Juan Antonio Busqueta

Transporte sanitario, disturbios, hipocresía política y las sombras de la realidad en la población

Técnico de Transporte Sanitario y Educador Social
18 de Enero de 2023
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¡Delincuentes! ¡Terroristas! ¡Deberían echarlos y que NUNCA más volviesen a trabajar! ¡Qué pasaría si tienen que llevar a mi familiar, que los encierren! ¿Es que no saben las consecuencias que pueden tener esos actos? ¡Impresentables! Estos y muchos otros son la infinidad de epítetos con los que se ha despachado la gente en redes sociales tras tener conocimiento de la vandalización de las ambulancias en su primer día de huelga. Entre la marabunta ciudadana asombrada por los, dígase de paso, lamentables hechos de la pasada noche del día dieciséis, se encuentran profesionales del propio sector sanitario, así como representantes de instituciones sanitarias y políticas que salieron a la palestra a condenar enérgicamente semejante atropello.

No cabe duda que los hechos en cuestión; ruedas pinchadas o quemadas, cristales rotos entre otros desperfectos, ponen en serio peligro una asistencia sanitaria esencial para todos los ciudadanos aragoneses, tanto en el servicio NO urgente responsable del desplazamiento de pacientes de diálisis, oncología, pruebas diagnósticas, altas hospitalarias, etcétera. Como en el servicio de emergencias donde las patologías urgentes pueden verse fatalmente afectadas poniendo en riesgo la vida del paciente si no son debidamente atendidas en tiempo y forma. Por todo lo expuesto, huelga decir la dimensión cuasi catastrófica que puede suponer poner en jaque un sector tan sensible y estratégico de la asistencia sanitaria, y por ende, el rechazo a que estos actos de saboteo se produzcan.

Esta fotografía del conflicto, por grave que parezca, no deja de ser una visión totalmente simplista en la que el árbol no permite ver el bosque. Desgraciadamente las cosas nunca son tan simples como parecen en un conflicto que lleva muchos años fraguándose con la participación de muchos actores. Para que la combustión del conflicto explote necesita especialmente, al igual que el fuego, de tres elementos: El comburente, como contexto y ambiente tóxico que se viene cultivando desde hace años en este sector por la dejación de funciones y la ineficiencia de las diferentes administraciones, así como la conflictividad permanente que conlleva la externalización de este servicio a manos de empresas sin escrúpulos, ávidas de dinero público. El combustible, con las decisiones de la administración, algunas verdaderamente históricas y sin precedentes, como es la impugnación de un preacuerdo solicitado por la propia administración, que desconvocase la anterior huelga y permitiese la publicación de un nuevo pliego, por más que nuestra consejera de sanidad verbalizase hasta la saciedad que la administración no puede inmiscuirse en la relación laboral entre empresas y trabajadores. La precariedad laboral persistente por las empresas del sector, así como la disolución de la patronal que deja la inviabilidad de negociar un nuevo convenio de ámbito autonómico, deja totalmente secuestrado el futuro de más de mil familias por todo el territorio. Con todos estos ingredientes en la coctelera, tan solo es cuestión de tiempo y hartazgo para que salte la chispa que cierre el ciclo de la combustión y acabe saltando todo por los aires.

“La hipocresía exterior, siendo pecado en lo moral, es grande virtud política.” Esta frase de Francisco de Quevedo refleja con gran exactitud el posicionamiento tremendista ante los disturbios que han tenido algunos actores políticos y sanitarios que no han dudado en salir a la palestra a denunciar los hechos, pero que, a su vez, cierran flas ante el partido o su jefe, aunque el nuevo pliego de transporte sanitario les quite el servicio de ambulancias en sus poblaciones, comarcas y hospitales. Parece ser que, si un trabajador harto de tanta burla y atropellos en su dignidad laboral se enajena poniendo en riesgo la normal actividad de un servicio esencial, hay que tomar medidas de ejecución inmediata ante semejante tropelía. Pero cuidado, si es mi partido el que origina una perdida asistencial en las ambulancias sin precedentes con especial incidencia en el ámbito rural suprimiendo el servicio todas las noches del año en las Uvis móviles de los hospitales de Jaca, Barbastro, Calatayud y Alcañiz, entonces silencio, silencio cómplice e hipócrita que criminaliza al trabajador porque por sus acciones no ha podido dar servicio una ambulancia, pero calla cuando en unos meses, cuatro Uvis y veintitrés unidades de soporte vital básico van a dejar de dar servicio todas las noches del año en Aragón. Cien mil horas menos al año de asistencia en emergencias al ciudadano, cuando esto ocurra ¿quiénes serán los impresentables, terroristas, delincuentes y demás calificativos?

Mayo se acerca, y con él las elecciones autonómicas y locales. No duele ver en peligro la asistencia sanitaria prestada por el transporte sanitario en Aragón ni sus reivindicaciones laborales ni asistenciales, lo que se lamenta es el ruido que puede hacer peligrar el resultado de los comicios. Pongan música si quieren, pero bajita para que nadie se entere.

Vivimos tiempos de tremenda polarización en la ciudadanía, donde todo pasa de blanco a negro sin pararse a pensar en los matices. Al igual que en la representación alegórica que hacía Platón de la caverna, a diario se nos muestra un mundo de sombras a las que damos un valor de verdad absoluta sin pensar y sin la más mínima actitud crítica constructiva. Cuando alguien rompe y se despoja de las cadenas que durante tiempo lo han condicionado a ver la realidad proyectada en una sola dirección de forma intencionada, se da cuenta al salir de la caverna de que hay un mundo real exterior por explorar, tomando consciencia, no tan solo de sus reflejos, sino de la importancia de la observación, el conocimiento o la indagación por uno mismo de los acontecimientos que acontecen a nuestro alrededor. Platón señalaba el rechazo y reticencias, incluso en sus formas más agresivas y violentas, con las que respondía la gente que durante años tan solo veía sombras proyectadas en la pared, cuando quien venía de explorar la realidad exterior intentaba relatarles un mundo complejo, diverso y lleno de matices.

Desgraciadamente llevamos muchos años denunciando públicamente la pérdida de calidad asistencial y las deficiencias laborales en el sector del transporte sanitario en Aragón, pero parece ser que la gente tan solo aprecia sombras, sin tomar conciencia de la gravedad de lo que esto supone en detrimento de la asistencia sanitaria. Lamentablemente si entre todos no vemos las consecuencias de la pérdida de un servicio esencial de la sanidad, y tan solo ponemos el foco en las sombras que proyectan los disturbios, perderemos todos los ciudadanos, y la culpa será tan solo nuestra.

Estos mismos trabajadores ahora vilipendiados, son los mismos que a diario cogen la mano de un paciente y realizan de la forma impecable una labor vocacional de asistencia y acompañamiento de enfermos en momentos de gran vulnerabilidad. Son los mismos que sin rechistar, dejaron de lado sus reclamaciones para remangarse y hacer frente a una pandemia en la peor de las circunstancias; sin mascarillas, sin ropa de protección y sin el reconocimiento de empresas y administraciones.

Aunque el único reconocimiento que precisan es el de unas condiciones laborales y asistenciales dignas, ya que a la par de profesionales son, junto a sus familias y conocidos, usuarios del propio sistema.

El sábado 21 a las 12 de la mañana en la plaza de España de Zaragoza nos manifestaremos con toda la energía que merece la reivindicación.  Esperamos a todo el mundo que comprenda que esta lucha es de todos y para todos.

Mi apoyo más enérgico e inquebrantable a tod@s l@s trabajador@s del transporte sanitario urgente y no urgente de Aragón y sus familias.

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