Inés Plana

La realidad de las cosas

Periodista y escritora
20 de Julio de 2022
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“La verdad es la realidad de las cosas. Cuando las conocemos como son en sí, alcanzamos la verdad; de otra suerte, caemos en el error", escribía el filósofo Jaime Balmes en una de sus obras más conocidas, El criterio. Esta reflexión fue escrita hace casi dos siglos, podría parecer que el asunto del que trata ya lo tenemos suficientemente interiorizado, sabríamos identificar en un mapa imaginario el punto exacto donde habita la verdad, la realidad de las cosas. Sin embargo, ahora no es tan sencillo: vivimos los tiempos de la posverdad, “la mentira emotiva”, como la define la Real Academia de la Lengua. La posverdad, esa “distorsión deliberada de una realidad en la que priman las emociones y las creencias personales frente a los hechos objetivos, con el fin de crear y modelar la opinión pública”, apostilla la RAE. Con la sociedad española tan polarizada –y crispada– que no cabe una opinión donde ya se ha hecho sitio la contraria, en la que cada uno reivindica su modo de pensar descalificando con exaltación al opuesto, el periodismo vive tiempos realmente difíciles.

A mí me asombra que un mismo hecho pueda ahora mismo narrarse en diferentes medios de prensa de modos tan radicalmente distintos que, al final, queda tan deformado que resulta difícil identificar cuál era el cuerpo real de la noticia. Una cosa es ser consecuente con la línea editorial que sigue un medio de comunicación y otra muy distinta es la falta de rigor al contar la realidad; es decir, la verdad. En ocasiones se escamotean datos, o se disfrazan, o se “maquillan” para que parezcan lo que no son. Eso ha sucedido siempre, ya lo sabemos. El periodismo tiene una capacidad omnímoda para influir en la opinión pública, y la tentación por parte de los poderes políticos y económicos de utilizarlo para sus propios intereses es y ha sido siempre irresistible. Pero el periodismo, el ejercicio del gran periodismo, obliga precisamente a lo contrario, a resistirse a esos embates con espíritu crítico, independencia y rigor.

Tuve el privilegio de conocer al gran Antonio Angulo, que me premió con su amistad y del que tanto aprendí. Cualquier conversación con él, aunque fuera durante un encuentro fortuito en plena calle, era una lección de vida y de periodismo. Antonio entremezclaba magistralmente ambos conceptos, porque, en realidad, los dos se nutren mutuamente. Hubiera estado orgulloso, como yo lo estoy, de que Javier García Antón, nuestro común amigo y gran periodista, haya culminado su proyecto y hoy ya tengamos entre nosotros El Diario de Huesca. No es un periódico cualquiera, es el periódico que dirige Javier, apasionado de su oficio, independiente, observador atento de cuanto sucede, con ese inconformismo que practicaba el maestro Vázquez Montalbán y al cual Javier alababa recientemente en su blog. Comenzaba yo estas líneas reivindicando el buen periodismo, el que camina con la verdad. Lo vamos a reconocer fácilmente en El Diario de Huesca. Bienvenido y larga vida a este medio de información libre, plural, riguroso e independiente. Oscense y aragonés. Un orgullo para los lectores, un orgullo para quienes creemos y seguimos confiando en el buen periodismo.

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