Hace un año publiqué mi opinión en este mismo diario sobre la iniciativa de “Verano Joven”, un programa impulsado por el Ministerio de Transporte, que subvenciona los viajes en transporte público a los que tienen entre 18 y 30 años. Para ser exactos, la ayuda es una rebaja del 90% en el precio de los billetes de autobuses y trenes de media distancia y el 50% para billetes Avant y de larga distancia.
El coste de esta medida es muy alto, pero menos que el de una política coherente de incentivo al empleo. Políticas activas y pasivas para generar empleo juvenil llevarían aparejadas un porcentaje significativo del presupuesto público además de horas de trabajo por parte de los ministros y un alto riesgo a ser criticados si estas políticas no funcionan, pero ¿qué tienen que ver las políticas de empleo con este programa de fomento del turismo? Todo.
Nihil novum sub sole o en cristiano, nada nuevo bajo el sol. Esta medida, junto con la de 400 euros en gastos de cultura que se dan a los que cumplen 18 años, es pan y circo, una manera de tener contento a un colectivo afectado negativamente por las medidas de este gobierno. El paro juvenil en España es el más alto de toda la Unión Europea, nuestro país es líder en pobreza infantil (contando la zona euro), nuestros jóvenes son los que más tarde se independizan de la casa de sus padres debido al alto coste de conseguir una vivienda (alquiler y compra), el ahorro de los comprendidos entre 25 y 35 años es de los más bajos de Europa, su salario es de subsistencia hasta pasados los 25 años y el primer hijo viene pasado los 30. Todos estos datos son para que la juventud se eche a la calle y exija a los gobernantes que ni les ocurra robarles la década que les están quitando. Y, sin embargo ¿ven protestas estudiantiles? ¿ven a los jóvenes en las calles? No. La mayoría de este colectivo está alejado de la política, y los pocos que están atentos han escogido opciones menos clásicas (en intención de voto, los menores de 30 prefieren a VOX o a Sumar y Podemos).
El Gobierno sabe que, si los jóvenes están alegres y contentos con sus vacaciones subvencionadas por el resto de los españoles, no se harán preguntas ¿Quién se preocupa por su empleabilidad si está viajando? ¿A quién le quita el sueño no irse de casa de sus padres si está de fiesta? ¿Afectan los CV rechazados si los billetes de autobús para ir a esas fiestas te han salido regalados? ¿Quién piensa en hijos mientras disfruta de vacaciones con su pareja? ¿Alguien ve las noticias mientras está tomando el sol?
El objetivo es muy claro, que los jóvenes no sólo no se enfaden con su gobierno sino que, además, cuando les toque ir a votar piensen que ha sido este gobierno el que les ha patrocinado las vacaciones y que si votan a otra opción, pueden perder esta maravillosa subvención.
Óscar Puente anunció la reedición del “Verano Joven” con la frase “preparad vuestras maletas” ¡Qué razón tiene! Tras la crisis del 2008 sufrimos una fuga de cerebros porque no había trabajo para la gente cualificada. Las políticas que ha llevado a cabo Pedro Sánchez y sus secuaces van a democratizar el fenómeno migratorio y provocarán que, sin importar la formación, los jóvenes tengan que irse a buscarse su futuro fuera de nuestras fronteras. Pero hasta que eso ocurra, hasta que la dura realidad les abofetee la cara, disfrutarán, con el dinero de los contribuyentes, de un verano más barato.