Primero, la caridad y luego la profundidad espiritual. La Concentración de Bandas y Cornetas de Huesca ha llenado la Plaza López Allué con cientos de ciudadanos dispuestos a contemplar una expresión religiosa y un espectáculo. La intimidad de la celebración de Semana Santa y el afán por el perfeccionismo en los toques, en el fondo todo es oración pensando en el Crucificado.
A las 11:30, José María Río, mayordomo primero de la Archicofradía de la Vera Cruz, ha entregado un talón de 2.500 euros a Rosa Tenas, presidenta de Manos Unidas, fruto del desapego de lo propio y generosidad de las cofradías, que quieren contribuir a sobrellevar las penurias del prójimo para no olvidar la palabra del Cristo extraordinariamente sacrificado por los suyos. Rosa, en la concentración con su marido, José Jarne (director del Centro de Solidaridad Interdiocesano de Huesca), no tiene palabras más que de gratitud infinita por esa cantidad que va a salvar mucha hambre y muchas carencias.
Eran las 11:35 horas cuando el grupo de San José y Santa Ana ha roto el murmullo de la concurrencia de espectadores con su toque. Del primero al último han impresionando, comenzando por el Santo Cáliz y siguiendo por el Prendimiento, el Jesús Atado a la Columna, la Preciosísima Sangre de Cristo, el Santo Cristo de los Milagros, Santiago Apóstol de Grañén, Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santiago de Huesca, Santo Cristo de la Esperanza, el Cristo del Perdón y El Descendimiento. Cada una de ellas han contado con cinco minutos para un toque o los que hayan programado.
Cuando El Descendimiento ha terminado su actuación, las bandas han ido colocándose con precisión milimétrica para ir haciendo un mosaico precioso. Tras los banderines que han entrado en fila con el orden procesional, con toque lento se han ubicado en la posición para el toque conjunto definitio, al ritmo de dos vueltasa en fuerte, dos en flojo, otras dos en fuerte, dos nuevamente en flojo y una en fuerte rápido para concluir. En el mismo orden de la procesión, de una en una han desalojado la plaza con cada estandarte en frente para bajar la calle Moya, enfilar los cosos y desembocar en Santo Domingo. Todo con ritmo rápido y sin paradas. Descanso y al Santo Entierro, el máximo reto para un penitente.