José Torres Remírez. Hoy, contra el SMI

Tonterías selectas de la economía española (II)

Miembro de la Asociación Española de Derecho y Economía
25 de Febrero de 2024
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“El dinero lo ganan todos aquellos que con paciencia y fina observación van detrás de los que lo pierden”. La anterior sentencia la dice Don Rodrigo de Arista, protagonista de la obra “El Abuelo”, publicada en 1904. Y, por frases tan certeras como estas, Don Benito Pérez Galdós es uno de los grandes escritores de las letras universales.

La desregulación de Milei está dando frutos positivos en Argentina, mientras que la excesiva regulación en España nos está empobreciendo. El resto del mundo se enriquece, yendo detrás de nosotros.

Mientras que en la primera parte de esta serie de cuatro ejemplos de tonterías selectas de la economía española mencionaba la prohibición de explotar nuestros yacimientos de gas natural y petróleo, hoy me centraré en el limbo existente con respecto a las tierras raras.

La mejor definición que se le puede dar a las tierras raras es que son lo más codiciado del planeta. Minerales extraños que se encuentran en pocos lugares y que se necesitan para la elaboración de los productos más avanzados. Incluido aquellos de vital importancia para la seguridad nacional (buques de guerra, aviones de última generación y submarinos). Tan importante son que, hasta la Unión Europea, uno de los organismos más preocupados por el medio ambiente, ha pedido encarecidamente a España que empiece la explotación de los más de veinte yacimientos confirmados de tierras raras que están en nuestro territorio. China, el país que más tierras raras explota, está marcando la política internacional en gran medida porque amenaza al libre mercado permitiendo la exportación o no de sus recursos a terceros países.

Si España explotara estos recursos podría abastecer, durante 20 años, toda la demanda de los países europeos (dentro y fuera de la Unión Europea). Estas proyecciones están realizadas de manera conservadora y sólo con los yacimientos confirmados. Numerosos expertos sospechan que los yacimientos existentes pueden ser mayores y ante todo puede haber más yacimientos, lo que incrementaría la importancia de España.

La riqueza que nuestro país está dejando de recibir es inmensa. Trabajo se crearía poco, sólo unas 20.000 personas. Las inversiones extranjeras se calculan en cerca de 6.000 millones de euros. Y si, además, ponemos la condición de que la transformación manufacturera se haga en el propio país (condición que impone China, Turquía o Rusia), el impacto en el empleo y en la recepción de inversión extranjera sería mayor.

Lo más llamativo del caso es que en España no está prohibido explotar esta clase de minerales y sin embargo no se ha dado el visto bueno a ningún proyecto minero. Las esperas burocráticas, la legislación autonómica y ahora la nueva ley de cambio climático hace imposible que ningún proyecto salga adelante. De iure no hay nada que prohíba explotar esta riqueza que tenemos bajo nuestros pies. De facto, es imposible. Más doloroso aún es este hecho cuando descubrimos cuáles son las provincias donde están estos yacimientos: Pontevedra, Ciudad Real y Cáceres. Regiones que sufren una tasa de paro del 12,78%, 17,52%,14,45% respectivamente, acompañado de despoblación y envejecimiento. Permitir la explotación de estos recursos no es el bálsamo de Fierabrás de estas provincias, ni de España, pero es el camino a la mejoría

Fenicios, cartagineses, romanos, visigodos, musulmanes y así durante toda la historia, han ido explotando la riqueza del subsuelo español. Todo ello ha ido conformando este país. Y ahora también. Evitar la minería contribuye a un país de pobres.

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