Hoy ha sido un día intenso. En el Pleno Municipal del Ayuntamiento de Jaca salía adelante por mayoría simple la propuesta para la paralización del proyecto del Oroel Park. Sin embargo, el alcalde de Jaca afirma que "el Ayuntamiento de Jaca no tiene capacidad para paralizar este proyecto, ya que es competencia de la Mancomunidad del Alto Valle del Aragón”. Habrá que seguir con atención los acontecimientos.
Sigo firmemente convencido en que los Planes de Sostenibilidad Turística en Destino 2023, que fueron aprobados gracias a la redistribución de los fondos que inicialmente iban destinados a Canal Roya, son en su mayoría una oportunidad perdida para poder financiar la reconversión del sector turístico, y se han destinado a “reforzar” la imagen del Pirineo aragonés como “destino experiencial” en el que sus valores naturales tan solo cumplen el papel de mero decorado (el fondo que aparece en el selfi de cada turista para sus dichosas redes). Quien con buena intención (hay ideas malísimas llenas de buenas intenciones) ubicó la atracción recreativa en un Paisaje Protegido, seguro que pensó que sería un buen decorado.
Me voy a la cama agradecido por el amplio apoyo político que han manifestado nuestros representantes en contra de Oroel Park, pero pensando cómo hacerles ver la importancia del fondo (el paisaje) sobre la forma. Retomo el estudio sobre los fondos Next Generation a través del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR) y recuerdo que están sujetos a unas condiciones muy estrictas de elegibilidad. Su filosofía general es financiar proyectos que contribuyan a Transición ecológica (sostenibilidad, eficiencia energética, conservación de la biodiversidad), Transformación digital, Cohesión social y territorial, e Igualdad de género.
En turismo, por ejemplo, se han financiado actuaciones vinculadas a la sostenibilidad turística: rehabilitación de entornos naturales, movilidad sostenible, digitalización de destinos, restauración de patrimonio, adaptación climática, etc. Eso significa que parques temáticos, toboganes o pasarelas puramente recreativas tienen difícil encaje directo, salvo que:
- Se justifiquen como infraestructuras turísticas sostenibles con impacto en la desestacionalización, cohesión territorial o transición verde.
- Estén integrados en proyectos más amplios de turismo de naturaleza, cultural o de montaña, con criterios de sostenibilidad y conservación.
- Se planteen como infraestructura de movilidad suave o accesibilidad (por ejemplo, pasarelas que mejoren la accesibilidad universal en entornos naturales frágiles).
En cambio, un parque temático clásico o de atracciones creo que encajan peor: se consideraría más inversión privada de ocio que un proyecto de recuperación y resiliencia. Un ejemplo puede ser los PSTD de la Comarca Comunidad de Teruel, con la iniciativa Plan de Protección Patrimonial Dinoexperience, a través de la Fundación Dinopolis. El ocio recreativo temático (las “chorradicas” para los peques que decía la concejala) están en la ciudad de Teruel, pero en los yacimientos de los pueblos se investiga, se protege y se “valoriza” con mesas de interpretación que tienen a la divulgación científica como vector de desarrollo territorial. Con ello quiero decir que cabe otro tipo de turismo y que no todo es, ni debe ser, turismo.
Me entra el sueño pensando en el pueblo de la zona que visitaba este fin de semana, y en donde solo hay un punto en la plaza donde tienes cobertura telefónica, en la cantidad de proyectos que podrían hacerse con la idea clara de que los fondos Next Generation (PRTR)… no son un “cajón libre” para cualquier gasto municipal, pero sí pueden financiar muchas necesidades, siempre que estén dentro de los ejes de transición ecológica, digitalización, cohesión territorial y social.
Y, sin darme cuenta, me quedé dormido dándole vueltas a la cohesión territorial y social... Y soñé. Soñé en una tierra llamada Zaragón. En el sueño me sentía poderoso, carismático, convencido de estar cambiando la historia. Presentaba con orgullo el Plan Desmán de los Pirineos, una obra “visionaria”: toboganes y pasarelas kilométricas, miradores, parques temáticos en medio del bosque. Todo envuelto en discursos de modernidad y sostenibilidad. Era un sueño ruidoso, lleno de luces y aplausos. Pero entonces abrí los ojos… y desperté.
Y al despertar, surgió la conciencia de que el verdadero poder de los fondos europeos reside en lo concreto, en lo cotidiano, en aquello que rara vez aparece en grandes titulares. Los fondos europeos podrían destinarse a garantizar la conectividad digital de los pueblos más remotos, en modernizar consultorios médicos rurales con equipos de diagnóstico y telemedicina, mejorar el alumbrado público para ahorrar energía y recuperar cielos estrellados, para invertir en energías renovables, reforzar la recogida y reciclaje de basuras, reforestar montes o proteger ecosistemas frente a incendios.
Pueden servir para muchas cosas cercanas y concretas. La verdadera magia de los Next Generation no está en grandes obras de impacto inmediato, sino en inversiones silenciosas que transforman el día a día de las personas. Son una oportunidad histórica para combatir el abandono, sostener a las comunidades rurales y construir un futuro más equilibrado. Entre soñar con miradores, toboganes y despertar con pueblos vivos, la elección es clara. El verdadero futuro del Pirineo no está en parques de atracciones, sino en soñar con pueblos vivos.
"El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños" decía Eleonor Roosevelt…