De un tiempo a esta parte la política española no sólo se ha radicalizado, sino que se ha idiotizado. Los políticos empiezan a decir cosas sin sentido y sin respaldo en la realidad sólo para ver si engañan a una persona y consiguen retener un voto más.
Esta semana nuestro presidente, en el Parlamento Europeo, ha defendido que el PP y VOX van cambiando nombre de calles para enaltecer al fascismo y al franquismo. Una afirmación fácilmente refutable. Pero ahí está dicha. Si consigue mantener a un convencido, le habrá valido la pena.
Las burdas mentiras y los argumentarios de partido demuestran dos cosas: la catadura moral de quienes lo usan y el bajo nivel intelectual de los votantes. Con respecto a la catadura moral, si un político es capaz de mentir y de defender una cosa y la contraria con tal de mantenerse en el poder, nos demuestra que no tiene ni decoro, ni conciencia, ni palabra. El más claro ejemplo es la defensa de la mujer por parte del PSOE representado en el caso de los abusos a menores producido en Baleares y el posterior castigo a la máxima representante (Francina Armengol) dándole el tercer puesto político más importante de España con un sueldo de 214.000 euros. Ahora las violaciones bajo el mandato del PSOE es feminismo. Esto sólo puede ocurrir en un partido sin moral. Con respecto a la inteligencia de los votantes, si compran un argumento que es fácilmente refutable y que su propio partido lo había rechazado anteriormente, es una muestra de que no se vota con cabeza.
Sin embargo, esta semana el gobierno ha patinado claramente. Ha insultado a un colectivo que no se deja engañar: los pensionistas.
Nadie negará que hay pensiones muy bajas. Incluso pensiones irrisorias. Pero también sabemos cómo se calculan las pensiones. Toda una vida de cotizaciones y de retrotraer de tu sueldo un porcentaje es con lo que se obtiene la cuantía de las pensiones contributivas.
El gobierno, para intentar calmar las protestas y tener comprado a un colectivo en el que puede ganar votantes, ha decidido subir un 6,9% las pensiones no contributivas. En otras palabras, aquellos individuos que no alcanzaron los años mínimos de cotización van a ver incrementado su poder adquisitivo. Un incremento mucho mayor de aquellos que han trabajado toda la vida para obtener una pensión escasamente superior.
En una situación de paro endémico, con una crisis galopante, un déficit público peligroso y una deuda que nos va a llevar a la quiebra del país, este gobierno ha decidido incrementar el gasto en pensiones sólo para ganar votos. Esta afirmación no es baladí. El argumentario del PSOE y sus medios de comunicación afines ha añadido un apéndice a esta noticia. No sólo dicen que se han subido las pensiones, sino que “este gobierno las sube y las de Rajoy las bajaba”.
La mentira tiene las patas muy cortas. El gobierno que congeló las pensiones estaba presidido por un tal José Luis Rodríguez Zapatero, y, hasta donde me alcanza la memoria, era del Partido Socialista Obrero Español. Durante la época de Rajoy las pensiones ganaron poder adquisitivo siempre. No significa que siempre se revalorizaran, sino que cada año ganaban poder adquisitivo.
El gobierno con esta jugada pretende garantizarse los votos de los ocho millones (casi nueve) de pensionistas que hay en España. A la par, quiere fanatizar a los votantes y que crean que con la derecha “perderán sus pensiones”. Pero se ha equivocado. Los pensionistas saben cómo está la situación del país. Ven cómo suben los precios. Comprueban cómo los salarios de sus hijos no les permiten tener la calidad de vida que ellos tenían a su edad, si es que tienen la suerte de que sus hijos tengan trabajo. Y sufren los escasos e ineficientes servicios públicos que ofrece el Gobierno Central.
Algún pensionista se dejará encandilar por este plato de lentejas, pero la gran mayoría ya están hasta las narices de que los políticos crean que pueden comprarles con una subida de las pensiones.