Mienten de nuevo Puigdemont, Turull y Nogueras (y lo saben) hablando en público de traspaso de competencias y de avance de estructuras de Estado.
Declaraciones recientes de, al menos, tres ministros y del portavoz del PSOE en el Congreso negaban rotundamente hasta hace cuatro días la posibilidad de ceder competencias propias. El ministro del Interior Grande Marlaska (que además es juez) afirmó en sede parlamentaria que el control de fronteras no es objeto de cesión ni de delegación. Veremos su coherencia en el voto y eso que a fecha de hoy no prosperaría en el Congreso porque afortunadamente no lo apoyan ni parte de los socios de investidura.
El acuerdo propuesto por Junts y admitido por los socialistas es un pacto del gobierno de Sánchez con un grupo minoritario que plasma un discurso independentista de clarísimos tintes xenófobos. Este texto consagra a estos "indepes" como lo que son, un partido neoburgués, de pijos, con veleidades y opiniones cada vez más cercanas a la ultra derecha. Envolverse en la bandera siempre acabó igual en la historia.
Su estrategia es revolver el río para que otros pesquen lo que interesa al jefe. Es el clásico "cuanto peor mejor." Este acuerdo llega a cambio de nada porque responde al no debate de la moción de confianza, competencia exclusiva del Presidente. Cuidado que tampoco comprometen su apoyo a los Presupuestos, a pesar de los 18.000 millones de euros condonados que se gastaron alegre e impunemente. Recuerden que esta gente dijo hace un par de semanas que "no estaban a favor del café para todos".
Y un punto más. Si saliera adelante supondría la ampliación de los Mossos en algo más de 6000 efectivos. Pagando salarios, vehículos y poco más hablaríamos de incrementar el gasto de la Generalitat en más de 250 millones de euros anuales para hacer lo mismo que ahora. Y ese sí que es un logro importante porque allí hay mucho poder, mucho potencial votante agradecido y unos agentes obligados a escuchar al poder político inmediato. Parece obvio que se les obligará a actuar exclusivamente con sus criterios que no han de coincidir con la obligación real de asumir fines objetivos comunes.
Un inmenso despropósito en tiempos de crisis de seguridad, de Defensa y de necesaria respuesta unitaria europea.