Quien me conoce sabe que no suelo prodigarme en medios de comunicación y que prefiero que sean otros los protagonistas de las fotos. Mi trabajo, como alcalde y como portavoz del PSOE en la Diputación Provincial de Huesca, no tiene un objetivo personal. Todo lo contrario: mi trabajo consiste en ayudar a todo el que llama. Atiendo a todos los vecinos, asociaciones y colectivos sociales, a todos los alcaldes y concejales. A todos por igual. Porque sé que compartimos propósito: ayudar. Sin importar origen, tamaño de población o color político de su equipo de gobierno.
Quien me conoce también sabe que llevo dos años teniendo que defender este “trabajar para todos” con más ahínco en la Diputación Provincial de Huesca, donde lamentablemente se ha instalado una forma de hacer política que dista mucho del bien general.
Muy a mi pesar, han sido muchos los plenos de la institución provincial en los que hemos tenido que denunciar no sólo la forma de trabajar, sino también los criterios en las ayudas a los municipios de la provincia de Huesca, reduciendo a la mitad a todos los ayuntamientos los planes para afrontar gastos ordinarios, como el Plan de Empleo o el de Suministros Energéticos.
La Diputación era, hasta 2023, reconocida por el diálogo y el entendimiento y por la negociación entre grupos políticos, pero se ha convertido en un palacio fortificado. Todas sus puertas y ventanas están cerradas a cal y canto, no hay comunicación, no hay acuerdo y mucho intención de negociación.
La falta de negociación caracteriza la mayoría de actuaciones de la institución provincial. El Plan de Caminos es un buen ejemplo de ello: pudiendo aplicar criterios objetivos y lógicos para distribuir las ayudas, como sería el número de kilómetros de estas vías de comunicación, se han utilizado otros que desvirtúan el fin, como es en este caso el de número de vecinos de un municipio.
Si el objetivo es mantener y mejorar los caminos rurales, ¿por qué priorizar los habitantes de un municipio? Voy a exponer varios casos: Barbastro, con una extensión de 107’6 km², recibirá casi 95.000 euros del Plan de Caminos; Las Peñas de Riglos, con más del doble de superficie, 217 km², dispondrá de 33.400 euros, menos de un tercio. O Monzón, con 155 km², recibirá más de 98.500 euros mientras Villanueva de Sigena, con una extensión similar, 146 km², dispondrá de una subvención que se reduce casi cuatro veces, no llegando a 25.500 euros. Pareciera que el reparto está “cocinado” para el ayuntamiento del que el presidente es el alcalde, para tapar su conocida gestión económica.
Es así como trabaja quien se llena la boca con su ‘orgullo rural’, pero ha recortado cerca de diez millones de euros cada año en ayudas a los pueblos. Es una forma ilógica de demostrarlo.
Lo hemos denunciado cada vez que ha ocurrido. Cada recorte, cada plan. La última con el Plan de Caminos. Y parece que eso ‘enfureció’ al presidente de la DPH, que en un ejercicio de desprecio y actitud antidemocrática, grabó un vídeo para sus redes sociales cuestionando la decisión del PSOE. Votamos en contra, sí, pero no del Plan de Caminos y su presupuesto, sino de la forma en la que este se iba a distribuir. Y así se lo comunicamos en dicho pleno. Con los criterios impuestos no se ayuda a los que tienen mayor extensión de caminos rurales, que se suponía era el objetivo, sino que se impone un reparto que esconde otros intereses. ¿Cuáles?
El Plan de Caminos podría ser una herramienta excelente si se hubiera trabajado y si se hubieran negociado sus criterios.
Por cierto, en los planes de las legislaturas anteriores los municipios y los ayuntamientos eran autónomos para dedicar las ayudas de la Diputación Provincial a lo que ellos consideraran más convenientes, también para caminos rurales.