La feria de Trocatierz ha experimentado un crecimiento constante en términos de público y expositores a lo largo de los años. En su cuarta edición, la feria ha atraído la atención de numerosos visitantes y ha superado su capacidad con la participación de expositores de diversas regiones de España y Francia. La singularidad y diversidad de productos ofrecidos en la feria, desde muebles antiguos hasta artículos militares y coleccionables, la convierten en un evento imprescindible para los más nostálgicos.
El carácter diferencial el evento de Tierz hace que, año a año, esta feria siga creciendos, hasta el punto en que este año se han quedado fuera seis o siete puestos.
Numerosos vecinos de la ciudad de Huesca y de otros puntos de la provincia se han desplazado a Tierz, para adquirir muebles antiguos, productos de alimentación, tebeos y otro tipo de publicaciones, objetos militares, las más variadas muñecas, albarcas, enseres de madera y muchas propuestas más, que hacen las delicias de los amantes del creacionismo.
En total, se han armado en torno a 40 stands con origen en Barcelona, Zaragoza, Teruel, Francia y la provincia de Huesca, un número similar al de ediciones pasadas, pero la diferencia es que en esta ocasión querían estar presentes más negocios en los años anteriores.
Íñigo Franco es el organizador y ha confirmado que el pabellón que acoge la feria se ha quedado pequeño. "Es la cuarta vez que lo hacemos y cada vez vienen más expositores y más público. Hay de todo y la alimentación funciona muy bien", comenta.
Tiene tan buena acogida esta iniciativa, que en el mes de mayo se va a celebrar en Tierz una "supermilitaria" de dos días, que va a llevar hasta la localidad oscense hasta un carro de combate. "Habrá también motos alemanas, otros vehículos de la Segunda Guerra Mundial y todo tipo de cosas para hacer una militaria en condiciones. Hace dos años ya hicimos una, pero esta va a ser mucho más grandes", ha indicado.
Los expositores llegarán de distintos puntos de España, como Cataluña, Madrid, Aragón, País Vasco.
Íñigo Franco sostiene que el creacionismo le gusta tanto a la gente porque "encuentra muchas veces cosas de su niñez, cosas que tenía su abuela o el juguete que tenían cuando eran niños", un patrón que se repite y que comprueba año a año.