Una fiesta, la de Federópticos Pérez Bolea por 20 años de cruzada amable por la salud visual y auditiva

Álvaro Pérez Bolea congrega a cientos de clientes y amigos para agradecerles la confianza y la exigencia que hacen suya los profesionales

27 de Febrero de 2025
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Una fiesta, la de Federópticos Pérez Bolea con 20 años de cruzada amable por la salud visual y auditiva

Una paradoja: junto a la severidad funcional del Gobierno Civil -o Subdelegación en tiempos posmodernos- de Huesca, un tumulto de gente celebrando, entregada a la fiesta, a la conversación y a las risas desinhibidas bajo el cartel Federópticos Pérez Bolea. Mesas con viandas, vinos y otras bebidas y, a la vuelta de la esquina, la explicación del jolgorio: Roberto Latre con la mesa de mezclas y, al lado, en una combinación irresistible, Alfredo Ortega cortando jamón. Muchos abrazos, muchos besos, muchos apretones de manos, algunas descripciones clandestinas para el gusto de la vicepresidenta del Gobierno, por aquello de la expresión de acoso que simboliza el llamar afablemente al interlocutor guapo o guapa.

Recibiendo, agasajando, un joven con camisa blanca de mi esperanza y con jersey oscuro. Se disculpa con las amistades y los familiares y atiende a cámara. "Abrimos la tienda con 25, más veinte, cuarenta y cinco tengo". Es la cuenta de Barrio Sésamo de Álvaro Pérez Bolea, óptico optometrista, emprendedor, que este jueves 27 de febrero ha congregado a centenares de clientes y de amigos para celebrar un número tan redondo. En 2005, se lio la manta a la cabeza y el resultado no puede resultar más edificante. "Queríamos organizar un evento especial para agradecer a la gente que viene a la tienda estos veinte años de compromiso con nosotros".

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Álvaro se aplicó tras la formación en dos años de aprendizaje en una óptica en Zaragoza. Y luego el salto para montar el "propio negocio, todo es nuevo, diferente, porque no existía el negocio. Mi familia se dedicaba a otra profesión. Y nos lanzamos a la piscina. De momento, estamos contentos". El "de momento" son dos décadas enteras y verdaderas.

Ha cambiado mucho el mundo, el mercado y particularmente el de las ópticas. "Los productos cada vez son más específicos y tienes que buscar la profesionalización en cada momento". Incluso varían los conceptos. "Lo primero que tenemos que tener claro es que una gafa es para ver bien, pero ya se ha convertido en un complemento de moda y hemos sabido diferenciar en la tienda entre lo que es el diseño, que hemos apostado por él, y lo que es la moda, que es más efímera. El diseño siempre perdura, y eso hemos apostado por esa diferenciación".

El catálogo se ha enriquecido y hoy es muy amplio desde las gafas de graduación a las de sol y con el servicio de Audiología. "Necesitamos personalizarnos en producto exclusivo. Tenemos muchas marcas que solo trabajamos nosotros en la ciudad, y lo mismo con las lentes oftálmicas, que siempre apostamos con lo que entendemos que es lo mejor que hay en el mercado".

UNA NECESIDAD CRECIENTE

Sabido es, apunta Álvaro Pérez Bolea, el campo abierto en la materia. "Más en la ciudad de Huesca, que tiene una población relativamente madura, más envejecida, y con el tiempo y con la edad todos vamos perdiendo facultades sensitivas en general. Entonces, el potencial número de clientes es mayor".

¿Clientes o pacientes? "Ya no nos gusta llamarles pacientes porque son ya amigos. Hoy han venido a la tienda 150 o 160 amigos, muchos de ellos clientes. El aspecto diferenciador es ser natural y no engañar a nadie nunca porque la mentira tiene el recorrido muy corto, y ser lo más noble posible. No sabemos hacerlo de otra manera mis compañeras y yo".

Son tres ópticos optometristas, todos titulados. Todavía recuerda en 2005 cuando recurrió a la Cámara de Comercio para un estudio del sector. "Y me dijeron ya que era un mercado saturado hace veinte años. Que ni se me ocurriera abrir una tienda o una nueva óptica porque podía ser complicado el éxito del negocio. Y no sólo puedo decir que por suerte hemos sobrevivido veinte años, sino que después han abierto seis o siete establecimientos más. Es un sector maduro, la población envejece, las nuevas tecnologías hacen que los usuarios se vuelvan más miopes y, de hecho, ya se comenta que en el 2030 el 50 % de la población será miope y habrá que poner barreras a eso".

No se atreve a explicitar la influencia de la Inteligencia Artificial. Pero su abierta curiosidad y su permanente inquietud le hace aventurar que "será una herramienta que habrá que empezar a emplear y nos ayudará seguro a agilizar según qué procesos. No trabajamos con inteligencia artificial pero tenemos un servicio de telemedicina y un montón de pedidos para las lentes nos vienen ya biseladas porque va on line. Las biseladoras hay que tenerlas, pero ya el 80 % de los pedidos vienen biselados de fábrica desde Alemania o Japón".

Una última apreciación sobre su metodología y su espíritu. "Somos exigentes y, como nosotros somos exigentes con nuestros proveedores, quiero que nuestros clientes sean exigentes con nosotros. Intentamos buscar la excelencia y que la gente vaya perfecta, esa es la idea". Una buena declaración para un brindis: salud, ojo avizor y oídos abiertos. Le quedan a Álvaro Pérez Bolea otros veinte -por lo menos- años más.

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