Óscar Sipán

Las orillas del Isuela saludan a los bordes del Ebro

Escritor
15 de Enero de 2023
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Mi generación creció en ese odio provinciano, casi patológico, hacia el grande. Tengo marcada a fuego la pancarta con la que recibían al Real Zaragoza en los partidos amistosos, durante las fiestas de San Lorenzo, cuando regresaba de hacer la pretemporada en Biescas: LAS ORILLAS DEL ISUELA SALUDAN A LOS BORDES DEL EBRO. Eran los primeros años 80 y acompañaba a mi padre, abonado de la S.D. Huesca número 106, a renovar el carnet. Para alcanzar las oficinas del club había que atravesar un mar de zapatos en Calzados Risu, en la calle Padre Huesca, y luego subir una planta.

En mis primeros recuerdos en El Alcoraz siempre hace frío. No hay frío comparable al frío cemento de general de mi infancia. Niebla y cemento de general. Lluvia y cemento de general. Nieve y cemento de general. Cierzo y cemento de general. El abonado número 106 me hablaba de los jugadores, que eran empleados de gasolinera, albañiles, soldados, yesaires, camareros o periodistas, como ese brasileño, al que llamaban Petón,  que bailó a todo un Botafogo F.C. en un amistoso veraniego. Cuando el frío me resultaba insoportable, me refugiaba en el Seat 124 de mi padre y escuchaba la decepción del fallo o el orgasmo del gol amortiguado por las ventanas cubiertas de vaho.

Pasaron los años, y en la temporada 2006-2007 llegó un nuevo proyecto, un giro de modernidad que profesionalizó el club. El gol de Roberto en Écija puso la primera piedra: como Neo, en Matrix, empezamos a creer. Creer en lo imposible. Creer en el club actual. Un club diferente, que cuida desde las pequeñas cosas -el brazalete de capitán diseñado para homenajear al rival, el arte de los carteles, el uso de las redes sociales, la solidaridad…- hasta las más grandes: la estructura de un club saneado del siglo XXI, un estadio propio, coqueto, con cierto aire a la Premier League, ascender a Primera División con el cuarto presupuesto más bajo de la categoría , bajar y volver a ascender, crecer exponencialmente en poco más de una década y, por encima de todo, ganarse el cariño y el respeto de muchas aficiones.

Ahora que vemos a niñas y niños con camisetas de la S.D. Huesca en cualquier parte, ahora que conocemos el camino de baldosas amarillas que lleva a Primera División, precisamente ahora no debemos perder la brújula. Porque venimos de renovar el carnet de abonado en una zapatería. Porque el fútbol es un deporte que inventaron los ingleses, juegan once contra once y, en el derbi, ojalá gane la S.D. Huesca.

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