Miguel Ángel de Uña Mateos

El sello

Médico psiquiatra
23 de Noviembre de 2022
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Ya en el Gobierno, un ministro idiota se puso una sudadera “muy chula”, con el anagrama y el escudo de la República Democrática Alemana (DDR), sabiendo que esa imagen sería conocida. Utilizo la palabra “idiota” en su acepción prístina: en griego clásico y posteriormente en latín, “falto de instrucción, inculto, vulgar (DRAE). También admite la RAE, “engreído”, aunque la conducta del ministro se ajusta como un guante a lo que denominaba de idiota el griego ático “el que va a lo suyo”. Lo utilizo pues como definición, no como insulto, parafraseando a Valle-Inclán. Esa DDR, vindicada por el ministro, tenía una policía política, la Stasi, con tal número de colaboradores entre la población, que la memoria democrática de los antiguos habitantes de la DDR se ha mostrado remisa para indagar en sus archivos por miedo a encontrar parientes y amigos que informaban a la Stasi sobre sus actividades o simplemente sobre su pensamiento expresado en conversaciones domésticas. No es cuestión de conocer que tal vez el padre, el hijo, el amante o el suegro, pudieran haber sido informantes de la Stasi, no vaya a ser que…. Informes hablan de 100.000 agentes directos y 170.000 informantes de la Stasi. En el mejor de los casos no menos del 2% de la población total de la DDR estaban en nómina de la Stasi en el momento del caer el Muro de Berlín. Muro, al que seguramente el ministro del que hablamos sigue llamando con la terminología de la DDR, “muro de defensa antifascista”, dada la frivolidad con que él y sus conmilitones utilizan el término fascista. Como es evidente que el ministro no desconocía estos hechos, sería extraño con tantos asesores, hay que considerar que llevar una sudadera con el anagrama de la DDR  es una afirmación clara de su pensamiento y una provocación evidente para todos aquellos que veían en la DDR simplemente la plasmación del horror liberticida que fue el “socialismo real”

Con el sello que Correos ha hecho para conmemorar el 100 aniversario del Partido Comunista de España, he recordado la anécdota del ministro, iniciando su camino de provocación, que no quedó en lo de la sudadera. El sello es el corolario de la conducta del ministro. Revestido de colorines infantiles, trata de tapar a través de lo naif la realidad de una historia que no admite fácilmente el reconocimiento. El comunismo ha demostrado a través de la historia a lo que puede llegar la perversión de la ideología, aún reconociendo la ingenuidad, la entrega, el sufrimiento de muchos comunistas que han dado su vida por la idea de un mundo mejor, ¿quién recuerda más de medio millón de comunistas sacrificados en Indonesia entre 1965 y 1966, un hito en la historia de la infamia?. Pero ¿quién puede olvidar que desde el primer día del comunismo en el poder, comenzó la más atroz persecución que el ser humano haya vivido desde los bárbaros tiempos de Gengis Khan, solo comparable a la conducta especular del nacionalsocialismo. Y vale poco intentar tapar el horror hablando de desviaciones, estalinismo, maoísmo o el “Pensamiento Gonzalo” de Sendero Luminoso. Todo se condensa en el precoz  “¿libertad para qué?” que le espetó Lenin a un perplejo Fernández de los Ríos, verdadero momento fundacional de ese Partido Comunista de España que se conmemora.

 Los símbolos no son totalmente indiferentes, inocentes. Por eso ese sello, es una provocación. Y encima vergonzante, naif, infantiloide, como diciendo “nosotros no fuimos” los que protagonizaron tantos desmanes liberticidas. Como la sudadera del ministro en la barbacoa.

El que esto escribe militó en el Partido Comunista de España desde 1974 hasta 1992. Hasta 1978 convencido de que era lo que había que hacer ante la falta de otras alternativas opositoras al régimen (no estaban y no se las esperaba). Desde 1978 porque los sentimientos ofuscan la razón, porque siempre he preferido a los perdedores,  y después por pereza. Pero ni siquiera entonces habría aplaudido que un sello se hiciera eco del centenario del PCE a pesar de la límpida trayectoria de muchos de sus militantes y del papel que jugó el PCE durante esa época luminosa de la Transición, que ahora el ministro de la sudadera quiere poner en cuestión. Se ha puesto el acento en la justificación del sello, en el papel del PCE durante la Guerra Civil. Creo que solo merecen homenaje aquellos que fueron o que  hubieran sido fusilados, encarcelados o exilados por los dos bandos. Pocos hubo y no se les reconoce lo suficiente. Y desde luego el Partido Comunista de España, no entra en esa categoría.

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