuera de 20 centímetros. Rotura de vasos perforantes con intenso sangrado". Desde entonces, Huesca tuvo más ganas que nunca de Morante. Pero la realidad es que se ha quedado con sed y todos nos dimos cuenta el pasado domingo.
El cigarrero ha estado anunciado en siete ocasiones en la capital oscense. La primera en 2009; la última en este 2025 con el resultado que ya hemos comentado anteriormente. Entre medias estuvo acartelado en 2010, 2022 -oreja pero fallón con la espada-, 2023 -cumbre en el cuarto, pero sin puerta grande, con Joselito Adame y Ginés Marín a hombros- y 2024 -sin opciones en la tarde con puerta grande de Emilio de Justo-.
Morante se despidió del mundo desde Madrid, la catedral mundial del toreo. Se fue a los medios, citando a la profunda tristeza de frente, cruzado, colocado, y las lágrimas brotaron de sus ojos. Lo hizo dejando un vacío enorme, pero seguro que con una tranquilidad inmensa dentro de su corazón al saber que no ha podido dar más. Que hasta aquí ha llegado. Se marcha José Antonio Morante Camacho, abanderado de la última lucha en favor de la tauromaquia. Gracias por tanto.