Hace diez años, en el umbral de la edad de jubilación. Una docena de matrimonios, esto es, veinticuatro vecinos de Montesusín decidieron que ya habían alcanzado la edad de la celebración sin excusas. Comprometida. Sí o sí. Porque ellas y ellos lo merecen. Porque ellos y ellas eligieron jugar la partida de la vida como en el guiñote, arrastrando, bueno, arrastrándose mutuamente hacia la amistad. Hacia la fraternidad. De aquellos que se iniciaron el 4 de octubre y bautizaron como tal su encuentro anual, sobreviven 22. Los que abandonaron este bonito juego, por esa dinámica de la vida y la muerte, eran matrimonio. Así que hoy son como el fútbol. El equipo es un 11 y, en el campo, 22 que son como la naranja mecánica: todos al ataque y todos a defender. Es lo que ha acaecido el 2 de octubre reciente, una década después de la institución de esta bonita tradición.
Esta vez la Fiesta del 4 de Octubre ascendió de la estepa monegrina al Pirineo más voluptuoso. A Ansó. Allí que fueron los 22 en minibús, admirando los paisajes, tiempo habría todo el día para departir sobre los viejos usos del pasado, para preguntarse por las últimas cuitas de los hijos o de los amigos. Ya en las auténticas calles de la villa de los trajes más hermosos, del Museo del atuendo más arraigado desde hace muchos siglos, era el tiempo de ir charrando. Un vermutito aliviaba los rigores de un tiempo otoñal que ya no es otoñal. Y, con dos, la conversación se aviva. Ciertamente, están bien los turistas que rondan entre los 70 y los 72-73 'tacos'. Tienen aspecto saludable, y se sientan a la mesa de La Borda de Chiquín pletóricos de ánimo... y de apetito. "Comida casera, pero muy buena", dice Pablo Flamarique. La sobremesa es dulce, porque llega el sabor de la nostalgia sin renuncia a la alegría. De aquella época en la que Montesusín censaba a medio millar, no como ahora que apenas hace la cama para un centenar. El resto, en la capital o en los pueblos aledaños. "Vivimos con tranquilidad, pero antes también".
Emergen en el baúl de los recuerdos las acechanzas de infancia y juventud. "Todos hemos sido niños", afirman con empatía respecto a los actuales. Hace sesenta y tantos años, "fastidiábamos a la gente. Llamábamos a las puertas, éramos traviesos, pero tampoco cometían algaradas irreversibles". Llegó el tiempo de mocear. "Había cinco o seis peñas de diferentes edades en el pueblo". Hacían vida, de hecho, en los locales peñistas, hasta... Hasta que sonaba la orquesta y todos se plantaban en la plaza, para echar unos bailables. Se enrollaban algunos grupos. El que más, Maracay, orquesta de la navarra Ablitas. "Cogían los instrumentos y hacían ronda, cenaban con nosotros, recenaban..." Les sonaban muy bien "Mi limón, mi limonero" de Henry Stephen, Congratulations de Cliff Richard, el Hey Jude de los Beatles, o el Massachussets de los Bee Gees con el que subía el azúcar de tanto acaramelamiento.
Después de una magnífica jornada, el Grupo 4 de Octubre emprende el regreso hacia las tierras llanas. Ha sido de tanta intensidad y tan divertida, que no se plantean programar el de 2023. Tiempo habrá. Y hay móviles. Y se ven con mucha frecuencia, aunque la mitad vivan en Montesusín, otros en Huesca y otros en Grañén o Alberuela de Tubo.