Caminico Medicinal de Agüero, un universo inabordable de plantas para la salud

Manuel Roncero protagoniza la actividad del Vergel de Anoll para mostrar la parte positiva de la salud, "querer estar sano" en fusión con la naturaleza

25 de Mayo de 2025
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Dos niños huelen la Ruda de manos de Manuel Roncero en el Caminito Medicinal de Agüero
Dos niños huelen la Ruda de manos de Manuel Roncero en el Caminito Medicinal de Agüero

El Caminico Medicinal de Agüero promovido por el Vergel de Anoll con la colaboración del Ayuntamiento, Brasería el Desmonte y Gráficas Huesca este sábado 24 de mayo resultó una experiencia fascinante, natural y hasta sobrenatural porque cada paso tenía su porqué y su para qué, enigmas que desvelar, leyendas que disfrutar, la constatación de que el ser humano se enriquece en la observación y la curiosidad.

Quien se define como Panorámix de la Aldea Gala-Oregonesa de Erés, Manuel Roncero Domínguez, tricólogo (esto es, experto en las plantas que nos ofrece la madre tierra para cuidar de nuestra piel y nuestras entrañas) y herbodietista, vino a ser como los profesores o los conferenciantes que añaden fascinación a sus explicaciones porque ellos mismos están fascinados.

A lo largo del recorrido en la actividad organizada por Carlos Molina, Manuel Roncero no se guarda ni un solo detalle. Ni siquiera de su origen en Las Hurdes que afamara Luis Buñuel en su desnudez humilde, ni siquiera en su realidad de familia numerosa en la que a él le correspondió la herencia de la sabiduría naturalística de su madre. Tal fue la riqueza del paseo, siempre picando hacia arriba, que incluso Roncero se asombró con algunos protagonistas vegetales que no contemplaba. A sus ochenta años, no escatima ni una sóla expresión de admiración.

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Cual si fuera un viejo maestro socrático rodeado de sus discípulos, antes de arrancar ya explicaba las maravillas del ginkgo biloba, "preciosos, antialérgicos", abundantes por la resistencia al humo de los coches, auxiliares hacia una resurrección en vida para quienes decidieron usarlos tras la explosión nuclear de Hiroshima.

Todo tenía su leyenda, su historia y su aplicación. Los helechos, los tilos, la ufrasia para los ojos, los própolis de las abejas para la garganta. Y el llantén, toda una estrella, la planta de las siete venas, ideal para los pulmones en fresco o molido. Cicatrizante y eficaz contra el estreñimiento.

Apremiaba Carlos al panoramix, pero la exuberancia de Agüero le desbordaba y tenía necesidad de detenerse ante cada descubrimiento. La noguera y su fruto la nuez, excelente para controlar el azúcar, pero poco recomendable en su sombra porque "es un árbol egoísta" y quita la energía. Compartía espacio, en todo caso, con el enebro y la madreselva. El enebro asociado a la ginebra, idóneo para los dolores de la menstruación.

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El recorrido topaba con el ciprés, recomendable para el retorno venoso, "como pilas que llevan energía solar", las cortezas se cuecen y previenen las varices. Se acompaña con castaña de indias.

En cada parada, abundaba en su alegato por la homeopatía, aun con la libertad individual para mantenerse firme en la mayor creencia en la alopatía, en la industria de los fármacos. Algunas especies simplemente recreaban la vista, otras tenían grandes efectos. La amapola, con el estigma de la adormidera de la droga, el sueño de Morfeo, la morfina. O la heroica, la heroína. La amapola cocida es propicia para la dentición.

Un importante, el saúco, febrífugo, saca la fiebre, que la tradición usaba para la Ascensión (lo metían en un tarro al mediodía solar) o la Misa del Gallo para curar a personas o animales. Su pariente el yezgo, sin embargo, es verde y tóxico.  Los romanos plantaban el saúco en las pueras para que los dioses les protegieran.

En materia de tensión, nada mejor que el espino blanco y el ajete. El ajo, tras la prohibición del muérdago, es el campeón en tales beneficios junto al olivo. El ajo, además, limpia las arterias y es muy bueno para el antienvejecimiento.

Adentrándonos por otros terrenos, la viborera que asiste ante la mordedura de víbora y a la que encanta la mariposa chupaleche, explicita Carlos Molina. Y la  verruguera que genera sosa cáustica natural que quema las verrugas.

La ruta es lenta pero enriquecedora. Ahora la santolina, la manzanilla amarga para infusión, tres bolitas son digestivas, el doble "vomitivas".

Un gastronómico, el hinojo, ideal en tortillas. En Tarazona, se seca el tallo y se usa para aderezar las olivas. Reduce gases y flatulencias bebido tras cocción, infusión o maceración.

Manuel Roncero, con los mallos al fondo
Manuel Roncero, con los mallos al fondo

DEVOCIÓN POR LA RUDA

La ruda es la gran estrella invitada de la jornada, una umbelífera por la que siente gran predilección la mariposa macaón. Manuel Roncero sostiene que es mágica, la planta medicinal más positiva en jardines, huertos o en condición silvestre. Atrae positividades a las casas, purifica el ambiente de las habitaciones espolvoreado con espray. El agua de ruda ha de cocerse veinte minutos y en maceracilón de 24 horas, doce expuesta al sol y otras tantas a la luna, si es llena mejor.

La mezcla de la Ruda seca con sal del Himalaya se coloca sobre los armarios para engendrar energía positiva. Como contraindicaciones, evitar las dosis fuertes porque sería abortiva. Sin embargo, con moderación estimula el flujo sanguíneo y promueve la menstruación. Un ejemplo cercano del tricólogo acredita tal valor. Y en forma homeopática favorece la solución a problemas musculares, a la tos, la fatiga y dolores de cabeza o garganta. Un antirreumático eficiente.

Manuel Roncero también asesora sobre posibilidades en la cocina, como la tortilla de caléndulas que tranquiliza la piel cuando hay picorres. Asoma a la esparraguera, diurética pero inconveniente para proclives a la gota o al reuma.

Y ahora la borraja, gran remedio de antienvejecimiento. La onagra muestra eficacia en menopausia o menstruaciones dolorosas.

Una curiosidad: la rosa canina con su fruto el escaramujo o tapaculos porque corta las diarreas, que se llegó a ofrecer en los pubs de Pamplona cuando la madrugada avanzaba.

La malva, tranquilizante y dada a los aforismos (criar malvas), buena para los bronquios, los riñones o el estómago.

Varios clásicos gastronómicos y medicinales: el tomillo que cuida de pulmones, riñones y piernas; la salvia, que quita los sofocos de la menopausia y de la mala circulación. El romero, ese comodín cuya infusión contribuye a la memoria y a nivel sensorial. En la Edad Media, los criados se encargaban de poner romero bajo las almohadas de los hijos de los nobles para que en las clases del día siguiente estuvieran espabilados. También es bueno para la cocina, pero con una prevención: "La mitad es mucho", hay que contenerse. Otras recomendaciones: para dolor reumático e incluso en la fibromialgia.

Pasamos al lado de bojes, fortísimos en resistencia, tóxicos y por tanto rechazables. Luego, la colleja o silenes vulgaris ideal para tortillas. Caminamos y surge el marrubio o pegotes, pariente de la sangre de drago, "el mejor cicatrizante del mundo, te saca el pus y te limpia. También es bueno para la úlcera de estómago". El marrubio es una "planta muy casera, se ponía en los gallineros para que no cogieran el piojo", y contribuye a la salud de bronquios y estómago.

Aplicaciones sorprendentes como las de la bardana, "que da patentes gratis a las empresas de papel higiénico", con una suavidad extraordinaria. El gordolobo o pleurona en catalán, la planta llorona. Y el tanacetum para las migrañas.

En la Cueva de Al-Foz
En la Cueva de Al-Foz

Manuel Roncero no se cansa de explicar conocimientos y experiencias. Expone que "hay que querer estar sano, es la parte positiva de la salud", y la naturaleza ofrece un sin fin de recursos, "una riqueza enorme". Hasta él se sorprende de la prodigalidad de Agüero. Se encuentra con la planta digital, acotadores para activar el corazón, y la gualda que sirve a la industria textil para extraer el color amarillo.

Es el momento de que los voluntarios suban a ver al pie de los Mallos la erodium gaussenianum, el geranio endémico de Agüero y de la Sierra de Guara. El esfuerzo merece la pena por la singularidad. Manuel se queda abajo, rodeado de sus discípulos, revelando la antialérgica siempre viva y la gayuba, la uva ursum (uva de los osos). Toma una planta de té de roca e invita a almendras a los participantes en el Caminico Medicinal.

Es la hora de comer y, en la bajada-subida, hay una bifurcación entre los que se decantan por bajar al río para disfrutar de la comida de alforja y quienes quieren conocer la Cueva de Al-Foz, donde aún aprecian algunos ejemplares de plantas medicinales, aromáticas o simplemente hermosas hasta abrazarse con la frescura de la oquedad sobre la montaña cuando fuera ya pican casi los treinta grados. La llegada al camping, y la comida, será reconstituyente de una mañana espléndida y educativa. Ya solo quedará la visita al hotel de insectos y oasis de mariposas que es el Vergel de Anoll, pero esta maravilla merece otro reportaje específico.

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