Los problemas de salud mental en niños y adolescentes aumentan de forma alarmante, una realidad que quedó de manifiesto este miércoles durante la mesa redonda organizada por el PSOE Huesca, a la que asistieron unas 150 personas.
El educador salesiano Josan Montull aseguró que “cada día es más habitual el trastorno mental en niños y jóvenes” y subrayó que “es la enfermedad del siglo XXI”.
El psiquiatra Daniel Pérez lo corroboró: “Con la pandemia, se dinamitó. Hemos pasado de 110 casos nuevos al año en Aragón a más de 200”.
En el acto participaron también Silvia Abad, psicóloga infantojuvenil, Elena Oyaga, representante en Huesca de la Asociación de Trastornos de la Conducta Alimentaria de Aragón, y Carles Alastuey, coordinador de los grupos de apoyo en la asociación Después del Suicidio-Asociación de Supervivientes.
Silvia Abad centró su intervención en un aspecto clave: la prevención en salud mental. “Es verdad que no es garantía, pero aumenta las posibilidades, y creo que merece la pena”. Según explicó, si el sufrimiento psíquico es importante en adultos, "más lo es todavía en niños y adolescentes, que carecen de muchas herramientas cognitivas y emocionales los adultos tienen otras capacidades”.
Abad reclamó una sociedad implicada colectivamente: “El papel fundamental lo tenemos los padres, pero todos, como sociedad, aportamos un granito de arena. Se trata de dar voz al silencio activamente”. Y
reivindicó un enfoque estructural: educar emocionalmente desde la base, derribando mitos todavía vigentes: “Durante siglos se ha priorizado lo racional sobre lo emocional, cuando las emociones son brújulas de vida. Hay que empezar por ahí”.
Alertó de la necesidad de que los adultos sean ejemplo para las nuevas generaciones. “Solo así lograremos que pidan ayuda cuando la necesiten y comprendan que las emociones cuentan”.
También denunció la falta de estructura educativa en esta línea.: “Hasta hace poco solo Canarias incorporaba una asignatura sobre inteligencia emocional en su currículo. Aun así, no siempre estaba impartida por especialistas”.
"No hay salud sin salud mental", insistió, y añadió que “cualquier cosa que emprendamos en la vida necesita de inteligencia emocional. Si no nos acompaña, no brillaremos como podríamos”.
Por eso pidió que se promueva esta formación tanto en escuelas como en familias, subsanando carencias heredadas de modelos sociales ya caducos.
La psicóloga también criticó duramente las listas de espera en el sistema público de salud mental: “No puede ser que entre pedir ayuda y recibirla pasen meses. En ese tiempo, los problemas se agravan, y lo sabemos. Así no se puede prevenir nada”.
Respecto al panorama en Aragón y especialmente en Huesca, Abad describió una situación preocupante. “Desde la pandemia, los trastornos de la conducta alimentaria y las conductas autolíticas han repuntado notablemente. En consulta tratamos autoestima, ansiedad ante los estudios, relaciones con iguales, conflictos familiares… La psicología está en todos los ámbitos de la vida”.
Además, reclamó recursos específicos y adaptados, como centros de ingreso juvenil, servicios públicos suficientes, y espacios de psicoeducación tanto para jóvenes como para sus familias. “Necesitamos lugares donde aprender a acompañar estas etapas con prudencia y empatía, y que los propios adolescentes puedan encontrar canales para expresarse y entenderse mejor”.
“La prevención y el conocimiento sobre cómo funcionamos nos salva -concluyó-. Todos tenemos mente y corazón, y nadie está exento de que un día su salud mental se vea comprometida. Conocernos es poder, y esa información es clave para nosotros y para quienes nos rodean”.
Por su parte, Daniel Pérez advirtió del aumento de la ideación suicida en adolescentes, “muy común debido al estrés al que están sometidos”. Como ejemplo, mencionó a los estudiantes de segundo de Bachillerato que se enfrentan a la PAU: “Llegan con niveles altísimos de ansiedad”.
Josan Montull responsabilizó en parte a las redes sociales, a las que definió como “el gran enemigo” y señaló la importancia de que los jóvenes “se sientan queridos y respetados, no juzgados”. Subrayó también que la implicación de las familias es fundamental. “Los padres deben ser conscientes, reconocer el problema y colaborar al cien por cien con los educadores y profesionales”.
Elena Oyaga alertó de la falta de recursos en Huesca. Aunque existe una pequeña unidad de trastornos alimentarios, “no hay camas de ingreso. Si hay que hospitalizar a alguien, hay que ir a Zaragoza”. Insistió en que el proceso de recuperación es largo y complejo, también para las familias.
Finalmente, Ana Loriente, Secretaria de Organización del PSOE Huesca, apeló a una mayor inversión pública: “Detrás de cada caso hay factores como la genética, la vulnerabilidad, el estrés social, dinámicas familiares o traumas. Si se garantizan servicios públicos de calidad, se pueden resolver muchos casos antes de que empeoren”.
Y concluyó: “El Gobierno central trabaja para mitigar un proceso que afecta a nuestros jóvenes y sus familias. Es nuestra obligación prevenir consecuencias más graves”.