El retablo de San Miguel de Arguis ya alegra la vista y el orgullo de los feligreses de la localidad gracias a la recreación fotográfica de Fernando Pérez del original que reposa en los almacenes del Museo del Prado y que es una de las piezas de patrimonio emigrado que salió de su lugar originario en 1871, según ha explicado el historiador del arte José María Nasarre.
La celebración de la festividad d Santa María Magdalena ha sido el marco de este acto después de la Eucaristía oficiada por el párroco Rafael Gállego, con una iglesia llena de feligreses. José María Nasarre ha explicado cómo se ocupó de hacer las gestiones en el Museo del Prado para obtener una fotografía de alta definición que ha tratado Fernando Pérez, de Foto Prisma.
José María Nasarre ha contextualizado la salida del retablo de la Iglesia de San Miguel. Ha recordado la desamortización que afectó a las propiedades de la Iglesia y que desarraigó de monasterios y parroquias obras de arte en un tiempo de poco aprecio a su valor y autenticidad donde los párrocos pensaban más en sostener las necesidades de la iglesia que en la conservación. En 1869, el pintor y arqueólogo Paulino Savirón descubrió el retablo y en 1871 se lo llevó al Museo Arqueológico Nacional.
Nasarre explicaba que afortunadamente se conserva gracias a ese movimiento, porque de lo contrario no habría ni rastro y es que la Guerra Civil provocó daños irreparables en iglesias de pueblos como Tardienta, Torralba, Tierz, Quicena, Igriés o Arguis.
El historiador ha recordado que la originaria iglesia era de estilo románico del siglo XII aunque, como tantas, fue modificada en el siglo XVII. El retablo permaneció en el Museo Arqueológico Nacional hasta 1920, cuando fue trasladado al Museo del Prado, donde estuvo expuesto durante años y desde entonces permanece en almacenes.
La obra es de 1440, pintura sobre tabla de gótico internacional. Narra el itinerario de la leyenda de San Miguel. El Arcángel se apareció en el Monte Gárgano, cerca de Nápoles, al propietario de ese lugar, de nombre Gárgano, que tenía un rebaño de bueyes del que se extravió uno y lo halló sobre rocas. Le lanzó una flecha para recuperarlo aunque estuviera muerto. San Miguel se le aparece y le pide que sobre esa roca erija una ermita dedicada al propio arcángel. El autor de La Leyenda Dorada, Santiago -o Giacomo- de la Vorágine, narró este episodio.
El original es de 3,5 x 1,5 metros, una altura superior a la recreación hoy presentada, por lo que no se ha descartado realizar una a tamaño natural. Una curiosidad: en el retablo falta la calle central, desaparecida y cuyo contenido es ignoto. Este retablo, obra del llamado Maestro de Arguis, ha formado parte de publicaciones como Patrimonio Emigrado de Antonio Naval o el posterior El arte aragonés fuera de Aragón de Miguel Hermoso Cuesta.