Cientos de feligreses se han congregado este 1 de mayo en torno a la Virgen del Viñedo, después de que quince minutos antes del mediodía concurrieran en el punto tradicional las cruces de Castilsabás, y de Santa Eulalia, y de Ayera y de Loporzano, de Sasa del Abadiado, de Chibluco, de Sipán y de Barluenga, de Almunia del Romeral, de San Julián de Banzo, de Bandaliés y de Loscertales. Un día revuelto exige, imprescindiblemente, una respuesta ordenada, y la ha tenido bajo la concurrencia en la Ermita al oficio presidido por el vicario general de la Diócesis, Nicolás López Congosto, acompañado por los párrocos Rafael Samper y Antonio Romero junto a otros sacerdotes del Abadiado.
En el acompañamiento de la Eucaristía, los Amigos de La Hoya, que es una suerte de virtud hecha música, folclore y cultura bajo la batuta de Roberto Ciria, un movimiento espontáneo para encender las caras de los muchos peregrinos que, tras la celebración, han realizado la procesión y el canto de la Salve con participación de cruceros, pastores y peregrinos. No ha habido, como el año anterior, gran aluvión de autoridades, apenas Gerardo Oliván, miembro de la Mesa de las Cortes de Aragón, y alcaldes de la zona.
Ha sido una celebración hermosa, sencilla pero espiritualmente reconfortante, que demandaba después la expansión de la fraternidad convertida en expresión de tradiciones hasta llegar a la comida campestre para el que cada uno ha escogido su escenario. Muchos, en la era, otros a resguardo del día complicado por su variabilidad meteorológica. También se ha abierto el Molino de Aceite de la familia Escario, por el que prácticamente ha pasado todo el pueblo.
La tarde ha sido musical, como corresponde, con el Grupo Guara en sesión de baile para concluir una espléndida romería organizada por la Cofradía de la Virgen del Viñedo y el Ayuntamiento de Loporzano.