Antonio Miranda

Las negociaciones de Barbie planchadora

Ingeniero y profesor
14 de Enero de 2024
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Nuestra flamante ministra de Trabajo y Economía Social, según reza en el panteón del incomprensible ejercicio organizativo del gobierno actual, ha dado muestra una vez más de sus habilidades negociadoras, a la par que de su espíritu conciliador, de los que tanto presume.

No en vano, y tras el éxito cosechado con su fracasado decreto, el día de la vergüenza parlamentaria, en el que fue la única que salió trasquilada, acude a tapar el desaire con su flamante medida de subida del SMI. Otro ejercicio de conciliación y éxito negociador. Como el que tuvo por fruto, insistamos jocosamente, el decreto fallido. Para regodearnos en la humillación, rememoremos el aciago día en el que el presidente del gobierno fue humillado, escupido, pisoteado, y arrastrado por el lodazal más infecto, en el que chapoteaban primero con recelo y luego con verdadero gozo, los ministros y señorías parlamentarias afines. Parece que el hedor, con la costumbre, pasa a convertirse en una fragancia evocadora. Claro que, no para todos. Dudo que la ministra disfrutara con gozo seguir en su estercolero particular. Respecto a la humillación, a su Sanchidad le trae al fresco; a los demás les acompañará toda su vida.

En fin, que, ya de paso para dar cobertura de camuflaje a los últimos apaños gubernamentales con los xenófobos de Junts (esos que sirvieron para cambiar el tufo del lodazal por fina fragancia), aprovechóse para lanzar otra muestra del buen saber y presumir de sacar adelante su negociación minimosalarial.

En resumen, y ya que de habilidades negociadoras se trata y no de otra cosa como pudiera ser el fondo de la cuestión, ciertamente importante, resulta que había tres partes: una, los empresarios que ofrecen un 3%, el gobierno, supuestamente en el medio, con un 4% y los sindicatos que piden un 5%. Solución consensuada y fruto de un acuerdo: una parte es descartada, y entre los otros dos, gana todo uno, el que se lleva el 5%. ¡Rayos! Yo quiero tener un interlocutor como la ministra para negociar cualquier cosa. Es un chollo (aprendiz de su jefe Sánchez, desde luego).  

Búsquese la diferencia entre consenso o acuerdo e imposición, entre negociar e imponer. No se molesten.

No deja de ser curioso que, descartada una parte (despreciada), por cierto la que al final asume todo el coste del resultado (que no acuerdo), el pacto entre los otros dos consista en dar todo a uno. Habida cuenta de que al final es el gobierno el que impone todo (con el permiso de Puigdemont, que en este caso no pinta nada, porque no quiere), sorprende su escasa habilidad para alcanzar un término medio y ceder totalmente a su único adversario. ¡Y darle el 5! Insisto, yo quiero negociar con Barbie Cocinillas.

Imagino que los sindicatos, entre gamba y gamba, estarán rumiando por no haber pedido un 10 o un 15%. 

Quién sabe si es una muestra más de su afición por los datos, que no habilidad con ellos. Tal vez piensa que la media entre 4 y 5 es 5. Menos mal que no ha impuesto 9, es la media de la suma de los dos números. Al fin y al cabo, no sabe ni contar los fijos discontinuos, pese a ser su gran logro (aparte de los SMIs).  

Sin embargo, aunque no sea consciente de ello (intuyo), ha hecho un gran favor al sanchismo, y seguramente tiene exultante de gozo a Chiqui-Marisu, la ministra del expolio a quien le ha hecho el trabajo. Y a la intrascendente lugarteniente de ésta, la desconocida Elma. Pues la subida del SMI a quien favorece sobre todo (en realidad únicamente) es al estado, que se va a poner las botas incrementando su nivel de confiscación recaudación. Esos 0,5 puntillos regalados a los sindicatos, en realidad son un regalo adicional a Marisu. Más bien ese puntillo entero, dado que podía haber impuesto 4. Así, sin más. Regalo a Chiqui, que no a todos los españoles. Pero eso es otra historia, larga de explicar y difícil de entender para quien no tiene la intención de hacerlo. En realidad, es un simple capítulo de una historia aterradora. 

¿Será pues, tonta útil, tonta, útil, inútil, lista? ¡Vete tú a saber!

De momento ya se ha ido a gastar ese dinero, u otro, pero siempre del mismo bolsillo (el nuestro) yéndose a hacer unos selfis, mejor dicho, sel-fishes, con unos pescaditos y plastiquitos, que no me extrañaría fueran de plástico (los peces). ¿Habrá recogido alguno o los habrá vuelto a tirar a la arena al desaparecer las cámaras?

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