Una jornada para la intrahistoria de un pueblo. En la Misa matinal, en la Iglesia Santiago Apóstol de Grañén, el Coro de Hombres de la localidad ha cantado el "Amigos, siempre amigos" de la zarzuela Los Gavilanes y Los Coros de Nabucco de Giussepe Verdi. A las buenas voces de los intérpretes, se suma el virtuosismo que envuelve el cariño que, en cada una de sus notas, expresaban hacia el que ha sido el mosén de Monegros durante 56 años, Antonio Santamaría. Una suerte caída del cielo a Poleñino primero y luego a Marcén, a Curbe, a Fraella y a Grañén. Ha predicado mucho este cura bueno, y así se lo han reconocido siempre, hasta que ahora toca una despedida con rumbo a la parroquia de San José de Huesca, hasta donde seguro se desplazarán algunos de sus feligreses sempiternos aunque sea de forma esporádica.
Por la tarde, el mismo pabellón que una semana antes había sido pasto de las llamas como Hotel Dark Queen ha sido escena de luz para que unos cientos de grañenenses y de gentes de pueblos de los Monegros aplaudieran con entusiasmo al sacerdote octogenario con espíritu joven, al que en su "hasta siempre" le han envuelto sus parroquianos de dulzura, de aplausos y también de algunas lágrimas que han regado la música y los obsequios de lágrimas. David Elbaile lo ha manifestado con rotundidad: "Agradecimientos siempre como párroco, como cura, como mosén, por hacer tan bien su oficio. Pero sobre todo como vecino y amigo, y casi como hermano, pues así lo considero". David, de Marcén, ha vivido bajo el paraguas pastoral de Antonio Santamaría. "Como persona, es de los que abre las puertas de la iglesia a todo el pueblo, independientemente de su condición e incluso de su credo. Siempre ha llevado su evangelio no sólo desde el púlpito, sino en su vida íntegra. Cuando alguien del pueblo ha estado en situación difícil en el Hospital San Jorge, ahí iba Antonio. O simplemente cuando se enteraba de que alguno estaba ingresado. Ha estado al lado de todo, ayudando, no sólo donde se le ha reclamado, sino donde su observación le indicaba que podía ser útil. Por eso están aquí representantes de todas las asociaciones del pueblo. Siempre ha sido uno más, pero uno muy importante en todos los sentidos".
"Me quedo con vosotros y me voy sabiendo que vosotros os quedáis conmigo. Cambiáis de cura, pero no cambiéis de evangelio"
El obsequio que le ha preparado el ayuntamiento tiene toda la simbología. Carlos Sampériz, alcalde, le ha entregado tres cuadros con las imágenes de las parroquias de Grañén, Curbe y Fraella. El primer edil ha querido simbolizar con este detalle lo que significa Antonio Santamaría para todo el municipio. "Pero la mayor muestra de cariño no es el día de hoy, sino el reconocimiento de toda la vida" en su gran labor pastoral y, en el fondo, educativa del mosén. "Monegrino de adopción, su piel se ha curtido en estas tierras. Y viene a representar la teoría del caos, esa que dice que el aleteo de una mariposa aquí puede provocar un huracán en Los Ángeles. Antonio ha sido el aleteo de la mariposa para provocar grandes cambios, y ahí está la labor en las iglesias de Curbe primero, de Fraella y la de Grañén".
Antonio Santamaría, que ha sido acompañado por el obispo de Huesca, Julián Ruiz Martorell, y el vicario de pastoral, José Alegre, ha escuchado con su humildad arraigada la irrupción de la Banda de Tambores y Bombos de la Cofradía de Santiago Apóstol, la Banda de Música y la jota alusiva de la Escuela de Jota de Grañén: "Vamos a homenajear a Antonio Santamaría/ vamos a homenajear a Antonio Santamaría/ toda una vida en Grañén/ y siempre ha sido uno más". Luego, ha tomado la palabra, que aquí siempre ha sido suya: "El recuerdo es una forma de presencia. Me quedo con vosotros y me voy sabiendo que vosotros os quedáis conmigo. Cambiáis de cura, pero no cambiéis de evangelio. Es la comunidad la que tiene que animar. Seguimos con un solo señor, una sola fe, un bautismo y un dios padre de todos. Y ahí están nuestras raíces. Lo demás, todo puede cambiar, eso permanece"
Otro destino le reclama en su vocación de servicio, pero detrás deja una gran estela de humanidad y trascendencia.