Eduardo Pérez Barrau

Una universidad para el Alto Aragón

17 de Abril de 2023
Guardar

Una de las circunstancias que más han condicionado el desarrollo económico del Altoaragón ha sido el no contar con una institución universitaria propia. Esta opinión resultará polémica para muchos partidos políticos, colectivos sociales y ciudadanos de Huesca. Pero lo cierto es que, con controversia o sin ella, la situación de la universidad con sede en Huesca dista mucho de ser la de una institución de referencia en el campo de la enseñanza y de la investigación. Con el menoscabo que ello representa para el futuro de la sociedad oscense

Hace unos días, el presidente Lambán visitaba el Instituto de Nanociencia y Materiales de Aragón (INMA) para anunciar el apoyo del Gobierno de Aragón a la ampliación de este laboratorio vinculado a la Universidad de Zaragoza. Esta colaboración entre el instituto de investigación y la propia universidad representa a día de hoy la estructura de trabajo más eficiente para la producción científica y el mecanismo más engrasado para trasladar a la sociedad todo el conocimiento desarrollado por la labor de los investigadores. Este saber científico es la materia prima con que se elaboran las innovaciones y los avances que están en la base de la prosperidad de las naciones. El INMA es uno más de los numerosos laboratorios, cátedras y centros de investigación que forman parte de la Universidad de Zaragoza y una pieza fundamental para el desarrollo de la economía aragonesa.

Este anuncio del presidente aragonés sobre el INMA contrasta con el silencio con que aborda el ejecutivo autonómico el reparto de estos centros de investigación en los otros campus universitarios de Aragón. Son escasísimas las entidades, en cualesquiera de su forma jurídica, que realizan esta labor científica fuera de la ciudad de Zaragoza. Y en ningún caso, salvo alguna cátedra empresarial, con autonomía de gestión para decidir sobre sus líneas de investigación de forma independiente y sin intromisiones.

Para cualquier universidad, la autonomía –también en lo relativo al acceso a los recursos públicos y privados– es una facultad imprescindible cuando se aspira a la excelencia en algún campo de la enseñanza y de la investigación. El Campus de Huesca de la Universidad de Zaragoza no goza de esta libertad. Su órgano de dirección carece de competencias para poner en marcha nuevos grados o másteres, o bien para crear departamentos universitarios o centros de investigación en virtud a la detección de un hallazgo u oportunidad en alguna área técnica o social avanzada. La decisión sobre estos temas se lleva a cabo en otros lugares y tiene más que ver con la política que con supuestos exclusivamente académicos.  

Es por esta razón que en Huesca, más que una sede universitaria, tenemos una sucursal académica. Incluso se puede llegar a pensar, viendo como es la ordenación universitaria de Aragón, que en el campus oscense tenemos esa formación ( en grados, cursos…) que no va a crear un “conflicto territorial” con la sede de la universidad de Zaragoza. O incluso, con la Universidad San Jorge. Esta estructura de los recursos académicos es una anomalía en el mapa universitario cuya consecuencia es una menor trasferencia de investigación a la sociedad y a la empresa altoaragonesa. Es decir, la economía oscense tiene menos vías de innovación empresarial que otros territorios de la geografía aragonesa y española. Esta “despoblación científica” es particularmente visible en el centro tecnológico de Huesca.

Mientras el presidente aragonés realizaba estas declaraciones políticas en el campus Río Ebro de Zaragoza la Universitat de Lleida anunciaba una nueva colaboración público-privada que supondrá la creación de centenares de puestos de trabajo cualificado. La provincia de Lérida tiene una estructura económica y social muy similar a la que existe en Huesca, sobre todo, con las comarcas orientales del eje del Cinca. Además cuenta con una universidad independiente que, aunque sea de reducidas dimensiones, está muy volcada en dos o tres áreas del conocimiento donde son líderes en España y Europa. La diferencia entre ambos territorios vecinos está, precisamente, en la capacidad de desarrollar estas capacidades científicas y técnicas que se atesoran gracias al estudio y a la investigación. En el caso de Lérida, de forma autónoma y con un fuerte impacto en el tejido productivo de su provincia; y en el caso de Huesca, de un modo dependiente y con una deficiente transferencia de conocimiento al sector empresarial altoaragonés.

Archivado en

Suscríbete a Diario de Huesca
Suscríbete a Diario de Huesca
Apoya el periodismo independiente de tu provincia, suscríbete al Club del amigo militante