Celebración multitudinaria del Santo Cristo de los Milagros en la Catedral de Huesca

Desde la llegada matinal de los peregrinos hasta la Misa Vespertina, Huesca ha respondido con su devoción al Cristo

12 de Septiembre de 2025
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El Santo Cristo de los Milagros en procesión hacia el altar mayor de la Catedral. Foto Carlos Jalle González
El Santo Cristo de los Milagros en procesión hacia el altar mayor de la Catedral. Foto Carlos Jalle González

La Catedral de Huesca ha presentado un aspecto espléndido a lo largo de todas las celebraciones este 12 de septiembre de la fiesta del Santo Cristo de los Milagros, solemnidad que rememora su intercesión milagrosa en 1497: en plena epidemia de peste la imagen del crucificado sudó de forma milagrosa durante una procesión por las naves del templo y la ciudad quedó libre de la terrible epidemia.

Tras la llegada de los peregrinos de Huesca, Aniés, Argavieso, Banastás, Monflorite, Sangarrén, Salillas, Sena o Tabernas del Isuela, la eucaristía ha sido presidida por el vicario general de la diócesis de Huesca, el reverendo Nicolás López Congosto, que ha invitado a los fieles a redescubrir en la cruz “el signo de identidad creyente” y el “símbolo más querido del pueblo cristiano”.

A sacerdotes, miembros de la Cofradía del Santo Cristo de los Milagros y San Lorenzo Mártir, seminaristas, peregrinos y devotos, López Congosto aseguraba que la Diócesis celebra esta solemnidad en la Catedral, "iglesia madre", en honor del Santo Cristo de los Milagros. El hecho milagroso "marcó profundamente al pueblo cristiano" oscense. “Huesca y los pueblos circundantes han descubierto el bien que hace postrarse a los pies de esta imagen que desde la cátedra de la cruz quiere enseñarnos y mostrarnos el inmenso amor que nos tiene”, en ese gesto de "entrega dando su vida a cada uno de nosotros".

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Subrayaba que la cruz ha acompañado al cristianismo desde sus orígenes y que, lejos de ser un signo de derrota, se convirtió en fuente de salvación por el "amor sin límites": “El instrumento de suplicio que mostró el Viernes Santo, el juicio de Dios sobre el mundo, se ha transformado en fuente de vida, de perdón, de signo de reconciliación y de paz”. Ha parafraseado a San Agustín: "Para ser curados del pecado, miremos al Cristo resucitado".

Ha animado, desde las enseñanzas del Catecismo, a los fieles a no dejarse distraer por “intereses terrenos, superficiales y efímeros”, y a volver la mirada hacia Cristo crucificado como “manantial de vida inmortal, escuela de justicia y de paz, patrimonio universal de perdón y de misericordia”. "Sus brazos clavados se abren para el ser humano, nos invitan a acercarnos a Él con convicción".

Nicolás López Congosto recordaba la dimensión comunitaria y esperanzadora de la devoción al santo Cristo de los Milagros: “Sabemos que no nos dejas nunca, que no te alejas de nosotros, que conoces nuestros sufrimientos e inquietudes, que compartes nuestra preocupación por los enfermos y por nuestros mayores”.

La jornada festiva ha congregado a numerosos devotos en una celebración en la que se combinaban la memoria histórica del milagro de 1497 y la expresión actual de fe y confianza en la protección del santo Cristo de los Milagros, profundamente arraigada en la vida religiosa y cultural de Huesca.

La Eucaristía vespertina ha vuelto a dejar una imagen espléndida en la seo oscense, que ha completado una novena ritual con la diferencia de la retransmisión de la Misa del día 7 por Televisión Española dentro del programa El Día del Señor.

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