Pilar Lachén

El pulpo

22 de Agosto de 2023
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Hace trece años, es decir, anteayer, un pulpo de nombre Paul, desde su acuario, señaló a España como la campeona del mundo de fútbol. Y acertó, para alegría de un país que deseaba tener algo que disfrutar.

No me gusta el fútbol, pero con aquellas esperanzas que nos dio el octópodo, me compré una camiseta con el bicho en cuestión y con la leyenda “Campeones del Mundo 2010”. La guardé junto a otra de la selección española de mi hija, por aquel entonces una pequeña que no levantaba medio metro del suelo.

El domingo busqué las camisetas, no lo puedo evitar, me gusta guardar las cosas que han significado algo para mí. Ahí estaban las dos: la pequeña y la del pulpo. Me la probé y, por esos milagros que ocurren a veces, me cabía. Orgullosa me dispuse a ver el partido de este deporte que, como he dicho, no veo en todo el año. Grité, reí, me enfadé y salté y aplaudí como una loca cuando ese grupo de jóvenes nos dieron la victoria a un país que, como siempre, necesita disfrutar de algo.

Recordé que no me pude abrazar a mi padre, como había hecho trece años atrás, pero sabía que él y muchos otros que se fueron con los años y con la covid, estarían viendo la victoria desde el lugar de honor que se merecían.

Pero bueno, volvamos al tema. Terminó el partido, disfruté con las celebraciones de las jugadoras y del equipo técnico, hasta que, horas más tarde, veo que había otro pulpo en aquella final, pero esta vez con dos patas y no ocho. No voy a mencionar su nombre, ya lo sabemos todos, pero este pulpo no adivinó nada, se limitó a buscarse las otras patas entre las dos mencionadas al lado de la representación de la Casa Real y, después, extendió sus tentáculos para agarrar a todas las jugadoras que subían a recoger la medalla de campeonas.

Me gustaban los pulpos, me gustaba el pulpo Paul (es evidente el porqué), me gustó el documental sobre el pulpo que se hizo tan famoso, pero este pulpo con forma humana me repugnó. No es feminismo, no es exagerar, es saber estar en tu sitio, saber respetar, saber que sí que puedes estar contento, pero lo celebras en tu casa y con los tuyos. Hay algunos pulpos que no son tan inteligentes como nos contaron, el domingo vimos al primero de la lista. Sinceramente, me quedo con el pobre Paul y sus adivinanzas.

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