La profesora e investigadora oscense Ana Escartín Arilla (Huesca, 1977) sostiene que el análisis del discurso permite desentrañar, no solo lo que expresan las ONG, sino también lo que queda implícito, la manera en que estructuran sus contenidos y los objetivos que persiguen. “Lo interesante es que estas decisiones estratégicas se evidencian en sus textos, en la forma en que comunican, en los términos que eligen y en lo que omiten. Y eso es precisamente lo que el análisis del discurso nos permite observar: no solo el qué se dice, sino el por qué y para quién”, afirma.
Desde esta mirada, defiende que "el lenguaje de las ONG no es neutro: toda manifestación implica una toma de posición ética". Entre los núcleos conceptuales de su trabajo destacan la tensión entre enfoques colaborativos y asistenciales, los desafíos que plantea el entorno digital, y la hipótesis de que una transformación en la forma de enunciar puede, en determinados casos, traducirse en modificaciones prácticas.
Ana Escartín impartió recientemente una conferencia en el IES Ramón y Cajal de Huesca, organizada por la Universidad Ciudadana, con el fin de acercar a un público amplio técnicas que, mas allá de las prácticas de estas organizaciones, ayuden a ejercer una lectura crítica.
La profesora oscense, actualmente profesora titular e investigadora en la Université Grenoble Alpes, ejerce la docencia en Lengua de Español de especialidad y Traducción especializada. Allí realizó su tesis doctoral sobre el análisis del discurso de las ONG de Cooperación Internacional, tema que ha marcado el eje de su trayectoria académica.

Estudió Historia en la Universidad de Zaragoza donde también impartió clases, y Traducción en la Universidad de Valladolid.
Su interés por este campo surgió de manera inesperada. “Me encargaron una asignatura de Español de especialidad en el último año de licenciatura y les preparé una clase sobre Cooperación Internacional, porque era el tema sobre el que iban a hacer el máster al año siguiente. Al buscar material, me di cuenta de que no había, ni de las prácticas de las ONG ni de cómo dar la didáctica a los estudiantes. Este tema me pareció apasionante”, detalla.
El análisis del discurso constituye una herramienta que permite ir más allá del contenido literal de los mensajes para interpretar sus intenciones, motivaciones y efectos. Todo mensaje se enmarca en un contexto y comprenderlo es clave para entender por qué se comunica de determinada manera y qué impacto puede tener en quien lo recibe. Este enfoque, que combina elementos de la lingüística social y cognitiva, resulta útil para analizar tanto mensajes escritos como orales.
En su investigación, comenzó analizando memorias anuales por su estructura clara y su valor representativo. Más recientemente, se ha centrado en páginas web, un formato más complejo por su fragmentación y su lectura no lineal. “El lector interactúa con el contenido de formas múltiples, y esto implica una complejidad añadida para quienes analizamos cómo se comunica una organización”, observa.
Esa fragmentación, unida a la mezcla de formatos (texto, imágenes, vídeos, enlaces), entorpece la interpretación del mensaje institucional. “Mientras que en una memoria anual puedo analizar la estructura retórica –cómo empieza, cómo se desarrolla y cómo concluye–, en una página web es más difícil reconstruir esa lógica sin conocer las intenciones concretas de quienes la han diseñado. Tampoco se puede conocer cuál es el comportamiento real de los lectores".
Por ello, uno de sus objetivos a medio plazo es colaborar directamente con las ONG para comprender desde dentro cómo construyen sus discursos, qué decisiones toman, qué mensajes buscan transmitir y hasta qué punto esas decisiones son conscientes o fruto de la inercia comunicativa.

MODELOS DE COOPERACIÓN
La oscense se refiere, por otro lado, al complejo vínculo entre las ONG y el sector empresarial, tema que genera posturas encontradas dentro del ámbito de la cooperación. "Existe un debate abierto sobre si las organizaciones deben colaborar con empresas, mantenerse independientes o incluso denunciar sus prácticas. Esta ambigüedad también se refleja en sus discursos", explica.
Algunas entidades adoptan una actitud crítica hacia el modelo económico dominante, mientras otras priorizan la viabilidad de sus acciones mediante alianzas con actores privados. "Ahí se ve claramente una tensión entre dos modelos de cooperación –señala la investigadora–, un modelo más colaborativo con el sector privado y otro más reacio, normalmente sostenido por organizaciones más radicales, que denuncian esa complicidad estructural".
"El análisis del discurso nos permite observar, no sólo el qué se dice, sino el por qué y para quién"
Esta dualidad también se manifiesta en el lenguaje que emplean. "Lo interesante es que estas decisiones estratégicas se evidencian en sus textos, en la forma en que comunican, en los términos que eligen y en lo que omiten. Y eso es precisamente lo que el análisis del discurso nos permite observar: no solo el qué se dice, sino el por qué y para quién".
Agrega que, aunque muchas entidades han adoptado términos más horizontales, evitando expresiones como "países subdesarrollados" en favor de un lenguaje de igualdad, ese cambio no siempre implica una transformación profunda en su modo de actuar. "A veces, las ONG utilizan expresiones más inclusivas o respetuosas por exigencias del propio sector y de la sociedad, pero no necesariamente ha cambiado su forma de intervenir sobre el terreno".
La profesora pone como ejemplo entidades que edifican viviendas en territorios del Sur global. Aunque su narrativa pueda presentarse bajo una lógica colaborativa, el hecho de que lleguen con propuestas y fondos previamente definidos revela, en numerosos casos, una dinámica jerárquica. "La contradicción no es en sí negativa –matiza–, porque muchas veces el cambio en el discurso genera también un cambio en la acción. Es como un círculo virtuoso: empezar a hablar en términos horizontales puede llevar a una cooperación más equitativa, donde las necesidades se definen desde las comunidades receptoras, no desde fuera".
En su conferencia en el IES Ramón y Cajal, la investigadora aragonesa ilustró sus argumentos con numerosos ejemplos. Dejó clara la presencia de formas sutiles de superioridad, perceptibles en las imágenes lingüísticas utilizadas. "Aunque en los textos aparezcan términos como empoderamiento, desarrollo sostenible o participación, al analizar ciertas expresiones o construcciones discursivas, se sigue percibiendo esa lógica del 'nosotros damos, ellos reciben".
A partir de esta labor de estudio del discurso, la especialista ha iniciado una nueva etapa de indagación orientada a diferenciar entre diversos perfiles de ONG: grandes y pequeñas, religiosas o seculares, con presencia internacional o con estructuras más arraigadas localmente. "Durante mi tesis no hice esa distinción, pero ahora me interesa ver si hay patrones discursivos asociados a esos perfiles", comenta.
De acuerdo con sus primeros hallazgos, aquellas que se apartan del lenguaje convencional suelen ser también las que impulsan iniciativas de cambio estructural, centradas en la presión política o en la sensibilización en el Norte global, más que en iniciativas convencionales de ayuda.

MUCHOS EJEMPLOS
La académica recurrió a diversos ejemplos para mostrar cómo la manera de comunicarse puede alterar la percepción de una situación. Algunos de ellos se basaron en la Guía práctica para la comunicación de las ONGD (2019), elaborada por la Coordinadora de las ONGD de España (CONGDE).
Previamente, se refirió al "efecto de encuadre", que demuestra cómo el contexto y la forma en que se presenta una información condiciona la interpretación y reacción de quien la recibe.
También aludió a las ideas de George Lakoff, quien sostiene que las metáforas, presentes en todos los idiomas, están vinculadas a la forma en que comprendemos y estructuramos la realidad.
Así, tanto las metáforas como los términos empleados en el discurso contribuyen a moldear visiones compartidas. Un ejemplo ilustrativo es el relato en torno a la migración, que puede presentarse como una "invasión" o como una "oportunidad".
Por eso, la forma de comunicar en el ámbito de la cooperación internacional influye directamente en la imagen que se tiene de los países implicados y del tipo de apoyo que se ofrece. Según sus investigaciones, las ONG tienden a utilizar una narrativa que reproduce una relación vertical, en la que los países del "norte" figuran como donantes y los del "sur" como destinatarios, lo que afecta la manera en que se conceptualiza esta colaboración.
Términos como "dar dignidad" no solo transmiten un mensaje, sino también una visión ideológica de la asistencia. Muchas de las fórmulas empleadas por estas entidades reflejan que son ellas mismas quienes se colocan en el centro del relato y relegan a los proyectos y comunidades con las que trabajan a un papel pasivo. A su juicio, la labor de estas organizaciones no debe confundirse con caridad, sino entenderse como una transformación profunda de las condiciones de vida.
Por todo ello, la experta subrayó que es fundamental evitar el "síndrome del salvador blanco". En su opinión, este enfoque presenta a las comunidades como carentes de esperanza y dependientes exclusivamente de la ayuda externa, lo cual es una distorsión de la realidad. Añadió que esta visión no solo deshumaniza a las personas a las que se intenta ayudar, sino que minimiza su autonomía y capacidad de transformación.
Escartín cuestionó, por otro lado, el enfoque simplista de muchas campañas de recaudación, ejemplificado en frases como “Con solo 1 euro al día, puedes cambiar la vida de un niño”, que –según ella– reducen en exceso la complejidad del cambio social. Propone en su lugar un modelo de colaboración más consciente y comprometido, que fomente la corresponsabilidad global y genere un impacto duradero.
También criticó el uso de imágenes manipuladas o tomadas desde ángulos que refuerzan una percepción exagerada de vulnerabilidad. Según la profesora, estas representaciones resultan innecesarias y atentan contra la dignidad de las personas retratadas. Subraya que las ONG deben evitar mostrar a las comunidades como figuras pasivas o desamparadas, ya que esto refuerza estereotipos y relaciones desiguales.

Escartín insistió en que es fundamental transformar la manera en que se representa a estos colectivos: no deben ser vistos como “objetos de caridad”, sino como sujetos activos, con capacidad de decisión y agencia sobre sus propias vidas. En este sentido, aclara que no se trata de “darles voz”, porque todas las personas ya la tienen, sino de crear canales y espacios para que puedan ser escuchadas.
Sobre las dinámicas entre las ONG y las comunidades con las que colaboran, la profesora alertó del riesgo de reproducir una relación de superioridad moral o cultural del norte global sobre el sur. Abogó por entender la colaboración como una relación horizontal, basada en la corresponsabilidad y la participación activa de todas las partes implicadas.
Afirmó, igualmente, que las organizaciones más transformadoras no se limitan a prestar asistencia, sino que promueven la implicación consciente de las comunidades en su propio proceso de cambio.
La académica oscense animó a efectuar a una reflexión crítica sobre el lenguaje empleado en la comunicación de las ONG. En lugar de términos como “subdesarrollados”, propone hablar de “países empobrecidos”, ya que este término refleja con mayor precisión que la pobreza es consecuencia de procesos históricos. En su opinión, las organizaciones deben contribuir a una comprensión más profunda de las causas de las desigualdades globales, no solo a visibilizarlas. Este enfoque permitirá generar cambios reales y sostenibles, tanto a nivel local como global.
Finalmente, Ana Escartín manifestó que en el análisis del discurso se busca objetividad, pero reconoció que siempre habrá un componente subjetivo, ya que se basa en la interpretación de textos y contextos. La clave de su trabajo, recalcó, es minimizar esa subjetividad para obtener conclusiones más objetivas y representativas, utilizando datos fiables y verificables.