La ansiedad es un mecanismo de alarma normal, pero cuando se vuelve demasiado sensible o desproporcionada, se convierte en un problema. Por eso, es esencial abordar tanto los aspectos físicos como psicológicos de manera conjunta. No se debe subestimar la importancia de las técnicas que ayudan a reconectar con el cuerpo, permitiendo a los pacientes avanzar hacia una comprensión más completa de su trastorno y encontrar formas eficaces de manejarlo.
El destacado psiquiatra Antonio Bulbena Vilarrasa inauguró este jueves los II Debates en Salud Mental y Emocional, con una interesante exposición sobre este tema, en una iniciativa organizada por la Fundación Ibercaja en colaboración con la Facultad de Ciencias de la Salud y del Deporte de Huesca (Universidad de Zaragoza).
Bulbena subrayó que la hiperlaxitud y la ansiedad están relacionadas y destacó la importancia de un enfoque integral para el tratamiento de la ansiedad que incluya psicoterapia, técnicas físicas y, cuando sea necesario, medicación. También habló sobre la importancia de combatir la evasión y fomentar el contacto social como parte de la recuperación.
El evento, coordinado y presentado por el doctor Javier Olivera Pueyo, profesor en la Facultad de Medicina de Huesca, incluyó un coloquio posterior al que se incorporó el doctor Carmelo Pelegrín, jefe del servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario San Jorge, y finalizó con la firma de ejemplares de Ansiedad, una inmersión rápida, el último libro de Bulbena.

Olivera destacó la trayectoria del conferenciante, describiéndolo como “una referencia internacional en el estudio de la ansiedad”, especialmente en su relación con el síndrome de hiperlaxitud ligamentosa, área en la que es considerado el mayor experto mundial.
Además, Olivera recordó que Bulbena ha dirigido durante muchos años el Instituto de Salud Mental y Toxicomanías del Hospital del Mar, presidente de sociedades científicas y ha impartido docencia en universidades de renombre, como la Universidad Autónoma de Barcelona y la Universidad de Medellín, donde dirigió la cátedra Germán Berríos.
Recordó, asimismo, su primera visita a Huesca fue hace más de dos décadas, cuando formó parte del tribunal de su tesis doctoral. “Además de ser un psiquiatra brillante, premiado por la Sociedad Española de Psiquiatría por su trayectoria, es un auténtico caballero”, subrayó.
Bajo el título “Ansiedad: ¿cómo se manifiesta?, ¿cómo la combatimos?”, Bulbena explicó las diversas formas en que la ansiedad se manifiesta, muchas veces de manera silenciosa o inadvertida, y presentó las herramientas clínicas y personales para su manejo.
La calificó como “la enfermedad más antigua del mundo”, explicó los mecanismos que la originan y detalló en qué consiste esta condición, destacando cuatro aspectos fundamentales para comprenderla.
En primer lugar, diferenció la ansiedad de otras emociones y ofreció una comprensión básica sobre su funcionamiento. Abordo lo que implica hablar de trastorno, es decir, cuándo la ansiedad deja de ser una respuesta normal ante situaciones de estrés y se convierte en una condición patológica.
Presentó un hallazgo relevante en su investigación, al identificar un factor físico vinculado a la ansiedad, que se encuentra en muchas personas con este trastorno, aunque con frecuencia pasa desapercibido.
En cuanto a la prevalencia, destacó que aproximadamente 1 de cada 5 personas, principalmente mujeres, experimentarán esta afección a lo largo de su vida.
Sin embargo, también hizo énfasis en que no todo lo relacionado con la ansiedad es negativo. Aunque en el ámbito médico se suele centrarse en sus efectos adversos, Bulbena destacó que tiene aspectos que pueden ser beneficiosos.

QUÉ ES LA ANSIEDAD
La ansiedad actúa como un mecanismo de alerta, cuyo objetivo es detectar, evaluar e interpretar amenazas. Este sistema ha existido desde los primeros momentos de la vida celular, permitiendo la identificación de peligros y activando una respuesta adecuada.
El problema, explicó el experto, ocurre cuando este mecanismo se activa en exceso. A veces, la ansiedad identifica amenazas inexistentes o responde de manera desproporcionada a situaciones que no las justifican. Este exceso de reacción interrumpe otras funciones, como el pensamiento claro.
El psiquiatra explicó cómo operan los circuitos cerebrales vinculados a la ansiedad, utilizando un esquema conocido para ilustrar cómo el cerebro detecta una amenaza, la evalúa, la interpreta y, finalmente, responde. Este proceso es automático y, cuando funciona correctamente, da lugar a reacciones como la atención, la aceleración de la respiración y la preocupación.
Antonio Bulbena aclaró que, en circunstancias normales, este mecanismo es adecuado. Sin embargo, cuando la ansiedad se vuelve patológica, el sistema de alerta se activa excesivamente. La persona se ve atrapada en una espiral de pensamientos y reacciones que dificultan su funcionamiento normal. Por ejemplo, alguien con ansiedad durante un examen puede ser incapaz de concentrarse debido a la sobrecarga emocional, lo que agrava su malestar.
Un aspecto central de la ansiedad patológica es la evitación. El doctor Bulbena explicó que, si una persona ha tenido una experiencia traumática en un entorno particular, como un accidente de tráfico o un episodio angustioso en un lugar específico, puede desarrollar un miedo a regresar a ese sitio, lo que limita su vida cotidiana.
Las personas con ansiedad, por otro lado, tienen una sensibilidad hacia su cuerpo y su entorno que otras personas no perciben tan intensamente, como el ritmo cardíaco, la respiración o las molestias intestinales. Además, tienen una percepción más aguda de su postura, aunque les cuesta mantener el equilibrio o relajarse, lo que genera un malestar adicional.
Uno de los aspectos más complejos de la ansiedad es la dificultad para explicar cómo se sienten estas personas. Es complicado describir lo que experimentan, ya que pueden notar cosas que otros no perciben, como olores o sensaciones físicas intensas. Antonio Bulbena señaló que esto puede resultar desconcertante para quienes padecen ansiedad, ya que sienten que su cuerpo y sus sentidos están funcionando de manera exagerada, lo que a veces puede hacer que se sientan incomprendidos o incluso "raros".
En cuanto a las reacciones psicológicas y emocionales, detalló que las personas con ansiedad suelen anticipar lo peor en situaciones de incertidumbre. Cuando afrontan una situación ambigua, el cerebro tiende a imaginar el peor escenario posible, porque prefiere tener una respuesta clara, aunque sea negativa, en lugar de quedarse en la incertidumbre. Este tipo de pensamientos negativos automáticos contribuye a la sensación de ansiedad, ya que la persona no puede liberarse de la idea de que algo malo va a suceder.

Desde el punto de vista conductual, hay diversas respuestas a la ansiedad. Una de ellas es la agresiva, en la que la persona, al sentirse abrumada por su malestar, dirige su frustración hacia los demás. Esto puede manifestarse en conflictos con la pareja, compañeros de trabajo o familiares. La agresividad, aunque pueda parecer contradictoria con el miedo que sienten, es una forma de intentar controlar lo que les ocurre.
EVOLUCIÓN
El especialista reflexionó sobre la evolución de la ansiedad y el miedo en los seres vivos. Desde los primeros organismos, como las células o los gusanos, hasta los vertebrados, todos comparten un mecanismo de evitación y respuesta al miedo. Estos comportamientos de protección están profundamente arraigados en nuestra biología, siendo una respuesta adaptativa para enfrentar peligros y garantizar la supervivencia.
Los mamíferos, al ser animales de sangre caliente, tienen una gran capacidad para resolver problemas y adaptarse al medio, pero también sufren inconvenientes, como el miedo a la separación. Esta es una de las grandes dificultades del ser humano, según señaló.
En el caso del ser humano, además de la capacidad de adaptación, contamos con la imaginación, lo que nos permite ver símbolos, como una bandera o un escudo, que nos dan seguridad, pero también nos pueden generar miedo. “Un símbolo religioso, como una cruz o una cruz gamada, puede generar miedo”, apuntó.
En cuanto al estrés, el doctor explicó que, aunque los psiquiatras no suelen ser fans de este término debido a que ha perdido parte de su “carisma científico”, es fundamental entender que el estrés, en su justa medida, es útil. “El estrés es bueno”, afirmó, destacando que un poco de estrés puede mejorar el rendimiento. Sin embargo, cuando el estrés se vuelve excesivo, puede convertirse en ansiedad, lo que afecta negativamente el rendimiento. Aclaró que la clave está en mantener el equilibrio, porque cuando más estrés o más ansiedad, el rendimiento baja.
Más allá de las reacciones normales ante el estrés, existen aspectos de personalidad y enfermedades físicas asociadas. Por ejemplo, una persona que consume café puede experimentar un aumento en los niveles de ansiedad debido a los efectos estimulantes de la cafeína. "Si uno toma una garrafa de café, puede sentirse más nervioso", explicó. También mencionó el concepto de trastorno adaptativo y trastorno de estrés postraumático, resaltando cómo ciertas reacciones del cuerpo ante el estrés prolongado pueden generar trastornos psicológicos y emocionales más graves.

LOS SÍNTOMAS
Uno de los grandes retos al tratar la ansiedad es que, muchas veces, los síntomas son difíciles de identificar, ya que son interpretados erróneamente como señales de otros problemas. “En muchas ocasiones, los pacientes acudían al médico por molestias físicas, como palpitaciones o dolores de cabeza, sin darse cuenta de que estaban vinculadas a un trastorno de ansiedad", comentó.
El diagnóstico de la ansiedad no es sencillo y requiere un enfoque integral que considere tanto los aspectos biológicos como psicológicos del individuo. “Nosotros los psiquiatras debíamos mirar más allá de los síntomas visibles y entender cómo la mente de una persona estaba interpretando y reaccionando ante los estímulos. Si solo tratábamos los síntomas físicos sin abordar el componente psicológico, era probable que el trastorno persistiera o incluso empeorara", agregó.
En cuanto a la prevalencia de los trastornos de ansiedad, el doctor destacó que aproximadamente una de cada cinco personas, especialmente mujeres, sufrirá de un trastorno de ansiedad en algún momento de su vida. Sin embargo, señaló que “no siempre era patológica; de hecho, puede ser útil cuando se manejaba de manera adecuada. Un nivel moderado de ansiedad mantiene a las personas alertas y enfocadas en sus tareas”.
Lo que se convierte en patológico, añadió, es cuando la ansiedad se sale de control, afectando la capacidad de la persona para funcionar de manera adecuada en su vida diaria. Esto puede llevar a trastornos como la ansiedad generalizada, el trastorno de pánico o la fobia social, entre otros.
Un aspecto relevante que señaló el doctor fue que los trastornos de ansiedad no solo afectaban el bienestar emocional, sino que tienen repercusiones físicas y sociales. Por ejemplo, “el estrés crónico que acompañaba a la ansiedad puede desencadenar problemas de salud, como hipertensión, trastornos del sueño y alteraciones en el sistema inmunológico, lo que a su vez puede agravar aún más la situación”. En este sentido, pidió no subestimar los efectos que el estrés y la ansiedad podían tener en la salud a largo plazo.

El doctor también mencionó cómo eventos externos, como la pandemia de COVID-19, incrementaron significativamente los niveles de ansiedad. “La crisis sanitaria global fue un detonante para muchas personas. La incertidumbre, el miedo a lo desconocido y las restricciones sociales generaron un aumento significativo en las consultas por ansiedad y trastornos relacionados”, explicó. Según estudios recientes, el número de personas que experimentaron síntomas de ansiedad y depresión durante la pandemia se disparó, lo que demostró cómo los factores externos podían exacerbar problemas de salud mental preexistentes.
Recalcó que la ansiedad no debe tomarse a la ligera, y que, a pesar de que se puede experimentar de manera transitoria, si se vuelve crónica o interfiere en el día a día, es importante buscar ayuda profesional. “La ansiedad no debe verse como algo ‘normal’ que simplemente hay que aguantar. Existían tratamientos efectivos que podían ayudar a las personas a gestionar su ansiedad de manera saludable”, indicó.
LAS FOBIAS Y ATAQUES DE PÁNICO
El doctor también destacó que la ansiedad y sus manifestaciones, como las fobias o los ataques de pánico, a menudo eran mal diagnosticadas o ignoradas, ya que muchas personas ocultaban o no eran conscientes de los síntomas que padecían. "Muchos pacientes no sabían cómo explicar lo que sentían, o simplemente no lo decían", explicó.
En estudios realizados en Nueva York, México y China, se encontró que, en promedio, se tardaban más de quince años en diagnosticar la ansiedad, lo que generaba una mayor dificultad para tratar el trastorno a tiempo.
Los ataques de pánico son uno de los síntomas más típicos de la ansiedad. El doctor detalló cómo, en cuestión de minutos, una persona puede experimentar una de las experiencias más aterradoras que existen: "El miedo es tan intenso que sienten que van a morir, que no pueden respirar, o que pierden el control de sí mismos".
Este tipo de ataque se presenta de manera repentina y, en ocasiones, las personas acuden al hospital pensando que están teniendo una emergencia médica grave, solo para descubrir que se trata de un episodio de ansiedad. Según el doctor, estos ataques de pánico se reconocen por la presencia de al menos cuatro síntomas en un periodo de cinco minutos, y se caracterizan por la sensación de pérdida de control, dificultad para respirar, mareos y miedo intenso a morir.
Otro tipo común de trastorno relacionado con la ansiedad es la ansiedad crónica, que se presenta con síntomas físicos constantes como cansancio, tensión muscular y alteraciones en el sueño. Estas personas experimentan una sensación continua de inquietud, como si algo estuviera mal, pero no saben exactamente qué es.

El doctor mencionó también la agorafobia, que originalmente se conocía como un miedo a los espacios abiertos, pero que ahora se utiliza para describir cualquier tipo de fobia a los lugares donde la persona pueda sentirse atrapada o sin salida. "Este trastorno lleva a las personas a evitar lugares con grandes multitudes, como plazas o metros, o incluso a no salir de casa", explicó.
Las fobias en general son otro componente común en los trastornos de ansiedad. Estas pueden incluir miedos irracionales a situaciones o objetos específicos, como las alturas (acrofobia), los aviones, las serpientes o incluso los insectos.
Algunas son menos conocidas, pero igualmente incapacitantes, como la misofonía, un trastorno en el que los sonidos cotidianos, como comer o respirar, provocan una reacción emocional muy fuerte. Según el doctor, aunque estas fobias son ampliamente reconocidas, muchas personas no acuden al médico porque no las consideran lo suficientemente graves como para buscar ayuda profesional.
El doctor subrayó que el miedo a ser tocado también es una forma de ansiedad menos conocida, pero que afecta a muchas personas. "Para algunos, incluso un abrazo o un beso son difíciles de manejar", explica, señalando que este tipo de fobia social se suele asociar con la ansiedad generalizada, donde las personas se sienten constantemente inquietas o inseguras en situaciones sociales.
El tratamiento de estos trastornos, según el doctor, debe ser integral y considerar tanto los aspectos biológicos como psicológicos de la ansiedad. "Los mecanismos biológicos son importantes, pero también lo son los aspectos psicológicos y sociales. Somos seres sociales, y nuestra capacidad para adaptarnos a los demás y al entorno tiene un impacto directo en cómo gestionamos nuestra ansiedad".
Bulbena subrayó que uno de los aspectos más relevantes en la evolución de los trastornos de ansiedad es la creciente influencia del "cerebro social", lo que provoca dificultades particulares en las interacciones sociales. Un ejemplo de esto es el temor a la evaluación de los demás, una respuesta emocional que todos experimentamos de alguna manera, pero que en ciertas personas se convierte en un obstáculo significativo. “A veces, incluso la sensación de ser el centro de atención o estar expuesto a las bromas de otros puede generar una ansiedad tan intensa que resulta incapacitante”, explicó el doctor.
Una forma interesante de esta ansiedad social es el miedo a la crítica negativa o al rechazo social, que resulta ser una forma de ansiedad profundamente arraigada en los sistemas de evaluación del cerebro humano. Esta ansiedad puede llevar a las personas a evitar situaciones como hablar en público o la interacción con nuevas personas.

LAXITUD ARTICULAR
El doctor reflexionó sobre un caso revelador durante su carrera, cuando notó una coincidencia interesante entre varios de sus pacientes con trastornos de ansiedad y ciertas características físicas. En su consulta, observó que muchos compartían un rasgo común: la laxitud de las articulaciones, lo que despertó su curiosidad y llevó a un estudio más profundo sobre la relación entre la flexibilidad articular y los trastornos de ansiedad.
La laxitud articular se refiere a la flexibilidad excesiva de las articulaciones, lo que puede llevar a mayor movilidad y a veces lesiones o dislocaciones. Al revisar la historia clínica de sus pacientes, el psiquiatra notó que aquellos con ansiedad frecuentemente mostraban signos de esta condición, especialmente en rodillas, codos y otras articulaciones, además de presentar cicatrices, moratones o marcas en la piel asociadas con la fragilidad de los tejidos conectivos.
Este hallazgo condujo a una investigación más profunda. Bulbena y su equipo descubrieron que las personas con mayor laxitud articular no solo eran más propensas a desarrollar trastornos de ansiedad, sino que también mostraban una mayor sensibilidad a estímulos físicos y emocionales. Estas personas tendían a ser más sensibles al dolor, ruidos fuertes, luz y olores, lo que podría contribuir a un mayor nivel de ansiedad.
El doctor señaló que la relación entre la ansiedad y la laxitud articular es compleja. En muchos casos, los pacientes ni siquiera sabían que tenían este rasgo, ya que la laxitud articular no siempre era evidente. Sin embargo, la investigación reveló que hasta el 60 % de los pacientes con ansiedad presentaban signos de esta condición física.
A pesar de las desventajas asociadas con la laxitud articular, Bulbena destacó algunas ventajas. Por ejemplo, las personas con mayor flexibilidad articular mostraban una mayor capacidad para resolver problemas de forma rápida y eficaz. Aunque experimentaban mucho estrés, eran capaces de enfrentarse a los desafíos con una notable habilidad para tomar decisiones rápidas, lo que podría deberse a su agudeza mental o capacidad para adaptarse a situaciones difíciles.
Además, el ejercicio resultó ser especialmente beneficioso para estas personas. El experto observó que aquellos con laxitud articular que realizaban actividad física regular experimentaban una mejora significativa en su bienestar, tanto físico como mental. No solo ayudaba a aliviar los síntomas físicos, sino que también reducía la ansiedad, mejorando el estado de ánimo y el rendimiento cognitivo.
En su investigación, el doctor comparó los resultados obtenidos en humanos con estudios realizados en perros, observando que los que presentaban mayor flexibilidad articular también mostraban mayor sensibilidad al estrés y reacciones emocionales intensas.
El trabajo de Bulbena dejó claro que la ansiedad no solo tiene una base psicológica, sino también un componente físico, que puede ser heredado y manifestarse en características físicas como la laxitud articular. Esto permitió a los profesionales de la salud desarrollar enfoques más completos para el diagnóstico y tratamiento de los trastornos de ansiedad. Según el doctor, el vínculo entre ansiedad y flexibilidad articular es un ejemplo de cómo las condiciones físicas y psicológicas pueden entrelazarse, y cómo un enfoque holístico puede ser crucial para el tratamiento adecuado de los pacientes.
Su modelo integrador abordaba tanto los aspectos físicos como mentales de los trastornos de ansiedad, uniendo lo que a menudo se ve como áreas separadas. Mencionó que, en ocasiones, los médicos solo se centraban en los aspectos negativos, pero su enfoque consistía en "mirar tanto lo negativo como lo positivo para comprender mejor lo que ocurría".
En su libro, detalla que la ansiedad no solo afecta a la mente, sino que también tiene repercusiones físicas, como moratones, esguinces, alergias y trastornos como la fibromialgia. También se observan cambios en la elasticidad de los tejidos, como en el caso de la hiperlaxitud articular, que ahora se asociaba con un sistema nervioso autónomo más frágil, aumentando la predisposición a infecciones y otros problemas físicos.
El doctor también mencionó ejemplos de artistas famosos con problemas de ansiedad, como Shakira, Michael Phelps, Madonna y John Lennon, destacando que la ansiedad no discrimina y puede afectar a cualquiera. A pesar de que algunos médicos no comprendían completamente la relación entre los trastornos físicos y psicológicos, insistió en que este campo debe seguir siendo investigado, ya que no es una invención, sino una realidad comprobada.
Bulbena explicó cómo las personas con hiperlaxitud pueden experimentar un sistema vegetativo más vulnerable, lo que contribuye a que presenten una mayor incidencia de trastornos como la ansiedad. Este sistema vegetativo, que regula procesos automáticos como la respiración, la presión sanguínea y la temperatura corporal, tiene un funcionamiento algo menos eficiente en quienes padecen hiperlaxitud, lo que puede generar un mayor malestar emocional, incluyendo ansiedad. Por esta razón, recomendó el uso de técnicas de control, como el yoga y el mindfulness, para mejorar la regulación del sistema vegetativo y reducir los síntomas de ansiedad. Estas prácticas, al trabajar con el cuerpo de manera consciente, ayudan a recuperar el equilibrio del sistema nervioso autónomo, disminuyendo la vulnerabilidad a los trastornos de ansiedad.
En relación al tratamiento de la ansiedad, Bulbena destacó la importancia de la psicoterapia, sugiriendo que, a través de esta, las personas pueden traducir sus malestares a palabras. Además, mencionó que la combinación de técnicas físicas, como la gimnasia terapéutica, también resulta útil, pues ayudan a las personas con ansiedad a tomar control sobre su cuerpo y mejorar el bienestar físico.
En cuanto al uso de medicación para tratar la ansiedad, indicó que, según algunos estudios, alrededor del 70 % de los pacientes que padecen ansiedad utilizan fármacos. Sin embargo, observó que, aunque muchas personas experimentan algo de alivio, no siempre estos tratamientos son completamente efectivos.
También comentó que, muchas veces, las personas con ansiedad suelen ser “catedráticos de poner excusas”, un comportamiento que se manifiesta en la evitación constante de situaciones que les generan malestar. De esa forma, no abordan la raíz de su prolema y, en su lugar, continúan reproduciendo patrones que la refuerzan.

Subrayó la importancia del contacto social, porque el aislamiento puede empeorar su condición. Compartir los problemas con un médico, psicólogo o incluso con amigos cercanos puede ofrecer un alivio significativo.
Aludiendo a una mayor sensibilidad emocional, debido a los cambios cerebrales provocados por el embarazo, señaló que “la mujer está secuestrada por la madre de sus hijos”. Al asumir un rol materno tan intenso, pueden responder con mayor vulnerabilidad a las demandas externas y esto podría contribuir al desarrollo de la ansiedad. Específicamente, mencionó cómo a menudo ponen las necesidades de los demás por encima de las suyas, lo que puede generar un estrés emocional añadido.