Carlos García

¡Qué tiempos aquellos!

Jubilado activo
14 de Marzo de 2023
Guardar

El texto que sigue lo dice todo. Más que un escrito propio, traslado a mis lectores un documento, publicado en un periódico oscense desaparecido y en el contexto nacional de la dictadura del general Primo de Rivera, Se titulaba “Moralidad en las costumbres”, y decía: 

En estos momentos en que las plumas se desatan combatiendo por medio de la predicación o de la sátira la libertad que en sus costumbres va adquiriendo la mujer, el reverendo Fletcher, pastor en los Estados Unidos de la iglesia metodista, que goza de gran autoridad entre los fieles por sus enseñanzas morales, ha declarado clara y terminantemente que la mujer de hoy le parece mucho menos censurable que la de hace veinte años.

La “flapper” (pollita, jovenzuela) del día tiene sobre todo la buena condición de no recatarse y, por lo tanto, sus actos, aunque escandalicen más por ser más visibles, son menos graves que hace cuatro lustros, cuando una ola de inmoralidad se había adueñado del mundo. ¿Qué importancia tiene que la mujer se corte el pelo? Ninguna. Bien mirada, una larga cabellera era un halago a la vanidad de la poseedora y un adorno lujurioso. Otro tanto puede decirse de la falda corta. Un 95 por 100 de las muchachas no dan importancia ninguna a la exhibición de las piernas, lo cual prueba su inocencia, y las contadas que buscan en la exageración de la moda una provocación en los instintos del hombre se van convenciendo de que éste, habituado a no poner la imaginación al servicio de sus concupiscencias, apenas repara ya en que la mujer busca más o menos extensión de unos miembros tan necesarios. Antes, en el pensamiento de una jovencita ejercía más pernicioso efecto la advertencia de la madre o de la hermana mayor de cualquier descuido que pusiera al descubierto sus piernas, e inconscientemente sentía el deseo de lucirlas al ver que los hombres ponían empeño en atisbar lo que recataba. Los bailes no son hoy tampoco más inmorales que hace un cuarto de siglo. Hoy se busca en ello una demostración de agilidad, y antes tendían siempre a producir impresiones voluptuosas. La “flapper” puede llegar a ser cínica si exagera sus libertades; pero siempre es preferible el cinismo a la hipocresía. Estamos en un período transitorio que por su novedad y por la rapidez en la evolución nos escandaliza: pero es seguro que cuando la mujer llegue a igualar al hombre en traje y libertades… ¡el mundo será mucho más moral! 

Sin demoras, considerando gravísimo el caso, el obispo de Huesca promulgó el mismo día el siguiente “Decreto de excomunión”: 

1º.- Bajo pena de pecado grave, cuya absolución queda reservada a Nos y a los que pueden absolver de los casos reservados, prohibimos a todos Nuestros súbditos que imprimiendo, colaborando, sufragando gastos, anunciando mercancías o casas comerciales e industriales, vendiendo, comprando, reteniendo, oyendo u oyendo leer, presten cooperación al “Diario...”. Exceptuamos a los obreros de la imprenta mientras no puedan encontrar otra conveniente colocación para ganar el necesario sustento. 

2º.- A tenor de lo promulgado por el Eminentísimo Señor Cardenal Arzobispo de Toledo, Primado de España, poco ha fallecido, declaramos que es cooperación pecaminosa, y por tanto ilícita, cuanto se haga imprimir en el establecimiento de la Señora... hasta que no cese de imprimir en sus locales “El Diario...”. 

3º.- Declaramos nulas o anuladas las indulgencias que aparezcan en las esquelas mortuorias que publique o en los recordatorios estampados en la citada imprenta durante el tiempo de la vigencia de este Nuestro Decreto. 

4º- Como los escándalos de desobediencia a las prescripciones eclesiásticas en materia tan importante como la que motiva este Decreto son de fatales consecuencias, con el fin de impedirlas en cuanto de Nos dependa, y en virtud de la obligación que nos impone el Canon 336, intimamos la pena de excomunión, a Nos reservada, a todos los que por contumacia, después de la promulgación de este Nuestro Decreto, persistan en la cooperación expresada en sus párrafos primero y segundo. 

5º- Los Rvdos. Señores Párrocos, Ecónomos, Regentes y Capellanes leerán este Decreto en todas las Misas que se celebren en los tres domingos siguientes a la recepción del mismo, explicando al pueblo fiel lo referente a la materia de lecturas peligrosas y prohibidas, y les encarecemos la aplicación de las medidas prescritas en los sagrados Cánones a los incursos públicamente en el excomunión fulminada en este Decreto. 

Dado en nuestro Palacio Episcopal- Fray Mateo, Obispo de Huesca

Lo que transcribo como ejemplo de la prepotencia histórica de la Iglesia católica en España y antecedente de otro obispo reaccionario de Huesca y de la dictadura de Franco. El general Miguel Primo de Rivera era el padre de José Antonio, fundador de la Falange y de Pilar, delegada nacional de la Sección Femenina, constituida en 1934 y no disuelta hasta la muerte del dictador. En lo que hace al caso, la Sección Femenina controló buena parte de la educación de las mujeres y les decía, por supuesto, cómo vestir y comportarse para ser mujeres decentes. Se creó el “Servicio Social de la Mujer”, una mili obligatoria para todas (?) las solteras entre los 17 y los 35 años que quisieran trabajar, acceder a un título académico, sacarse el carnet de conducir o el pasaporte. Gran parte de las asociaciones de mujeres estaban controladas por la Sección Femenina o dependían de la Iglesia. Una frase que equivale a una consigna: “No hay que ser una niña empachada de libros, que no sabe hablar de otra cosa, No hay que ser una intelectual”. Así se les evitaría la funesta manía de pensar, vaya. 

Un mundo que algunos parlamentarios actuales quizá añorarán y que hubiera hecho feliz a Fray Mateo.

Archivado en

Suscríbete a Diario de Huesca
Suscríbete a Diario de Huesca
Apoya el periodismo independiente de tu provincia, suscríbete al Club del amigo militante