Cuando la muerte fija su mirada en alguien, la pulsión por la vida cede sin remisión. Es lo que ha sucedido con el fallecimiento de Marga Trallero, servidora que fue del pueblo de Sariñena con doce años de concejalía, cuatro como independiente, ocho en el equipo de Paco Villellas bajo las siglas del PAR. Una mujer digna de la responsabilidad de dirigir algo tan serio como son las fiestas. Admirable en creaciones como el Grupo de Tambores y Cornetas que, por cierto, pereció de esa neumonía colectiva que fue la pandemia por el coronavirus. Había contribuido eficazmente a dar solemnidad y recuperar tradiciones de la Semana Santa. Hoy, ante la hipótesis de una resurrección, queda huérfano.
Marga Trallero vio la primera luz hace 59 años en el seno de una familia dulce, los Trallero, artífices y obradores de la pastelería por excelencia de la capital de los Monegros. Sus padres, Margarita y Salvador, alumbraron cuatro criaturas que fueron las patas de la mes familiar: Marga, Salvador, Marta y Carlos. El orden de los factores no altera el producto, todos fueron acuñados por el amor a Sariñena.

Marga, que laboraba en tareas administrativas en Talleres Borruel, contrajo nupcias con Fernando Borrás, un mozo de San Juan del Flumen. Todo quedaba en la redolada. Ambos concibieron a María y Fernando. Precisamente, Marga celebraba la llegada al mundo de su segunda nieta hace una docena de fechas.
Marga Trallero se empleó a fondo en su desempeño consistorial, asociativo y personal para ayudar y no pasar inadvertida por este valle de lágrimas terrenal. Su dinamismo era contagioso y su carácter entrañable. Cumplido su servicio al pueblo, decidió entregarse a la familia y al trabajo. Una neumonía le tuvo postrada en el lecho del dolor durante meses de fatigosa enfermedad. "Reapareció" en Femoga, recuperada y alegre. Hace muy pocos días padeció una recaída fatal. La parca se la ha llevado y ha privado a Sariñena de una ciudadana cumplidora y fiel. Ahora se retira a descansar con la convicción, como reza la canción de Il Divo, de que lo ha hecho bien. En paz reposa con la visión de San Antolín.