El campo español es el sector productivo más maltratado de la economía española. Por supuesto que las protestas actuales tienen que ver con las regulaciones de Europa. Pero las regulaciones españolas no se quedan atrás.
Las regulaciones sin sentido de los últimos gobiernos han provocado que España sea uno de los países de la Unión Europea en que más tierras de cultivo se hayan perdido. En Aragón, una región con un problema acuciante de despoblación, se han dejado de explotar 114.991 hectáreas. En total, los agricultores españoles han dejado de usar 655.663 hectáreas en los últimos diez años.
Este abandono del campo se ha visto producido por un fenómeno muy sencillo. Y es por el que se están quejando los agricultores. Cada día, por las regulaciones, el coste de cultivar se eleva. Lo que, como es lógico, hace que suban los precios de los productos. Sin embargo, los productos de fuera no tienen por qué cumplir lo que exige Europa. Y al final, en la tienda, los consumidores sólo ven que los espárragos de Navarra cuestan dos veces lo que cuesta un esparrago de fuera de España. Seamos sinceros, en una época de crisis como la actual, el origen de nuestra comida no nos importa. Cuando vamos a la frutería, la gente compra lo más barato.
Esta política ha conseguido que los productos agrarios españoles sean cada día menos competitivos. Pero la puntilla se la ha dado la Ministra de Trabajo, que, desde su feudo en el Paseo de la Castellana, 63, no ha hecho mas que incrementar el salario mínimo interprofesional desde el 2020.
Los salarios no son más que la traducción de la productividad del trabajador. A más productivo, más salario se cobra. En el momento en que esta relación no se cumple, se genera paro. Miren ustedes lo que ocurre en las oficinas del INEM cada vez que Yolanda Díaz sube el SMI.
Los efectos que ha tenido la política laboral del Ministerio de Díaz se resumen en que se han destruido 100.000 puestos de trabajo en el sector agrario. Quizás a alguien le puede tentar la idea de que 100.000 puestos de trabajo no son muchos. Pero teniendo en cuenta que antes de las subidas populistas del SMI, trabajaban 850.000 personas en este sector, nos damos cuentas que han destruido el 11% del empleo agrario.
Las subidas del SMI también han provocado el abandono del campo. Han provocado despidos masivos, el cierre de empresas y han acelerado la despoblación.
Por todo ello, a los agricultores que se han estado quejando y han salido a protestar me gustaría recordarles que uno de sus mayores problemas no está en Bruselas, sino en Madrid, en el Paseo de la Castellana 63.