¡Vaya sarta de datos maquillados nos ha dado esta semana el gobierno! Lo alegres que están todos; empezando por Yolanda Díaz, ministra de trabajo. Unos datos que sirven para vender titulares y nada más, porque la realidad es lo que vemos cada día y no se parece al escenario que nos están intentando colar.
Si se han dado cuenta, he dicho al comienzo "datos maquillados" y no mentiras, porque todo lo que han dicho es verdad. Sin embargo, a poco que se conozca cómo se utiliza la estadística, se sabe que lo que nos presentan no aguanta una evaluación por leve que ésta sea. Aunque a los responsables del Ministerio de Trabajo eso les da igual, todos se aferran a tres frases con gancho (caben en un tuit) y no razonarán, ni argumentarán, contra los que les decimos que sus datos están más manipulados que las conexiones de TVE cuando tapan los pitidos a Sánchez.
Especialistas económicos, más bregados en estas lides que yo, ya han desmontado el castillo de naipes detrás del gran titular:
"Rozamos los 22 millones de ocupados".
Las verdades más evidentes contra esta propaganda son las siguientes. Primero, y lo más grave, es que hay contabilizadas cerca de 850.000 personas que en realidad están en paro o en ERTE, y todo gracias a poner la categoría de "fijos discontinuos". También baja el número de empleos a tiempo completo y suben los contratos a tiempo parcial. Aunque lo más importante es que el sector privado se redujo. Si ha subido el número de ocupados es porque se ha creado mucho empleo público. En definitiva, un mercado laboral que grita, a quien quiera escuchar, que el sistema productivo español agoniza. Al parecer Pedro y Yolanda están sordos.
Sin embargo, hay una realidad bastante dolorosa y que pocos señalan: hemos alcanzado el récord de personas pluriempleadas. Más de medio millón de personas están pluriempleadas. Y aunque esto, en una economía saneada, es una buena noticia, aquí es un desastre.
Cuando se habla de pluriempleados en economías avanzadas, el colectivo al que nos estamos refiriendo es a trabajadores de clase media que buscan una segunda fuente de renta para poder aspiran a ser clase alta. A permitirse lujos como una segunda vivienda en la playa, un coche de gama alta, vacaciones de ensueño o simplemente para tener mayores ahorros y así evitar preocupaciones futuras. Pero la realidad española no es esa. Los pluriempleados en nuestro país son trabajadores de clase media y media-baja que no pueden sobrevivir con una fuente de renta o les es muy complicado. Personas que han sufrido la pérdida de poder adquisitivo debido a la inflación y que ven como el estilo de vida de sus padres no se lo pueden permitir, en otras palabras, la clase media pauperizada. Un salario que además de que cada vez da para menos, está soportando la mayor carga fiscal de la historia de España.
Lo más triste de todo no es que desde el Gobierno y el Ministerio de Trabajo se alegren de unos datos vergonzosos, sino descubrir que a nadie le importa. Como por ejemplo a los sindicatos de UGT y Comisiones Obreras que hoy, 2 de febrero del 2025, van a realizar concentraciones contra el PP y VOX por haber hecho de oposición en el primer decreto ómnibus. Es decir, los sindicatos, que están para proteger al trabajador, pasan olímpicamente de la destrucción del mercado laboral que están llevando a cabo Sánchez y Díaz, para atacar a unos políticos que no tienen nada que ver con la legislación laboral. Algún malpensado diría que esto es debido a que las subvenciones recibidas por estos dos sindicatos se han incrementado considerablemente estos años; sin embargo, no creo que sea así, considero que llevan tanto tiempo siendo palmeros de la izquierda que se han olvidado para qué están. Por eso, los únicos que están hablando de los trabajadores son sindicatos como CSIF, USO o Solidaridad.
Detrás de los datos hay personas; parados que no tienen esperanzas en encontrar trabajo, trabajadores que les recortan las horas, personas con más de un trabajo para poder sostener a su familia, y todo ello mientras que el gobierno sigue destrozando el mercado laboral, UGT y CCOO se ausentan de sus obligaciones y otros, predicamos en el desierto.