El Día Internacional del Pueblo Gitano, que lleva 52 años celebrándose, ha puesto el broche de oro en una tarde hermosa en el Bendita Ruina, donde primero se ha escuchado la voz profunda de verdad de Jordi Oliver y después la prometedora Juventud Gitana Oscense en una muestra musical que ha deleitado al muchísimo público presente en la sala.
Un alegato sereno y sentimental de Jordi Oliver ha permitido a los asistentes recorrer el trayecto "Desde Huesca a Rajhastan", la ruta que este fotógrafo barcelonés decidió realizar desde su Barcelona hasta los orígenes de la música gitana. Ha narrado exquisitamente todos los avatares en sentido inverso, desde la India hasta España, pasando por la vieja Persia, la Turquía donde Erdogán reprimió al pueblo gitano, la Francia donde sufren las dificultades para encontrar vivienda y finalmente Barcelona.
La fotografía trascendente revela una personalidad envidiable, generosa al máximo, y este mago de la imagen consiguió que se estableciera un programa en el país vecino para el acceso a la vivienda de protección oficial para los gitanos. Ahí halló que, efectivamente, la fotografía puede cambiar el mundo y la situación de los colectivos con dificultades de inclusión.

En realidad, ha agregado, el flamenco también es herramienta de transformación, una conclusión a la que ha llegado porque ha viajado precisamente hasta lo más hondo de sus raíces, hasta Rajhastan, como revela en su libro Gipsy Soul, editado gracias a un micromecenazgo y que ya se ha agotado.
El alma gitana, precisamente, se ha manifestado con la Juventud Gitana Oscense, una sucesión de actuaciones de jóvenes virtuosos del cante y de la música que ha sido un verdadero manjar de espiritualidad y de espectáculo.