Hace un tiempo circuló una carta conmovedora: el obituario de un viejo amigo al que todos conocíamos, pero que ya casi nadie recuerda: el Sentido Común.
Decía que Sentido Común había vivido con sencillez, practicando reglas básicas como que el sol sale cada mañana, que no se gasta más de lo que se tiene, que la responsabilidad es de todos y que no se puede cosechar donde no se ha sembrado.
Sentido común murió porque la gente dejó de escucharle, porque la norma absurda sustituyó a la lógica y la prudencia, la estadística interesada a la experiencia y la indiferencia social al compromiso. Por desgracia sobrevivieron sus parientes: conozco mis derechos, primero yo y lo quiero ya, yo no tengo la culpa, soy una víctima y págame por no hacer nada.
Lo cierto es que no venimos de serie con sentido común, sino que lo adquirimos a lo largo de la vida y lo aprendemos gracias a las experiencias propias y de todos. La manera de evitar un accidente es aprender de los errores cometidos, analizarlos y evitarlos. ¡Eso es sentido común!
“La sabiduría no consiste en saber más de lo nuevo, sino en saber menos de lo falso”. Una y otra vez se siguen ignorando las medidas preventivas cuando a ojos de muchos nos parecen de sentido común. ¿Por qué? ¿Por incompetencia generalizada? ¿Por el efecto Dunning-Kruger, un sesgo cognitivo en el que las personas con poca competencia en una tarea sobreestiman su habilidad? ¿Por intereses partidistas?
Hoy, cuando pienso en los incendios forestales y en las tragedias que arrastran, me doy cuenta de que ese obituario sigue vigente. ¿Dónde se pone el foco? Sentido común decía que debía haber una gestión integral de incendios, un enfoque amplio con cinco fases que va más allá del momento del fuego y que contiene la anticipación, prevención, extinción, y post-incendio. La anticipación y prevención se refieren a la preparación previa, mientras que la extinción es el control del incendio, y la fase post-incendio incluye la evaluación y recuperación.
La tragedia en un barranco en el Valle del Jerte lo demostró: un incendio previo transformó el terreno en una trampa mortal y, meses después, una lluvia moderada se convirtió en una riada que arrebató cuatro vidas de la misma familia. La justicia inicialmente lo llamó “imprevisible”, pero la ciencia dice lo contrario: era el resultado de un territorio quemado y abandonado.
Lo cierto es que el Sentido Común no debería haberse ido nunca. Lo perdimos cuando pensamos que apagar un fuego bastaba, y olvidamos la prevención. Lo enterramos cuando no restauramos el terreno tras un incendio. Y lo dejamos morir cuando confiamos solo en la reacción, y no en la anticipación.
Recuperar el Sentido Común hoy significa:
1. Anticipación: Comprender los factores que pueden iniciar un incendio y predecir su comportamiento. Análisis de la información meteorológica, el combustible, la topografía y los patrones de propagación del fuego para anticipar riesgos. Promulgar la normativa necesaria.
2. Prevención: Evitar que un incendio se inicie y se propague. Eliminación de fuentes de ignición. Gestión del combustible (evitar acumulaciones, quemas prescritas, crear cortafuegos…) Uso de tecnología de IA, sensores, señalización de seguridad. Mantenimiento.
3. Extinción: Controlar y extinguir el fuego. Detección temprana y alerta. Uso de técnicas y herramientas de extinción. Evacuación de las personas, rutas y puntos seguros.
4. Post-incendio: Recuperarse del evento y aprender de él. Evaluación de los daños y recuperación. Investigación de las causas del incendio. Implementación de medidas para prevenir la recurrencia del evento y mitigar las consecuencias.
El Sentido Común no ha muerto del todo. Está en pausa, esperando que lo despertemos. Porque la tecnología, los planes y las leyes son fundamentales… pero de nada sirven si no volvemos a lo esencial: cuidar el territorio, anticipar el riesgo y proteger la vida.
Hace tiempo que creo que en España hace falta un gran centro de lecciones aprendidas para las emergencias. Hace años que llevo luchando por un gran centro de prevención para disminuir los accidentes de montaña. Lo decía Sentido Común. No nos centremos solo en el rescate y las emergencias.
Ha llegado la hora de escribir no su obituario, sino su renacimiento.
Y el renacimiento de Sentido Común solo es posible si lo hacemos juntos: partidos políticos, instituciones, empresas, comunidades y cada uno de nosotros...
Porque, frente al fuego, el individualismo arde y la cooperación salva. Y porque Sentido Común nos dice que eso no es una utopía. Que solo hay que creer en una revolución silenciosa e imparable. Porque somos seres humanos. Y porque la cooperación es la clave para nuestra supervivencia.