Ángel Morán Viscasillas ha sido durante un cuarto de siglo la cara y la voz del sindicalismo en la enseñanza concertada, una derivada natural de su vocación del magisterio. De hecho, 41 años después de plantarse en un aula, culmina una singladura rica y fructífera, que empezó en la alta responsabilidad de educar directamente a los estudiantes y así ha acabado.
Ángel Morán Viscasillas nació hace 64 años en Jaca, donde todavía vive su madre mientras él disfruta de la tranquilidad de Ipiés desde hace 28 años.
Su vida estudiantil comenzó en Escolapios y luego en el instituto Domingo Miral, del que guarda grandes recuerdos por "profesores buenísimos como Domingo Buesa, María Luisa Bailo, yJacinto de Vega. Gente muy comprometida con un nivel académico excelente".
Quería ser profesor de Historia del Arte, lo que más le apasionaba, pero empezó Filosofía y Letras en Zaragoza, camino que no le convenció por lo que varió su rumbo a Magisterio en Huesca, que compatibilizó con el servicio militar en Jaca.
En 1984 ya ejercía la docencia, incluso en un comedor escolar en 1983 ya hizo sus pinitos. Recibió una oferta de Santa Ana en un momento en el que querían hacer un colegio mixto por lo que el primer paso eran profesores hombres. Lengua y Literatura e Historia de la Música en 7º y 8º de EGB fueron las primeras materias que impartió. "Estaba trabajando en Radio Jaca, donde hacíamos Pueblos y Gentes y al mismo tiempo con la persona que compartía programa ya ponía música clásica y fue despertando ese gusto adaptándolo a la historia. 1814 de Tchaikovski es una obra donde se ve lo que está pasando en la batalla, los rusos y el ejército napoleónico. Y lo apliqué aquí directamente".
Ángel Morán dio clases hasta 2001 y desde entonces hasta 2023, para volver a Santa Ana a cumplir los dos años de contrato de relevo hasta la semana pasada. Le atrajo EHUSI (Enseñanza Huesca Sindicato Independiente, integrado en FSIE), creado el 3 de diciembre en 1979, "la misma noche en que Erik el Belga estaba robando en Roda de Isábena", recuerda con su prodigiosa memoria. Cuando él accedió, había 6 delegados en toda la provincia, hoy más de 50. Por contextualizar, abrían sus puertas 16 colegios concertados.
"Era tremendamente difícil hacer sindicalismo en la concertada, porque daba la sensación de que esto era una empresa. Ibas a clase con fiebre y nadie te decía quédate en casa. Había que pedir derechos para acudir al médico o el pediatra, teníamos que ir fuera de horario". Ya se habían firmado convenios, "la negociación colectiva era muy dura porque había que contemplar al personal docente y el no docente. Para el docente estaba de acuerdo la patronal en que hubiera una subida, pero se negaban a que fuera la misma al personal de administración y servicios, y nos bloqueaban. Siempre era demorable todo y la oferta que hacían era insuficiente. Se negociaba a nivel de Madrid con los grandes colegios, no tenía nada que ver con las pequeñas provincias. La de Huesca siempre ha sido muy avanzada en alumnado, negociación, era mucho más fácil hablar aquí que pensar que te tenían que dar un derecho a nivel del Estado".
Al final, la subida viene también por Presupuestos Generales del Estado. "Los colegios reciben por esta mano una partida y por la otra te lo sueltan". Eran tiempos en los que había una asimetría. "Cuando llegué, se hacían 28 horas lectivas, ya no hablemos de mejoras sociales o rebaja de cargas lectivas. Se hacían las 28 de pizarra, luego se bajaron a 27 horas, que fue maravilloso, y en 1992 nos bajaron a 25. Y ahí seguimos. En la pública están en 18 horas en Secundaria y 23 en Infantil y Primaria".
"La situación de cómo era la educación en 1992 y ahora no tiene nada que ver. Estamos hablando de 33 años donde ni las familias ni la presión de inspección ni los programas tiene nada que ver. Teníamos 43 alumnos por aula, tenías que corregir 250 exámenes para una evaluación. De comentarios de texto, sacar adelante una evaluación era una locura, había cinco evaluaciones al curso más la final. Era un trabajo ímprobo por todos los lados, tenías que tener tutorías con 40 familias pero, aun así, una tutoría de ese momento, no sé si porque éramos más jóvenes o las familias eran más conscientes de que si les pedías una ayuda tenían que hacer que sus hijas tuvieran en cuenta eso, era muy diferete. Ahora es bastante más difícil llegar a 20 familias que antes a 40", asegura Ángel Morán.
"De entrada, no se discutía lo que les hacías llegar", agrega el veterano docente, "ahora hay familias que preguntan su si hijo es así. Yo lo vea cinco horas al día, y es mi apreciación, pero el hijo es suyo. Antes, rara familia te llegaba y dudaba de que por haber tenido un hermanito no tuviera problemas en casa. Ahora te lo preguntan, yo digo que sí, porque los niños se sienten desplazados. No está de más mirar el cuader

no de tareas, o la aplicación, que ahora se suben todas las tareas para que lo vean las familias y, sin embargo, no acabamos de ver que el tema llegue". Concluye que "todo ha cambiado, hay una familia diferente, el fenómeno de otras culturas es diferente de la de ahora y la de 1984. Y todo eso es muy rico y ayuda muchísimo, pero hay que tenerlo en cuenta en el aula".
Actualmente hay unos 600 profesores en la concertada. Hubo un gran crecimiento cuando llegó a la Infantil, que no es concertada hasta 2006. El Departamento de Educación de Marcelino Iglesias decide entonces hacer unos "convenios singulares" y añade una educación cuando el Ministerio no lo contemplaba. Se incorpora la de 3-6 años y afecta a las plantillas. Con Pérez Rubalcaba y Marchesi en el Ministerio, Huesca fue provincia piloto para la integración, que significó que había "niños con discapacidad, dificultades o carencias que van a ser escolarizados, se incorporan a los centros ordinarios y tiene que haber profesores PTYAL (Pedagogía Terapéutica y Audición y Lenguaje) que los atiendan. Ese grandísimo avance luego se corta y deje de haberlos".
Lo mismo puede ser por hipoacusia o por problemas de lenguaje. Los centros que se involucraron recibieron esa dotación: Santa Ana de Sabiñánigo, Huesca, Monzón y Fraga. Los que no lo pidieron se han quedado sin esas posibilidades, aunque es verdad que el departamento ha tenido sensibilidad en estos casos. "Hay que escolarizarlos de la mejor manera posible, pero no en el conocimiento de las materias curriculares, hay que sacarlos al recreo o de excursión, como cualquier otro niño. Y eso requiere de personas que se ocupen de eso, tareas que exceden de lo que hace un docente, incluso cambiarle pañales".
Explica las características de la patronal de la concertada, distinta en colegios de grandes ciudades y de Huesca o cualquiera de las provincias. "Estamos hablando igual de centros que tienen una vía y disponían de 9 o 10 profesores, y si exigíamos, exigíamos y exigíamos, podía suponer una mejora pero también una asfixia. Cerrar la puerta del sitio donde vas a trabajar no era oportuno, era mejor que se fueran incorporando más personas y pacientemente se fueran mejorando las condiciones. Viéndolo ahora, actué bien, con flexibilidad, demostrábamos que el centro tenía que ser abierto pero que había que ir introduciendo la visión social. Intenté que se viera que los derechos de los trabajadores influía en que los niños se vieran bien educados". Se sustituían las dificultades con "una dosis de cercanía, compromiso y la gente que iba a acudir iba a estar muy contenta". La rebaja de carga, además de la conciliación familiar, es un acicate para estar al cien por ciento. "Hemos avanzado muy bien, aunque en algún momento haya habido dificultad".
Tiene una máxima sindical y vital: "Los derechos había que cogerlos y los deberes había que hacerlos todos. No podías escoger una de las opciones. Me obligas hasta donde me puedas obligar pero me das lo que me tienes que dar".
Fue primero presidente de 2001 a 2004 y posteriormente ocupó el máximo cargo, el de secretario general. Desde ese cargo y también como profesor rebate la dualidad entre educación pública y privada. "La educación concertada, por normativa, somos servicio público educativo, son los centros sostenidos con fondos públicos tanto la red pública como la concertada. Para mí, es una situación que me duele. Entré a trabajar en octubre de 1984, en ese momento se implantaba la LODE, que sólo sigue en funcionamiento en los centros concertados. En 40 años se podía haber avanzado más en la corresponsabilidad de las dos redes, y mejorar la justicia y cohesión social que en sitios como Huesca es muy bueno y lo estamos haciendo".
Insiste Ángel Morán en que la dicotomía es poco justa. "Que las familias escolaricen a sus hijos en la red pública, que es muy buena en calidad, lo digo siempre, pero no he oido decir lo mismo sobre cómo trabajamos nosotros, como las 600 personas que trabajan en la concertada se desviven y cómo cumplen lo que nos dice el Servicio de Educación e Inspección Educativa, que es especialmente dura en la provincia de Huesca, mucho más que en Zaragoza y Teruel. Nosotros trabajamos exactamente igual, con los mismos currículos, la misma titulación, hemos estudiado igual que nuestros compañeros en pública y no tenemos una oposición, eso es verdad. Pero desde los 60 hasta los 66 o 67 años, estamos aportando nuestro trabajo. Nadie nos ha regalado nada", y recuerda sus desigualdades en cuestiones como número de horas lectivas o las condiciones para el final de su actividad. "Para dar cien horas en la concertada hablaríamos de 4,3 profesores, y en un centro público no menos de 6,5-6,7 profesores. Y tampoco es el mismo salario. Todas las cuentas tienen que estar ahí".
Entre los 60 y 65 años de un jubilado de un centro público, las 70 mensualidades a 2.000 euros son 140.000 euros que lo paga la Seguridad Social a través de las pensiones, y el Departamento de Educación tiene que pagar a su sustituto, no se ahorra nada. "A mí no me han pagado esa situación. Los trabajadores de concertada que no puedan acceder a jubilación hasta los 67 no habrán cobrado nada de pensión de Seguridad Social". Recuerda que en una emisora de radio le cortaron en directo cuando expresó ese argumento.
Denuncia Ángel Morán la generalización acrítica en un discurso ideológico, que no contempla tampoco la diferencia entre entornos de grandes capitales y las provincias de ámbito rural. "La visión de la que tiene pelas, la que hace hípica, tiene polideportivos... Aquí cuando la gente baja de Panticosa de esquiar de la pública, subimos nosotros. Vamos al mismo lugar con lo que la Diputación asigna. Hay localidades de la provincia que somos el centro gueto, donde la gente que puede va a la pública y la que no a la concertada. Decir que la enseñanza concertada es elitista... Hay que conocer la realidad e intentar acercarse a esas situaciones porque no siempre estamos hablando de lo que realmente hay aquí".
LA VUELTA A LAS AULAS
Tras su retiro sindical de primera línea, Ángel Morán ha vuelto a las aulas. "Da susto. Esto es como la bicicleta: ¿me habré olvidado? Va en bajada ya, no me tocará tanto como cuando era responsable de aula o llevar programación como de primera fila, ya vienes como profesor de apoyo y estás en una situación más beneficiosa. ¿Voy a poder? Es lo mejor que me ha pasado, me voy con una sensación dichosa, reconfortado, feliz. Los acuerdos a los que he llegado, menos de los que me hubiera gustado pero muchos, he trabajado con directores generales de uno y otro lado con los que me he llevado bien, funcionarios muy buenos... Mi papel ha sido facilitador para que las partes se vieran bien".
Volviendo a su etapa final, el profesor señala que el acuerdo firmado había de ser "idénticamente aplicable". Si tenía que trabajar 50 días para un contrato de relevo, "iban a ser 50 días, no iba a escaquearme, ni soy de los chicos del sindicato. Cuando mi directora me dijo: Ángel, puedes hacer lo que quieras, trabajar dentro del aula, sabes que puedes trabajar en otras tareas, le dije: muchas gracias, pero yo seré persona de aula. Empecé en el aula y acabaré en el aula. Quiero decir que las 25 horas que mis compañeros trabajan, empezaba a las 9 y acababa cuando acababa las 25 horas. Cuando entraba el profesor de inglés, me iba a apoyar a otros niños con problemas, con diversidad y minorías étnicas, y me voy muy querido por estos niños y niñas. Me voy infinitamente pagado, muchísimo".
Han cambiado los alumnos. De los del año 84, "pensábamos en El Enfermo Imaginario de Moliére, que nos dieron un premio extraordinario, representábamos La Fierecilla Domada, la Casa de Bernarda Alba, El Principito... Además del trabajo, gente súper responsable. Unos comentarios de texto que no veas. Luego pasé a Primaria. Los críos son igual de ingenuos, de genuinos, igual de agradables, pero los niveles son muy diferentes. Antes el nivel de lectura, de comprensión, en cursos muy similares, era muy distinto. La lectura más simple y mecánica cuesta muchísimo. Arrancar un curso cuesta una barbaridad, un trabajo ímprobo". Ahora "hay muchos más estímulos, tienes que compendiar todo en exposiciones de cinco minutos porque al sexto ya no están. Sentarse en una silla es una tarea ímproba, se ponen hacia atrás, se tumban..."
¿Cómo tendría que cambiar el sistema educativo, las leyes...? "Si no hay un pacto educativo, da igual que haya leyes de la izquierda, de la derecha o mediopensionistas". Recuerda el pacto educativo con Ángel Gabilondo y su exposición en el Consejo Escolar del Estado "fue maravillosa. Simplemente escucharlo te ponía a favor de eso. Que algo que es la piedra angular de la sociedad del mañana no merezca la atención de partidos, sindicatos y padres es un problema serio", ya que dificultad cualquier educativa. Incide en la necesidad de poner en primera posición "los valores, la importancia de la democracia, de saber que los impuestos sirven para que se utilicen en el mejor sentido de la palabra, que no sólo hay que ser libres, sino responsables. Hay que hablar de los contenidos de las asignaturas, pero hay que pedir a los profesionales del aula que digan lo que realmente quieren". Recuerda que la Ley Celaá se gestó cuando todos estábamos confinados. "Lo ideológico no es lo único que tiene que primar. Una ley educativa ha de ser buena, amplia y perdurar no menos de quince años".
Abierto a las novedades, alude a la trascendencia de las tecnologías en las aulas y recuerda a Eva Almunia y el reparto de ordenadores, inspirándose en México. "No estábamos hablando de si realmente se necesitaba para los niños, sólo se amparaba en datos macroeconómicos, y no hay que entrar en esto. Fue un error que alguien quiso creerse, pero la acción de pinzar, de la cabeza hacia la mano, la acción de tu letra como algo propio de tu carácter e identidad... hay que dejar a los niños que se salgan de la línea y que tengan que mejorar, pero eso, o lo haces personalmente, o no puede ser. Hay muchos niños además que tienen problemas de concentración y esto antes no había".
En la vista atrás, Ángel Morán Viscasillas afirma que "ha vivido un sindicalismo muy coherente. Lo que había que hacer lo hice, cuando tuve que oponerme frontalmente a las situaciones frente a la patronal o directores de colegios o el Gobierno de Aragón, lo hice y lo argumentaba. Para cada problema decía que tenía que haber dos soluciones, y yo las aportaba, una más cara y otra más barata. Hay veces que hay que querer adaptar tu discurso diario de otra forma".
"La experiencia generalizada es muy positiva, con los profesores muy buena, con los compañeros también, me marcho muy querido por los alumnos y respetado por mis compañeros. En este último moimento con una situación complicada, he sentido un apoyo incondicional y siempre creo que hay que poder mirar a la cara al interlocutor, los compañeros te han dado su confianza y la he correspondido siempre", concluye el profesor y sindicalista, que siempre llevó una fotografía de una asamblea que se hizo con sus compañeros a la salida de Salesianos. "Iba conmigo y decía: no os tengo que fallar. Tengo que ser responsable para dar el máximo y así será".