Más de 30.000 personas mueren cada año en España por una parada cardiorrespiratoria, una cifra que evidencia la magnitud de un problema ante el que la rapidez en la reacción resulta decisiva. Con esa premisa, Cruz Roja Huesca ha celebrado este jueves el Día Mundial de la Parada Cardíaca con una actividad que ha reunido a numerosos grupos de vecinos en la Plaza Navarra, donde la organización ha mostrado cómo actuar correctamente ante una emergencia de este tipo.
A lo largo de la tarde, voluntarios y técnicos han ofrecido demostraciones de reanimación cardiopulmonar (RCP) y han explicado el uso de desfibriladores automáticos externos (DEA), además de difundir información sobre la app Ariadna, una herramienta que permite localizar en tiempo real los desfibriladores más cercanos. El público ha podido participar en pequeños talleres prácticos junto al vehículo de la entidad, que se ha convertido en un punto de referencia para los curiosos y transeúntes.
Esta actividad ha formado parte de la conmemoración internacional del Día Mundial de la Parada Cardíaca, instaurado por el Parlamento Europeo en 2012 y promovido desde 2018 con el apoyo del Comité de Enlace Internacional sobre Reanimación (ILCOR).
Su objetivo es concienciar a la población sobre la importancia de conocer maniobras de RCP y actuar sin demora ante una emergencia. Según recuerda Cruz Roja, solo un 5% de las personas que sufren una parada cardiorrespiratoria en España logra sobrevivir, una tasa muy inferior a la de otros países europeos, donde hasta un 60% de la población ha recibido formación en RCP.
Entre las principales causas de paro cardíaco, la organización ha citado infartos de miocardio, arritmias, fallos en válvulas o músculos cardíacos, ahogamientos, atragantamientos o determinados trastornos genéticos. En todos los casos, cada minuto cuenta, ya que por cada minuto de retraso en la atención disminuye un 10% la probabilidad de supervivencia.
Desde Cruz Roja se ha insistido en que “saber RCP es básico” y que incluso los alumnos de Primaria deberían aprender estas técnicas, junto a profesionales que trabajan en la vía pública, como policías, repartidores o personal de limpieza. “Un gesto sencillo puede salvar una vida”, han recordado los formadores, convencidos de que la educación en primeros auxilios es una inversión en seguridad colectiva.