Coincidiendo que era el día de su cumpleaños, el 29 de julio, se celebró este lunes en Huesca un emotivo homenaje a Beatriz Español Rosell, quien dedicó con pasión 40 años de su vida a la salud mental y dejó una profunda impronta en el corazón de su familia, amigos y compañeras de trabajo.
Fallecida el 22 de marzo a los 63 años, Beatriz fue recordada con cariño y admiración en un acto que tuvo lugar en el Centro de Rehabilitación Psicosocial Santo Cristo de los Milagros, que contó con la presencia de sus hijas, Jara y Julia Mateo, su pareja, Mariano Santolaria, y otros allegados, además del director del Santo Cristo de los Milagros y del Hospital San Jorge, Juan Gómez, el jefe de Sección de Rehabilitación, Javier Olivera, y la directora de Enfermería, Rosa Caja.
Durante el homenaje, diversas personas cercanas a Beatriz tomaron la palabra para rendirle tributo. "Es un orgullo saber que aunque se haya ido para siempre, sigue en la memoria y en el corazón de tanta gente", indicó su hija Jara.
Recordó que su madre era una de las veteranas de la unidad, junto a Begoña Fuster, Pilar Regla y Teresa Torres, en un entorno dominado por hombres y monjas. Fue una pionera y contribuyó a la reforma de la salud mental, dignificando la vida de los pacientes y luchando contra su estigmatización.
Beatriz también fue una defensora incansable de los derechos de los trabajadores, y Jara mencionó que su madre estaría muy contenta de saber que finalmente se ha reconocido la carrera profesional de sus compañeros.
Describió a Beatriz como "una gran defensora de las causas perdidas, siempre del lado de los más débiles", y relató algunas de las muchas historias y anécdotas que le contó, la amistad que hizo con algunas compañeras y residentes, los viajes a Bruselas, la preparación de regalos para la tómbola de San Lorenzo, la búsqueda de recetas para el taller de cocina, las sesiones de gimnasia, los comentarios sobre las noticias, el cuidado del huerto o los momentos en la piscina.
Beatriz se implicaba en todas las actividades más allá de lo que su contrato exigía. Jara concluyó su intervención con unas palabras muy emotivas: "Gracias mamá, por tu sonrisa, tu generosidad, por inculcarnos la importancia de la constancia y el esfuerzo y por enseñarnos que siempre merece la pena defender lo que crees. Felicidades, mamá, estamos muy orgullosas de ser tus hijas".
María José Sancho fue la primera en intervenir. "Hoy, 29 de julio, sería su cumpleaños. Por este motivo hemos querido reunirnos para recordarla con sencillez, como a ella le hubiera gustado, aquí, en el lugar que tantas horas de su vida dedicó a lo largo de tantos años durante su recorrido profesional".
La describió como una mujer, "luchadora, valiente, comprometida, sensible y positiva", de la que sus compañeros aprendieron la importancia "de la sensatez, la humildad, la honestidad, el esfuerzo y la entrega incondicional", de luchar "siempre por lo justo", de defender tus creencias y tus convicciones. "Hemos querido estar hoy aquí juntos en tu memoria, dando gracias por todo lo vivido y aprendido a tu lado".
Pedro Pibernat la recordó igualmente con mucho cariño. "¿Cómo olvidar las personas que dejamos por el camino y tú, Beatriz, en representación de todas? ¿Cómo olvidar los correteos de Beatriz por la planta, las comisiones, la UME, las fiestas, las actividades? Sirva este acto para no olvidar a Beatriz, ni a cada uno de los residentes que nos han ido dejando. Cada tiempo tiene sus afanes, su alegría y su sufrimiento, y también su tarea para que la vida cobre sentido y siga teniendo su valor".
Begoña Fuster, compañera y amiga de Beatriz, rememoró sus inicios juntas: "Teníamos 6 años cuando nos conocimos. Más de mil veces subimos juntas aquellas escaleras empinadas y amenazantes. No tengo recuerdos de nuestras conversaciones durante la niñez, pero jamás podré olvidar su extraordinaria generosidad. Nos distanciamos durante tres años, pero volvimos a coincidir en Huesca. A Bea le tocó compartir habitación conmigo. Recuerdo aquellos años como los más alegres, siempre juntas".
Beatriz vivía en Barcelona cuando Begoña Fuster comenzó a trabajar en el antiguo psiquiátrico. "Era bellísima y generosa. La llamé a instancia de su madre para que viniera a trabajar a Huesca y lo hizo. Era fácil entrar en el antiguo psiquiátrico. Beatriz siempre fue una luchadora. Tenía dos diplomaturas que la definían: su espíritu docente y su amor por el arte. A pesar de tener la oportunidad de promocionarse, decidió seguir cuidando, haciendo del cuidado un arte".
Esther Antón comentó cómo Beatriz contribuyó a crear el buen ambiente del antiguo psiquiátrico. "Me encontré un pueblito, un lugar con tiendas, radio, periódico, y un consejo municipal donde se reunían pacientes y monitores para decidir las actividades. Fue un momento ilusionante para todos nosotros. Beatriz siempre daba ese punto de sentido común a las cosas, con una simplicidad y una normalidad maravillosa".
Pilar Abadía, que la conoció hace 40 años, explicó que su marido está pasando por una enfermedad similar a la de Beatriz y, en las sesiones de quimio y radio en las que coincidían, ella siempre animaba a Javier, por lo que siempre le estará agradecida. "Marchó como ha sido toda la vida, con una gran entereza y fuerza".
Beatriz Español estudió Bellas Artes, antes de dedicar su vida a los demás. Aurelia Cordero terminó el acto colocando una placa en un cuadro que preside el vestíbulo de la UME: En la placa se lee: 'Beatriz Español Rosell, que supo hacer del cuidado un arte', y la fecha de su cumpleaños.