Antonio Naval

La villanía está a punto de consumarse (II)

11 de Junio de 2025
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Ya son reiteradas las tropelías hechas en Huesca en relación con la Guerra del Treinta y Seis. Un día se aprobó el Parque de los Mártires de la Libertad, con sus  545 nombres. Otro día se permitió el monumento a la taza de café, con todo un inventado  simbolismo. Con antelación, por falso pudor, más bien cobardía,  se desfiguró y se mantiene  en el anonimato,  el monumento a a la Liberación de Huesca y, ahora  se quiere eliminar  nombres de servidores honestos que actuaron correctamente.

Frente a los 545 nombres inscritos en el memorial hecho con un depósito de agua en el tozal de las Mártires, el  profesor Cirilo Martín Retortillo enumeró 2314  asesinados por  el  bando contrario, el de los  desaguisados que se estaban haciendo en nombre de la libertad y la República. En ese listado, aunque lo intentó, no están todos,  y entre aquellos hay asesinos de estos, cuyos nombres fueron eliminados de las paredes de las iglesias, por falso pudor y engañosa búsqueda de la convivencia. Valientemente se mantiene el listado en la iglesia de San Francisco de Barbastro y en algún otro pueblo de los Pirineos donde sus nombres escritos, además de memoria son reliquia arqueológica.

El monumento al miliciano Orwell es un torpe intento de magnificar y mitificar lo que no fue. La frase no es de Orwell, aunque la dejara escrita. Tampoco fue el único que la escribió. Era la expresión para levantar el ánimo de las milicias que intentaban  entran en Huesca y no pudieron, escondidas en las trincheras atacantes. La  había pronunciado el coronel Villalba, de infausta memoria, personaje  que hay que recordar, vinculado a la historia moderna de Huesca, como hay que recordar al camarada  Francisco Tomás Pérez Fajardo. La ignorancia lleva consigo  la osadía, con el consiguiente ridículo. Negar que la ciudad sobrevivió con heroicidad a una chusma de sindico-anarquistas y comunistas es, al menos, incultura. De estos pretendidos libertadores lo mejor que se puede decir es que eran estrafalarios vagabundos que encontraron sentido a su vida arrasando todo lo que encontraron a su paso. Los relatos de guerra hacen penosas crónicas de su manera de llenar el tiempo.

Huesca fue heroica y vencedora, al margen de que lo certificara Serrano Suñer. Lo fue, entre otras razones, porque hubo un regimiento venido de Galicia que mereció ser perpetuado por los oscenses en el nombre dado a los Porches. Y unos Requetés venidos de Navarra que merecieron renombrar en su nombre la  plaza de la República, la de Zaragoza, denominándola desde entonces de Navarra. Por supuesto se consiguió con la activa colaboración de los oscenses y del regimiento local denominado Valladolid. Este no tuvo el reconocimiento que fue fundamental en la defensa de la ciudad. Su edificio que era de época y vinculado a la historia de la ciudad fue demolido. Ahora se manda enmascarar  los nombres de los alcaldes nominando algunas de sus buenas acciones. Este enmascaramiento se ha hecho también  con el nombre de regimiento Galicia renombrándolo ahora  como Porches de la Comunidad Galicia, que queda bastante lejos, y de los Requetés llamando a la plaza, de la  Comunidad Navarra, pero no era eso. La vileza impuesta a un colectivo preanuncia un futuro incierto.

A la liberación de Huesca  se levantó un monumento en el Parque  que luego por falso pudor y cobardía fue desfigurado y enmascarado a diferencia de lo realizado con el parque del tozal de las mártires y el monumento  al miliciano de la taza. Al monumento a Huesca se le privó de la prestancia que tenía, se recubrió con granito ocultando su razón de ser escrita en él. Fueron eliminadas las placas donde figuraban los nombres de los alrededores desde donde los milicianos intentaron entrar en Huesca y no pudieron. En el escudo  de  remate estaba el mote que identificaba su razón de ser y evidenciaba el carácter incuestionable de la ciudad heroica y vencedora, pero fue borrado.  Una inscripción esta puesta de forma que prácticamente es imposible leerla.

Huesca fue ciudad vencedora después de haberse mantenido heroicamente. Esto lo han negado los descendientes ideológicos de los republicanos que intentaron entrar en ella. Entonces hubiera sucedido como en los lugares de su entorno. El monumento está rematado por cinco figuras. De ellos solo son claramente reconocibles el militar y el requeté. De los otros tres con el torso descubierto se supone que uno representa a los civiles de Huesca y el otro será uno de los de “camisa nueva”, falangistas, que surgieron para neutralizar al amenazante comunismo.  Todos  levantan    una quinta figura moribunda  envuelta en una bandera,  y un escudo que es el de Huesca, en el que a raíz de la ley de Zapatero 52/2007, fue borrada la inscripción “Heroica, leal, victoriosa”. Por supuesto, el monumento lo hubieran eliminado por completo los herederos de los perdedores. La prestancia y significado que  tuvo  se ha reducido a  poco más que un  bolardo que regula la travesía del Parque.

Es tarea pendiente  precisar con más rigor el periodo de 1931 a 1939 como un periodo nefasto para España, sin fragmentarlo como requiere la ley  22/2022, ignorando las causas. Queda por precisar con más valentía  los logros sociales y económicos de la década de los sesenta del pasado siglo reconocidos por Europa, y disfrutados por lo que ahora reniegan. Entonces se consiguió no poco de lo que no supieron los gobiernos de la República. Se sentó la base de la convivencia que permitió una Transición modélica y de otros logros que se iban a alcanzar  con el inmediato  establecimiento de la Democracia.

En esta línea también hay que depurar la bibliografía escrita por los herederos causantes del desastre que no aceptan responsabilidades en el peor episodio bélico de la história  de España. Entre la  enorme cantidad de basura, hay una publicación titulada  La iglesia de Franco, (2022) de sumo interés si se tiene en cuenta lo que se puede producir cuando se escribe con el cerebro  situado en las vísceras de la entrepierna. Los cardenales Segura, Gomá y Pla y Deniel estaban lejos de ser clérigos de referencia válida para una iglesia con proyección de futuro, pero de allí a afirmar que ellos y la iglesia que ellos controlaban fueron los causantes de todas las matanzas, de todas,  que hubo tras la sublevación causaría  hilaridad  por la simpleza del tal  apreciación, propia de menguada capacidad de sindéresis, pero necesariamente tiene que suscitar vergüenza de que haya escritores panfletarios que sean catedráticos de Universidad. Por casos como este se explica el lamentable  nivel intelectual al que ha llegado la Universidad española. El libro, en esquema y en hilo argumentario está escrito en la pretensión de demostrar tal visceral visión. Su autor, todavía en vida, merece ser sometido a la damnatio memoriae  por la falta de rigor en una pretendida espectacular revelación. La ausencia de rigor en su   escrito es  referencia útil para desechar todo trabajo académico similar exigido a  un alumno de carrera

Una ley ignominiosa e inicua, unos magistrados funcionarios pasivos de la Administración y unos gestores públicos que se refugian en el eslogan de no alterar la convivencia aun a costa de enmascarar la verdad, han llevado a la villanía de desfigurar  la dramática historia de la España reciente. Es vileza de todos borrar el nombre de los alcaldes de la ciudad que con honestidad trabajaron por ella en circunstancias difíciles.  Mateo Estaún Llanas, José María Lacasa Coarasa, Mariano Ponz Piedrafita, Pedro Sopena Claver, Vicente Campo Palacio, José Gil Cávez y Emilio Miravé han sido sometidos a linchamiento por la ira de bellacos. Es la iniquidad de un resentimiento de quienes son descendientes de vencidos con humillación por los sublevados que motivaron. Toda esta villanía, efectuada con personas que hemos conocido y que ni de lejos fueron lo que este colectivo  pretende  debe ser reparada de forma  que la ciudad muestre el reconocimiento. Siempre está  la posibilidad de, al nuevo nombre de la calle, añadir :”antes, calle de...“. Ninguna ley puede prohibir que los gestores municipales dejen de dar información que los ciudadanos necesitan.

Habrá mentes muy deficientes que dirán que esto es apología del franquismo. No es apología del franquismo sino denuncia de los irresponsables que lo motivaron. Pretender decir que aquellos comunistas, anarquistas y congeniadores con ellos, eran demócratas  y defensores de la libertad  es como afirmar que los  zorros pueden poner orden en un gallinero y acunar a las gallinas.

La actuación pendiente es derogar la ley  20/2022, de Memoria Democrática, de una vez por todas. Mientras tanto debe hacerse justicia aunque se hunda el mundo

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