Fallece Manuel Malo Morén, el párroco de Huesca eterno de gesto amable

Al servicio durante más de 55 años de Santo Domingo y San Martín y San Lorenzo, el najino ha sido siempre un gran referente de los feligreses con singular aprecio de los jóvenes

29 de Febrero de 2024
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Manuel Malo con el busto de San Lorenzo
Manuel Malo con el busto de San Lorenzo

Manuel Malo Morén, párroco eterno de rostro afable en las Iglesias de Santo Domingo y San Martín y San Lorenzo, ha fallecido esta madrugada con 88 años de edad. Repentinamente, este miércoles se sintió indispuesto y su estado físico se ha deteriorado de manera acelerada para propiciar su encuentro con el Señor que tanto predicó.

Manuel Malo Morén es ya historia perpetua de la Iglesia de Huesca. Don Manuel ha enterrado abuelos a cuyos hijos ha casado y a cuyos nietos ha bautizado para luego oficiar la Primera Comunión y la Confirmación. Natural de Lanaja (6 de diciembre de 1935), don Manuel ha tenido una conexión muy especial con la juventud, y de hecho en Santo Domingo y San Martín instituyó el club de jóvenes Sandoma (acrónimo de la denominación de la parroquia), para después entregar su esfuerzo educativo y pastoral en el Club de Tiempo Libre San Lorenzo.

Don Manuel, pura seda de verbo hermoso y trascendente con tono sereno, ha disfrutado de las grandes efemérides anuales de Huesca, primero en el barrio de San Martín cuyas fiestas dotó de contenido religioso y después en la Basílica donde ha disfrutado de los grandes hitos laurentinos junto a otras citas anuales.

Su profundidad teológica aloja sus raíces en el Seminario de Huesca, hasta donde llegó cuando apenas había cumplido los doce años. Su ordenación sacerdotal con 23 años se produjo el 1 de julio de 1959 (por monseñor Francisco Peralta Ballabriga), y su primer destino fue el término sobrarbense de Arcusa con cinco pueblos en los que ofreció sus oficios. De ahí a Alcubierre, retorno al Seminario como profesor de Historia de la Iglesia y rector del seminario menor. Amante del patrimonio religioso, ha procurado restauraciones de retablos, capillas y otras piezas monumentales, y ha agradecido siempre, desde su acendrada pulcritud, la ayuda de esa bendición de mujeres que han limpiado durante años primero Santo  Domingo y San Martín y posteriormente San Lorenzo.

Don Manuel deja huérfanos a muchos jóvenes de su presencia física pero lega su aura espiritual y un poso de sabiduría vital, de inteligencia emocional, de empatía y de humanismo en el mejor de los sentidos. Una integridad y una entereza que, junto a las lecciones de su lectura y puesta en práctica del Evangelio, nos exigen seguir su ejemplo. Descanse en la paz de Dios, Don Manuel, que ahí arriba se ha incorporado una estrella al cielo de los santos.

Además, desempeñó el cargo de Profesor y Prefecto del Seminario (sin nombramiento) de 1965 a 1967; fue nombrado Director Diocesano de la Obra Misional Pontificia San Pedro Apóstol en 1964; fue Profesor de Religión en el Seminario entre 1966 y 1967; nombrado Secretario del secretariado de Catequesis en 1966; nombrado Coadjutor de Santo Domingo en 1967, y Capellán del hospital San Jorge a tiempo parcial desde 1987 a 1990.

Fue también Delegado diocesano del Clero entre 1989 y 2002; miembro del Consejo Presbiteral y del Colegio de Consultores de 1990 a 1995; miembro del Consejo Presbiteral, arcipreste del Arciprestazgo de Huesca y miembro del Colegio de Consultores entre 2004 y 2009.

La capilla ardiente se encuentra instalada en el Tanatorio Hermanos Santander (c/ La Magantina, 3) y el funeral por el eterno descanso de su alma tendrá lugar este viernes 1 de marzo a las 12:00 h. en la Santa Iglesia Catedral de Huesca.

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