Colorín y Tabi. Es el nombre de dos espléndidos ejemplares de loro que viven con la familia de Fernando, y de hecho su hijo pasea al lado de su padre y de las aves con toda normalidad. Están en la calle Benabarre y lo cierto es que su colorido, azul, amarillo y con la frente verde de Colorín y naranja azul y verde Tabi, suscita una gran admiración.
A Fernando le fascinan los loros. Tal es la relación que incluso Colorín, en un momento de la charla, hace pinza con su pico en la nariz de Fernando. Dice que normalmente no, "pero en ocasiones no mide la fuerza" y puede provocar dolor. Es una conversación de calle amable, en la que, de cuando en cuando, extrae de sus bolsillos nueces que devoran los dos pájaros.
Conviven en casa con toda normalidad y tranquilidad. Se alimentan de importantes cantidades de verduras y de frutas, además de pienso específico para loros y de frutos secos. Expone Fernando que tiene todos los papeles precisos para albergar en su domicilio a estos animales exóticos.
Uno de los momentos de mayor disfrute de Colorín y Tabi llega los fines de semana, cuando Fernando los lleva a Siétamo y, a campo abierto, vuelan con toda la libertad sin olvidar de volver con quien les mantiene día a día. Es una manera de que refuercen el ejercicio estos dos seres de dos y medio y año y medio respectivamente. Se desfogan.
La pregunta, siendo loros, es inevitable: ¿Pronuncian alguna palabra? Quizás por su juventud, apenas alcanza su vocabulario a tres o cuatro, como "Papá" y "Guapa". Esto es, hacen la pelota al "jefe" y son zalameros. Unos pájaros estos loros.
